tag:blogger.com,1999:blog-39351839151366928872024-03-04T22:29:16.464-08:00"¿Por qué escribimos?" de Ana von Rebeur¿Por qué dedicarse a escribir, pudiendo hacer cosas tanto más placenteras? Durante 20 años le hice esta pregunta a cantidad de escritores y recopilé sus respuestas leyendo entrevistas mucho antes de que existiera Internet. Así supe por qué tantos se metieron en esta diversión desesperada tan parecida al amor. Podrás encontrar el " Por qué escribo" de tu autor favorito. Escribime a anavon@hotmail.com-Twitter : @anavonrebeurAna von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.comBlogger132125tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-46087313831585489482016-04-28T06:35:00.002-07:002016-04-28T08:50:09.644-07:00No. No estaré en la Feria del Libro <span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">A toda la gente linda que me pregunta si estaré firmando ejemplares en la Feria del Libro les cuento que no , porque : </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">a) los editores se olvidan de una después del lanzamiento, aunque sigan vendiendo tus libros 10 años después sin pagarte nunca los royalties que te deben </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">b) porque mis editores no le ven la gracia de ocupar una silla con una autora que no sale en televisión</span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">c) porque mis libros no tienen discursos que coincidan con el status quo de la felicidad instantánea como sopa quick ni de aceptar las reglas de un mundo misógino ....asi que requieren muchas enzimas cerebrales para asimilarlos y no se los venden a tontos ni a vagos </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">d) porque no tienen la viveza colombiana de convidar a los asistentes con toneladas de comida deliciosa en la FIL Bogotá , donde hablé con auditorio lleno por gente que esperaba que repartieran los palitos de queso o atacar la fuente de chocolate y frutas ...mmmm... ¡feliz idea! </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">e) porque no tienen la viveza chilena de presentarme en el CC Mapocho junto con comediantes y el director de la FIL Santiago a hablar de la importancia del humor y los terremotos ( sic) </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">f) porque no tienen la viveza de juntarme con bloggers famosos como hicieron en la FIL Lima </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">g) porque no tienen la viveza de juntarme con el genial humoista tapatío Trino en la Fil Guadalajara, que fue super generoso con Nani Mosquera y conmigo - Y ni que hablar del cierre con show de Los Lobos </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">h) porque no tienen la viveza de armarme charlas extra-feria como la tuvieron los españoles llevandome por todo España de gira en tren de FNAc en FNAC con una agente embarazada que vomitaba en cada vagóny que por las nauseas se equivocab de tren ( menos mal que yo estaba atenta !) </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">i) porque no tienen la inteligencia de meterme en la entrada de un shopping en Quito, rodeada de banderas con las tapas de mis libros y estantes repletos de mis libros anunciando por altoparlante que estiy espeando charlar con mis lectoras, que se sentaban a una mesita a que les dirme los jemplares y eles de una sesion de terapia personal a cada una </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">j)porque la FIL Buenos Aires se trató siempre de " Ana , venite al stand de 13 a 17 del jueves" ( ni un alma! ) , darte una silla y un vaso de agua y sentarte a informarle a la gente que te ve al pedo cosas como dónde queda el baño , por donde está la salida , o donde firma Quino o Pilar Sordo . Conste que lo vi a Osvaldo Soriano hacer ese mismo papel en años pasados ...y por eso no me bajoneé . . </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">Creo que un amante de los libros de verdad se va a Parque Rivadavia , Plaza Italia o a revolver librerias de viejo en Avenida de Mayo . La feria es una chantada , no nos ayuda a los autores , y si te parás en la puerta a la salida no ves gente saliendo con bolsas de libros recien comprados , de lo caros que estan. No hay ofertas . En la ultima feria adode fui convocada lo unico que se vendió bien fueron libros de Feng Shui, de Osho y las recetas con papa de la Hermana Bernarda , best seller del año . El año en el que el libro mas vendido de la feria fue el de mi ex jefe Ari Paluch, me di cuenta de que no es el lugar para promocionar libros piolas.</span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">Igual me da pena que no me usen para vender mas mis libros. Pero tambien sé que la feria es mas caretaje snob que real amor a los libros . Una feria en serio hace talleres literarios comunales , analisis de textos , pasa pelis de novelas grossas... da talleres de como escribir bien, recitan poesia.... no se ... algo mas multimediatico y cultural y inclusivo ... no solo un mercado de editores moviendo cajas. Pasate por</span><a href="http://porqueescribimos.blogspot.com.ar/" rel="nofollow" style="background-color: white; color: #3b5998; cursor: pointer; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px; text-decoration: none;" target="_blank">http://porqueescribimos.blogspot.com.ar</a><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;"> que es un blog hecho con amor a la literatura - también esta en forma de libro en</span><a href="http://www.electrolibro.com/por-que-escribimos.php" rel="nofollow" style="background-color: white; color: #3b5998; cursor: pointer; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" target="_blank">http://www.electrolibro.com/por-que-escribimos.php</a>Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-73575655955825524012015-03-05T05:47:00.001-08:002015-03-05T05:47:14.420-08:00<section id="encabezado" style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline;"><h1 itemprop="name" style="border: 0px; color: #222222; font-family: TheSansSemi, Arial; font-size: 35px; font-stretch: normal; font-weight: normal; letter-spacing: -0.1px; line-height: 40px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 5px 12px 10px; vertical-align: baseline;">
¿Por qué escribimos?</h1>
<div class="bajada" itemprop="description" style="border: 0px; color: #222222; font-family: Arial; font-size: 16px; font-stretch: normal; line-height: 22px; outline: 0px; padding: 0px 12px 5px; vertical-align: baseline;">
Para entender. Para amar. Para que nos quieran. Para saber. Por necesidad. Por dinero. Por costumbre. Para vivir otras vidas y revivir la propia. Para dar testimonio. Cincuenta escritores tratan de contestar esta pregunta incómoda</div>
</section><section class="top scroll" id="herramientas" style="background: none rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 12px; font-stretch: normal; height: 200px; left: -79px; line-height: 20px; margin: 10px 0px 20px; outline: 0px; padding: 0px 12px 10px; position: absolute; vertical-align: baseline; width: 67px;"><div class="floatFix" style="border: 1px solid rgb(218, 218, 218); font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; height: 278px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 14px; position: fixed; top: 10px; vertical-align: baseline; width: 37px; z-index: 20000 !important;">
<a class="facebook" href="https://www.blogger.com/null" style="background: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/sprite-1.png) -135px -559px no-repeat rgb(45, 95, 154); border-radius: 3px; border: 0px; color: white; display: inline-block; float: left; font-family: TheSansSemi, Arial; font-size: 14px; font-stretch: normal; margin: 0px 0px 10px; outline: 0px; padding: 35px 0px 0px; vertical-align: baseline; width: 37px;"><b style="background: rgb(72, 115, 166); border-radius: 0px 0px 3px 3px; display: block; font-family: Arial; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: 21px; margin-left: 0px; padding: 2px 0px; text-align: center;">-</b></a><a class="twitter" href="https://www.blogger.com/null" style="background: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/sprite-1.png) -163px -560px no-repeat rgb(10, 181, 224); border-radius: 3px; border: 0px; color: white; display: inline-block; float: left; font-family: TheSansSemi, Arial; font-size: 14px; font-stretch: normal; margin: 0px 0px 10px; outline: 0px; padding: 35px 0px 0px; vertical-align: baseline; width: 37px;"><b style="background: rgb(59, 198, 231); border-radius: 0px 0px 3px 3px; display: block; font-family: Arial; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: 21px; margin-left: 0px; padding: 2px 0px; text-align: center;">19</b></a><div class="mas" style="border: 0px; float: left; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 37px;">
<a class="google" href="https://www.blogger.com/null" style="background: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/sprite-1.png) -194px -560px no-repeat rgb(201, 64, 45); border-radius: 3px; border: 0px; color: white; display: inline-block; float: left; font-family: TheSansSemi, Arial; font-size: 16px; font-stretch: normal; height: 34px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 37px;" title="Google +"> </a><a class="linkedin" href="https://www.blogger.com/null" style="background: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/sprite-1.png) -224px -562px no-repeat rgb(0, 116, 160); border-radius: 3px; border: 0px; color: white; display: inline-block; float: left; font-family: TheSansSemi, Arial; font-size: 16px; font-stretch: normal; height: 34px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 37px;" title="Linkedin"> </a></div>
<a class="volver" href="http://www.lanacion.com.ar/1342530-por-que-escribimos#top" style="background: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/sprite-1.png) -135px -449px no-repeat rgb(194, 194, 194); border-radius: 3px; border: 0px; color: white; display: block !important; float: left; font-family: TheSansSemi, Arial; font-size: 16px; font-stretch: normal; height: 40px; margin: 0px 0px 10px; outline: 0px; padding: 0px; text-decoration: none; vertical-align: baseline; width: 37px;"> </a></div>
</section><section class="floatFix" id="cuerpo" itemprop="articleBody" style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 15px; line-height: 21px; margin: 0px 0px 35px; outline: 0px; overflow: hidden; padding: 0px 12px; vertical-align: baseline;"><aside class="archivos-relacionados" style="border-right-color: rgb(218, 218, 218); border-right-style: solid; border-top-color: rgb(218, 218, 218); border-top-style: solid; border-width: 1px 1px 0px 0px; clear: both; float: left; font-family: Arial; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: 17px; margin: 0px 15px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline; width: 300px;"><div class="foto" style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; line-height: 0; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline;">
<a href="https://www.blogger.com/null" style="border: 0px; color: #335577; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><img itemprop="image" src="http://bucket1.clanacion.com.ar/anexos/fotos/99/1318699w300.jpg" style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 300px;" /><span class="ampliar-mas-fotos" style="background: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/destacada-sin.png) repeat-x transparent; border-radius: 2px 0px 0px 2px; border: 0px; color: #e5e5e5; cursor: pointer; display: block; float: left; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; height: 7px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 10px 4px 2px 6px; position: absolute; right: 30px; top: 7px; vertical-align: baseline;">Ver más fotos</span><span class="ampliar-foto" style="background: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/sprite-1.png) -104px -158px no-repeat transparent; border: 0px; cursor: pointer; display: block; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; height: 23px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: 5px; top: 5px; vertical-align: baseline; width: 28px;" title="Ampliar imagen"> </span></a></div>
<section id="ampliar" style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 12px 12px 8px; vertical-align: baseline;"><b style="color: #31b6a3; display: block; margin-bottom: 10px;">Más notas para entender este tema</b><article style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><a href="http://www.lanacion.com.ar/1342527-una-pregunta-muy-complicada" style="background: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/sprite-1.png) -326px -639px no-repeat scroll transparent; border: 0px; color: #335577; display: block; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px 0px 0px 10px; text-decoration: none; vertical-align: baseline;" target="_blank"><h3 style="border: 0px; color: #2c99c4; font-family: TheSansBold, Arial; font-size: 17px; font-stretch: normal; font-weight: normal; line-height: 21px; margin: 0px 0px 8px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Una pregunta muy complicada</h3>
</a></article></section><div class="fin" style="background: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/sprite-1.png) 0% -141px no-repeat transparent; border: 0px; bottom: -1px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; height: 11px; left: -1px; line-height: 0; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: absolute; vertical-align: baseline; width: 302px;">
</div>
</aside><div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
</div>
<div class="primero" style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Algunos llegaron a la literatura por vocación, por el placer de la lectura y para emular a los autores que admiraban. Ahora crean por necesidad vital, o simplemente lo hacen por dinero. Autores de renombre revelan los motivos por los que dedican sus vidas a la escritura.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
En el principio fue el verbo... Así lo recoge San Juan en su Evangelio. La palabra que conforma el mundo, el nombre que lo explica todo. Puede que no fuera tal, puede que antes del verbo existieran cielos, mares, noche, día, estrellas, firmamento. Pero si nadie sabía cómo nombrarlos, no eran nada, absolutamente nada. Así que al principio fue el verbo, como bien dejó escrito Juan. Y a ese verbo bíblico lo siguieron la épica de Homero, la intemperie y el poder de los dioses, el amor y la guerra que nos relata la <i>Ilíada </i>y, después, el delirio del Quijote, y luego, la soledad de Macondo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Puede que después de episodios narrados como aquéllos no hiciera falta nada más. Pero a los clásicos, que montaron todos los cimientos del templo, siguieron más generaciones -"el eslabón en la cadena ininterrumpida de la tradición", de la que alerta Enrique Vila-Matas-, algunas nuevas preguntas para cada era, nuevos problemas y, por lo tanto, conceptos nuevos, palabras nuevas. Detrás de su registro se escondía un escritor. ¿Por qué?</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
¿Por qué escribir? ¿Para qué nombrar? ¿Para qué contar? Para entender. Para amar y que te amen. Para saber, para conocer. Por miedo, por necesidad, por dinero. Para sobrevivir, porque no todo el mundo sabe bailar el tango, ni jugar bien al fútbol. Por costumbre, para matar la costumbre, por vivir otras vidas y revivir la propia. Por dar testimonio, porque no se sabe escribir bien, confiesa John Banville. Porque leyeron, padecieron y miraron cara a cara a la muerte.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Porque el verbo provoca desasosiego en Nélida Piñón; porque no se elige, como un amor, añade Amélie Nothomb. Por ser el masoquista que uno lleva dentro, aduce Wole Soyinka; por los arroyos y los torrentes de los libros leídos, cuenta Fernando Iwasaki; como forma de existencia, según Elvira Lindo. "Una manera de vivir", dice Vargas Llosa, parafraseando a Flaubert. Para sentirse vivo y muerto, proclama Fernando Royuela. Igual que uno respira, suelta entre interrogaciones Carlos Fuentes. O para sobrevivir a ese fin, "a la necesaria muerte que me nombra cada día", testimonia Jorge Semprún.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
La escritura es dolor y placer. Como el cuento, como la retórica aristotélica, se arma, se aprende. Principio y fin. Antes que nada vino el verbo, lo deja claro San Juan. También lo sabía Kafka. Pero el escritor checo pregunta: "¿Y al final?". Quizás silencio, como interpreta sobre su obra George Steiner, con buen tino, oliéndose el apocalipsis de la destrucción europea.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Como testimonio también se mete uno entre papeles. Se escribe por el mismo motivo por el que Ana Frank comenzó a organizar su diario. O por el que la poeta rusa Anna Ajmatova, cuando se pasó 17 meses en las filas de las cárceles de Leningrado para ver a su hijo, respondió a una mujer que la reconoció y le preguntó si podría describir aquello que sí, que lo haría. "Entonces -dice Anna en <i>Réquiem </i>-, una especie de sonrisa se deslizó por lo que alguna vez había sido su rostro." Eso fue suficiente motivo. La emoción de la verdad, la justicia de dejar constancia. Para que otros quizás lo aplicaran a su presente, para que no se repitiera.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Pero Anna Ajmatova confesó, además, que escribía por sentir un vínculo con el tiempo. También se lo hizo por amor, por miedo al amor, por desgarro. En honor a las musas, como Shakespeare, "ese goloso de las palabras", a juicio de Steiner, en sus sonetos: "Mi musa por educación se muerde la lengua y calla mientras se compilan/ elogios que te visten de oropeles/ y frases que las otras musas liman". Una pieza que termina con toda una declaración de intenciones y una respuesta al gran asunto de la escritura: "Si a otros por sus dichos los respetas/ a mí, por lo que pienso, que es mi letra".</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Al principio fue el verbo. Pero Cervantes y Shakespeare lo enaltecieron, lo igualaron a la medida de Dios. Porque exploraron todos los delirios y las pasiones de sus criaturas. ¿Por qué escribir? Para emularlos, sin más. Podría ser. "Para parecerme a Espronceda", como suelta Caballero Bonald. Escribir porque se medita, como Descartes, como Chesterton, cuya obra nos envuelve en una paradoja sin fin. Para adentrarse en los laberintos y no necesariamente querer salir de ellos, como Borges. "Porque estamos aquí, pero querríamos estar allí", dice Antonio Tabucchi. Por emular la infancia, cuando la niña Almudena Grandes enmendaba la plana a los finales que no le gustaban. Por volver a inventar historias de indios, vaqueros y pitufos, dice David Safier. Porque a la hora de hacerlo, "disfrutar es una palabra que se queda corta", confiesa Ken Follet.</div>
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Para fijar la memoria, una forma de "hacer surgir los recuerdos y las imágenes", cuenta Álvaro Pombo. Para volver a vidas anteriores, a las lecturas y los tumbos que cada uno lleva en la mochila, según Arturo Pérez-Reverte. Como vicio solitario, describe Héctor Abad Faciolince. Porque uno no se encuentra bien, asegura Juan José Millás. Por afición o por aflicción, dice Gonzalo Hidalgo Bayal. O porque le gustaban las redacciones en el colegio, como descubrió Antonio Muñoz Molina. Y hasta hoy.</div>
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La palabra es agua y cada historia, el río que las lleva. El escritor es quien domina la corriente, como hicieron Balzac, Dostoyevski, Dickens, Galdós, Clarín, Flaubert, Tolstoi, que siguió la estela épica de Homero como nadie. O el que va contra la corriente, como Marcel Proust, James Joyce, Valle-Inclán. Sin dudas, hay que enfrentarse a ello, como dice Josep Pla en su <i>Diccionario de Literatura </i>, "con temperamento". O con el empeño de conocerse, a la manera de Montaigne y los grandes memorialistas posteriores del siglo XVIII. Entre la verdad y la exageración, pero con talento, como Casanova.</div>
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El juego, la tortura de la palabra, también es lícito. Pero eso es más cometido de los poetas, como admitía Jaime Gil de Biedma. Para él, escribir era "erosionar el idioma en la forma en que el idioma lo admite". Es decir, maltratar el verbo, fustigarlo, estrangularlo. Pero para resucitarlo después, como el Evangelio. A lo largo de la historia, el escritor ha visto crecer Babel y ha contribuido a entenderla. Pero hubo también un tiempo, en el siglo XX, que lo aniquiló, que se arrojó al apocalipsis, con la Segunda Guerra Mundial. Disfrutemos en esta nueva era. Todos los motivos, todas las respuestas que se les ocurran a quienes deben contar nuestra historia son válidos.</div>
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<b>Héctor Abad Faciolince</b></div>
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Porque mi cerebro se comunica mejor con mis manos que con la lengua. Porque me odio menos escribiendo que hablando. Por un ameno vicio solitario.</div>
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<b>John Banville</b></div>
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Escribo porque no sé escribir. Un periodista le preguntó a Gore Vidal por qué había escrito <i>Myra Breckinridge </i>, a lo que contestó: "´Porque no estaba ahí"´. Fue una buena respuesta. Poner algo nuevo en el mundo es un privilegio que no se le concede a mucha gente.</div>
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<b>Felipe Benítez Reyes</b></div>
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No sé por qué escribo, ni tampoco tengo demasiado interés en saberlo. En este caso, me preocupa más el cómo que el porqué. La pregunta me parece ociosa, de modo que cualquier respuesta posible no pasaría de ser una pirueta truculenta en el vacío. Aunque -quién sabe- a lo mejor escribe uno para eso: para obtener respuestas sin el requisito de una pregunta previa y, sobre todo, para ensayar piruetas truculentas en el vacío, que es un territorio literario bastante fértil.</div>
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<b>John Boyne</b></div>
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Escribo porque las historias entran en mi mente y me niego a irme hasta que no escribo 26 letras en el teclado y las envío a una pantalla ante mis ojos. Escribo por Charles Dickens. Y por George Orwell. Y John Irving. Y Colm Tóibín. Escribo porque me encanta la sensación de tener un libro en mis manos y un libro en mi cabeza. Escribo porque me encantan las palabras. Escribo porque leo. Escribo porque siempre quiero saber qué ocurrirá a continuación.</div>
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<b>José Manuel Caballero Bonald</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Empecé a escribir porque quería parecerme a Espronceda. Un día encontré en mi casa familiar una biografía del poeta y quedé fascinado por alguien que murió con 33 años y había vivido grandes aventuras: fundó una sociedad secreta, sufrió persecuciones y cárceles, anduvo exiliado en Lisboa y Londres, combatió en las barricadas de París, fue diputado, vivió amores difíciles, luchó heroicamente contra el absolutismo, etcétera. Pues bien: como yo no podía emular a Espronceda en tantas y tan singulares hazañas, elegí lo que me resultaba más factible: ejercer de insumiso y escribir poesía.</div>
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<b>Andrea Camilleri</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque siempre es mejor que descargar cajas en el mercado central. Escribo porque no sé hacer otra cosa. Escribo porque después puedo dedicar los libros a mis nietos. Escribo porque así me acuerdo de todas las personas a las que tanto he querido. Escribo porque me gusta contarme historias. Escribo porque me gusta contar historias. Escribo porque al final puedo tomarme mi cerveza. Escribo para devolver algo de todo lo que he leído.</div>
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<b>Luisa Castro</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
La escritura para mí es una rendición. Escribo para conocer relatos que me cuento a mí misma. No me siento dueña de mis relatos, tienen vida propia, son autónomos y más poderosos que yo. No me identifico con ellos, no comparto sus ideas, ni su visión del mundo. Se producen en mi cabeza sin mi permiso, y cuando los suelto, es porque me han vencido.</div>
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<b>Lucía Etxebarria</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Para que me quieran más. Porque cada vez que alguien me dice: "Tus libros me han ayudado mucho, por favor sigue escribiendo", me da una razón para hacerlo. Porque al colocar a personajes en situaciones que simbólicamente pueden representar aspectos de mi vida y conseguir que salgan airosos de ellas, de alguna forma me salvo a mí. Porque siempre lo he hecho, porque es natural en mí, y porque es de las cosas que mejor hago, amén de dibujar, cocinar, hacer el amor y organizar fiestas. Escribo por amor, publico por dinero. Por esa razón, no publico ni la mitad de lo que escribo.</div>
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<b>Umberto Eco</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Porque me gusta.</div>
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<b>Ken Follet</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Disfruto escribiendo, pero "disfrutar" es una palabra que se queda corta. El acto de escribir me apasiona. Todo forma parte del reto de hechizar a mis lectores. Mi trabajo me absorbe de forma total.</div>
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<b>Carlos Fuentes</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
¿Por qué respiro?</div>
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<b>Almudena Grandes</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Cuando era pequeña y leía un libro que me gustaba mucho, me inventaba a solas, para mí sola, otro final, la continuación que su autor no había querido escribir. Todavía ahora, cuando no puedo dormir, me cuento historias, las pienso, las repaso, las describo en silencio, con los ojos cerrados, hasta que me quedo dormida.</div>
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<b>Mark Haddon</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Ficción, poesía, teatro, pintura, dibujo, fotografía... en realidad eso no importa. Un día que no consigo hacer alguna cosa, por pequeña que sea, me parece un día desperdiciado. A veces puede parecer una bendición ser así, saber con tanta certeza lo que quiero hacer, pero a menudo es un sufrimiento, porque saber lo que quieres no es lo mismo que saber cómo hacerlo. ¿Por qué escribo? La única respuesta es "porque no puedo hacer otra cosa".</div>
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<b>Gonzalo Hidalgo Bayal</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
"Por afición, por aflicción", escribí alguna vez. Por afición, porque es inclinación, necesidad, perseverancia y distracción. Por aflicción, porque sólo el dolor y sus numerosas circunstancias proporcionan suficiente materia literaria. En la afición se centra la relación con el lenguaje, que es, cuanto más intensa, más grata y divertida. La aflicción obliga, en cambio, a la búsqueda del sentido, si es que algún sentido tienen las desventuras de los hombres.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Fernando Iwasaki</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque es el más poderoso acto libertario que conozco. Escribo porque el hechizo de la literatura es fulminante y a mí me hace ilusión ser aprendiz de aquellas magias. Escribo porque mis padres y mis hijos se alegran cada vez que alguien les cuenta que ha leído algo mío. Escribo porque contar historias es el oficio más antiguo del mundo. Escribo porque dedico todos los libros de ficción a mi mujer y así -mientras siga escribiendo- ella sabrá que la sigo queriendo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Use Lahoz</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo para reflexionar y pensar y darle vueltas a la vida de personajes siempre más interesantes que la mía. Y disfrutar del placer de la ficción, que es adictivo y que, como la realidad, no tiene límites. Escribo por supuesto para combatir el aburrimiento y pasarlo en grande. Para un escritor vivir, fundamentalmente, es escribir. Escribo para estar en paz conmigo mismo, por aquello que decía Machado de "yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas". Escribo porque conmueve y perdura, cada novela es la primera. Además es bastante barato. En fin: escribo porque aprendo, y así, a veces, parece que sigo estudiando.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Donna Leon</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Al principio escribía para ver si podía hacerlo. Resultó que escribir un libro era muy divertido. Y por eso ahora, después de 20 años y de 20 libros, lo hago porque es divertido. Los personajes hacen lo que les digo que hagan; la realidad se puede cambiar para adaptarla a mis necesidades; si alguien muere, lo puedo resucitar al día siguiente. Supongo que también hay un elemento de vanidad. En una cena, todos queremos que presten atención a nuestras ideas, ¿no es cierto? Pero los buenos modales mandan que compartamos la conversación con los demás. Pero en un libro, nuestro libro, nosotros los escritores podemos seguir -bla, bla, bla- sin parar, y nunca tenemos que interrumpirnos para dejar hablar a nadie más.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Elvira Lindo</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo desde los nueve años. Desde muy joven empezaron a pagarme en la radio por guiones, cuentos y <i>sketches </i>. A los 31 años comencé a escribir libros. Pensé que escribir era mi oficio hasta que me di cuenta de que se trataba de algo más. Es un oficio pero también una forma de vida. No sabría vivir sin escribir. Todo lo que hago al cabo del día, lo que veo y escucho, lo que me provoca asombro, alegría o desdicha es material para ser contado. Y esa actitud vital, la de formar parte de la comedia humana pero la de ser también espectadora de ella, ese estar fuera y dentro a la vez, me ayuda a asimilar la experiencia de una manera enriquecedora. Escribo todos los días. Cuando no escribo, me siento una inútil, así que he llegado a una conclusión radical: nunca podré dejarlo. No sé hacer otra cosa, no sabría vivir de otra manera.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Alberto Manguel</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Porque no sé bailar el tango, tocar un instrumento musical como la celesta o el glockenspiel, resolver problemas de matemáticas superiores, correr una maratón en Nueva York, trazar las órbitas de los planetas, escalar montañas, jugar al fútbol, jugar al rugby, excavar ruinas arqueológicas en Guatemala, descifrar códigos secretos, rezar como un monje tibetano, cruzar el Atlántico en solitario, hacer carpintería, construir una cabaña en Algonquin Park, conducir un avión a reacción, hacer surf, jugar a complejos videojuegos, resolver crucigramas, jugar al ajedrez, hacer costura, traducir del árabe y del griego, realizar la ceremonia del té, descuartizar un cerdo, ser corredor de Bolsa en Hong Kong, plantar orquídeas, cosechar cebada, hacer la danza del vientre, patinar, conversar en el lenguaje de los sordomudos, recitar el Corán de memoria, actuar en un teatro, volar en dirigible, ser cineasta y hacer una película en blanco y negro, absolutamente realista, de <i>Alicia en el País de las Maravillas </i>, hacerme pasar por un banquero respetable y estafar a miles de personas, deleitarme con un plato de tripas <i>à la mode de Caën </i>, hacer vino, ser médico y viajar a un lugar devastado por la guerra y tratar con gente que ha perdido un brazo, una pierna, una casa, un hijo, organizar una misión diplomática para resolver el problema del Medio Oriente, salvar náufragos, dedicar treinta años al estudio de la paleografía sánscrita, restaurar cuadros venecianos, ser orfebre, dar saltos mortales con o sin red, silbar, decir por qué escribo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Javier Marías</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo para no tener jefe ni verme obligado a madrugar. También porque no hay muchas más cosas que sepa hacer, y lo prefiero y me divierte más que traducir o dar clases, que al parecer sí sé hacer. O sabía, son actividades del pasado. También escribo para no deberle casi nada a casi nadie ni tener que saludar a quienes no deseo saludar. Porque creo que pienso mejor mientras estoy ante la máquina que en cualquier otro lugar y circunstancia. Escribo novelas porque la ficción tiene la facultad de enseñarnos lo que no conocemos y lo que no se da, como dice un personaje de la novela que acabo de terminar. Y porque lo imaginario ayuda mucho a comprender lo que sí nos ocurre, eso que suele llamarse "lo real". Lo que no hago es escribir por necesidad. Podría pasarme años tan tranquilo, sin escribir una línea. Pero en algo hay que ocupar el tiempo, y algún dinero hay que ganar. También escribo para eso.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Luisgé Martín</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Cuando escucho a algún escritor explicar las razones por las que escribe, pienso que yo también comparto esas razones. Todas. Me siento como un compendio, como uno de esos hipocondríacos que encuentran en sí mismos todos los síntomas de los que oyen hablar. Escribo como terapia psíquica, para ordenar el mundo y comprenderlo, para vivir vidas que no he podido vivir. Pero hace poco, leyendo el discurso de Pamuk en la Academia Sueca cuando recibió el Nobel, encontré una razón que nunca había escuchado así formulada y que me parece formidable: "Escribo porque puede que así comprenda la razón por la que estoy tan, tan enfadado con ustedes, con todo el mundo".</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Luis Mateo Díez</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo para disimular la incapacidad de hacer cualquier otra cosa. Escribir no sólo me entretiene, también me apasiona y me hace sentir dueño de algo que se contrapone en mi existencia a una cierta inclinación de inutilidad. Los días en que me quedo satisfecho con lo que acabo de escribir tengo la convicción de no haber perdido el tiempo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Eduardo Mendicutti</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
También a mí, como a Vargas Llosa, me dicen montones de veces que lo único que sé hacer es escribir. A lo mejor por eso acabarán dándome el Nobel. Para todo lo demás, estoy convencido, soy un desastre: para poner ladrillos, para cultivar tomates, para imponer el orden, para correr a pie o en bicicleta, aunque sea dopado, para condenar a delincuentes -con lo que a mí me gustan algunos delincuentes- sin que se me parta el corazón, o para defenderlos sin contagiarme... Cierto que, desde hace 30 años, soy bastante bueno como secretario general de una patronal de empresas consultoras, pero con algo tengo que redimirme. Claro que, según algún crítico y algunos colegas, puede que también para escribir sea una calamidad, pero de eso aún no he llegado a convencerme.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Eduardo Mendoza</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Sinceramente, no lo sé. No es una respuesta bonita, pero es la que más se aproxima a la verdad.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Ricardo Menéndez Salmón</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo por insatisfacción. Si estuviera satisfecho, me limitaría a "vivir la vida", no a intentar comprenderla mediante la escritura. Claro que al intentar comprenderla, es decir, al escribirla, me doy cuenta de que en realidad la vida resulta incomprensible. Lo cual genera una nueva insatisfacción, la de comprobar que el intento por comprender la vida mediante la literatura lo único que ilumina es la imposibilidad de alcanzar esa comprensión. Pero entonces sucede algo curioso, y es que el hecho de descubrir esa imposibilidad me conmueve, admira e impulsa a escribir más y más.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Juan José Millás</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo por las mismas razones por las que leo: porque no me encuentro bien.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Rosa Montero</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque no puedo detener el constante torbellino de imágenes que me cruza la cabeza, y algunas de esas imágenes me emocionan tanto que siento la imperiosa necesidad de compartirlas. Escribo para tener algo en qué pensar cuando, en la soledad tenebrosa de la duermevela, por la noche, en la cama, antes de dormir, me asaltan los miedos y las angustias. Escribo porque mientras lo hago estoy tan llena de vida que mi muerte no existe: mientras escribo, soy intocable y eterna. Y, sobre todo, escribo para intentar otorgar al Mal y al dolor un sentido que en realidad sé que no tienen.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Luis Muñoz</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Creo que puedo distinguir razones de tipo general y razones particulares. Entre las particulares: por darle forma a una emoción concreta, por hacerle un hogar de palabras a uno de esos pensamientos que uno cree que pueden ser salvadores, por ser vulnerable al contagio de otro poema que creo admirable y hacerme la ilusión de que puedo responderle, conversar con él o seguir alguno de sus hilos sueltos. Entre las generales, por querer sentir mi tiempo, el rabioso presente, en el lenguaje; por estar enamorado de la capacidad de las palabras para volver a decir la verdad, por el sentimiento de libertad que produce, por darles forma a seres informes: embriones de voces, sentimientos, sensaciones, ideas...</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Antonio Muñoz Molina</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Creo que nunca he pensado mucho en por qué escribo, salvo cuando me han hecho esa pregunta y he tenido que improvisar una respuesta que sonara convincente. Escribo, sobre todo, porque me gusta mucho hacerlo, y me ha gustado casi desde que tengo recuerdos. Me gustaba inventar cuentos, escribirlos y dibujarlos cuando era niño. Me gustaba escribir redacciones en la escuela. Luego empecé a leer novelas de aventuras y me enteré de que todas ellas tenían un autor, que solía ser Julio Verne, y por primera vez me imaginé practicando ese oficio. Después me aficioné a leer poesía y por imitación me puse a escribir versos, siempre muy malos. Cuando tuve una máquina de escribir, se me iban las tardes improvisando lo que fuera, por el puro gusto de golpear las teclas: diarios, poemas, obras de teatro. Escribo por gusto y porque me gano la vida escribiendo. Algunas veces disfruto mucho y otras preferiría estar haciendo cualquier otra cosa. Pero en ocasiones en que me he puesto a escribir contra mi voluntad y casi a la fuerza he encontrado cosas que de otra manera no se me habrían ocurrido. También escribo por quitarme la mala conciencia de no haber escrito, o para tener el alivio de haberlo hecho. Me puedo imaginar no publicando, al menos durante largos períodos, pero no me imagino no escribiendo. En el fondo es un vicio, un hábito cotidiano, o una manera de estar en el mundo, como tener afición por la lectura o por la música.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Julia Navarro</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Para mí, escribir es una oportunidad de vivir otras vidas, pero también de asumir compromisos, aunque a veces vayan envueltos con el papel del entretenimiento.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Andrés Neuman</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque de niño sentí que la escritura era una forma de curiosidad e ignorancia. Escribo porque la infancia es una actitud. Escribo porque no sé, y no sé por qué escribo. Escribo porque sólo así puedo pensar.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Amélie Nothomb</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Me preguntan por qué elegí escribir. Yo no lo elegí. Es igual que enamorarse. Se sabe que no es una buena idea y uno no sabe cómo ha llegado ahí, pero al menos hay que intentarlo. Se le dedica toda la energía, todos los pensamientos, todo el tiempo. Escribir es un acto y al igual que el amor, es algo que se hace. Se desconoce su modo de empleo, así que se inventa porque necesariamente hay que encontrar un medio para hacerlo, un medio para conseguirlo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Arturo Pérez-Reverte</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque hace 25 años que soy novelista profesional, y vivo de esto. Es mi trabajo. Igual que otros pasan en la oficina ocho horas diarias, yo las paso en mi biblioteca, rodeado de libros y cuadernos de notas, imaginando historias que expliquen el mundo como yo lo veo, y llevándolas al papel a golpe de tecla. Procuro hacerlo de la manera más disciplinada y eficaz posible. En cuanto a la materia que manejo, cada cual escribe con lo que es, supongo. Con lo que tiene en los ojos y la memoria. Muchas cosas no necesito inventarlas: me limito a recordar. Fui un escritor tardío porque hasta los 35 años estuve ocupado viviendo y leyendo; pateando el mundo, los libros y la vida. Ahora, con lo que eché en la mochila durante aquellos años, narro mis propias historias. Reescribo los libros que amé a la luz de la vida que viví. Nadie me ha contado lo que cuento.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Nélida Piñón</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Yo escribo porque el verbo provoca en mí desasosiego, afila los mil instrumentos de la vida. Y porque, para narrar, dependo de mi creencia en la mortalidad. Con la fe en que una historia bien contada me arrebate las lágrimas. Sobre todo cuando, en medio de la exaltación narrativa, menciona amores contrariados, despedidas hirientes, sentimientos ambiguos, despojados de lógica. Escribo, en conclusión, para ganar un salvoconducto con el que deambular por el laberinto humano.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Álvaro Pombo</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Pienso en el pequeño cementerio de Londres, a unos diez minutos a pie de Paddington Green, donde robé un perro feo, de cemento, del sepulcro de una dama ahí enterrada. Al venir a Madrid, abandoné ese perro a su suerte. Escribir esto, ¿es escribir, o no? Es, desde luego, un modo de hacer surgir los recuerdos y las imágenes distinto del modo normal: un modo prefabricado, que desea causar un efecto imborrable al menos en mi alma y luego en la de un lector o un millón, si es posible. Y también es un intento de expresar el ser, el Dios, en la claridad del ser-ahí que era yo en aquel entonces, al borde de la nada.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Benjamín Prado</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Yo escribo para divertirme, para entretenerlos, para aprender, para enseñarles, para que sea cierto que "escribir es soñar y que otros lo recuerden al despertar", para que no me olviden, para que no nos callen y, en primer lugar, porque no podría no hacerlo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Soledad Puértolas</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Las alegrías de la vida te desbordan. El dolor y la pérdida te superan y hunden. El tedio y la monotonía pueden resultar aniquiladores. Cuando escribo, estoy fuera de esa realidad. He entrado en otra donde sí es posible buscar un sentido, incluso vislumbrarlo. La soledad, que tantas veces se ha hecho insoportable, se hace ligera y deseable. El estado perfecto. Hay metas, humanidad, sentidos. Hasta cabe la risa, el gran regalo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Santiago Roncagliolo</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Debería decir que escribo porque no sé hacer nada más, pero intentaré una respuesta más profunda: creo que la realidad no tiene ningún sentido. Las cosas pasan a tu alrededor de una manera errática, a menudo contradictoria, y un día te mueres. Las cosas en que creías dejan de ser ciertas de un momento a otro. En cambio, las novelas tienen un principio, un medio y un desenlace. Los personajes se dirigen hacia algún lugar, la gloria, la autodestrucción o la nada, y sus acciones tienen consecuencias en ese camino. Escribo historias para inventar algo que tenga sentido.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Fernando Royuela</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo para seducir, para subvertir, para sentirme vivo y muerto, para llorar, amar y maldecir. Escribo para no tener que aguantarme, para negar el mundo, para huir. Escribo porque me da la gana y me lo puedo permitir.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>David Safier</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
¿Se acuerda de cuando era niño y jugaba, inventando historias disparatadas con figuritas de indios, vaqueros o pitufos? ¿O simplemente imaginando en la bañera que era el capitán de un barco pirata que buscaba un tesoro en medio de la tormenta? ¿Se acuerda de cómo se sentía cuando jugaba con otros niños en la calle y vivían increíbles aventuras haciendo de exploradores, cazadores o agentes secretos; luchando contra dinosaurios, monstruos o supermalos que querían destruir la tierra con rayos mortales? Pues bien, todo eso es lo que yo hago todavía. Jugar con mi imaginación. Cada día de mi vida. Y lo seguiré haciendo hasta que me muera. O me vuelva loco.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Jorge Semprún</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Si lo supiera, tal vez no escribiría. Quiero decir, si lo supiera con certeza, si a cada momento pudiese proclamar taxativamente, sin vacilar, por qué escribo, y para qué, para quién o quiénes; si así fuera, tal vez no escribiría. O sea que escribo, en cierta medida, para encontrar respuestas al porqué. Escribir no es un acto reflejo, ni una función natural. No se escribe como se come o se ama. No se agota en el hecho de escribir el portentoso, o doloroso, o lo uno y lo otro, milagro de la escritura. No se agota, al escribir, el deseo inagotable de la escritura. Tal vez porque sea ésta la mejor forma de sobrevivir. ¿Por qué escribo? Tal vez para sobrevivir a la muerte, la necesaria muerte que me nombra cada día.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Wole Soyinka</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Hace varios años, participé en esta misma experiencia con el periódico francés <i>Libération </i>. En aquella ocasión contesté: "Supongo que por el ser masoquista que llevo dentro de mí". Desde entonces, no he tenido ningún motivo para cambiar mi respuesta.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Antonio Tabucchi</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Preferiría formular la pregunta así: ¿Por qué se escribe? Hace tiempo, cuando era joven, escuché a Samuel Beckett responder: "No me queda otra". Las respuestas posibles son todas plausibles pero con signo de interrogación. ¿Escribimos porque tememos a la muerte? ¿Porque tenemos miedo de vivir, porque tenemos nostalgia de la infancia, porque el tiempo pasado corrió deprisa o porque queremos detenerlo? ¿Escribimos porque a causa de la añoranza sentimos nostalgia, arrepentimiento? ¿Porque querríamos haber hecho una cosa y no la hicimos o porque no deberíamos haber hecho algo que hicimos? ¿Por qué estamos aquí y queremos estar allá y si estuviéramos allá nos hubiese resultado mejor quedarnos aquí? Como decía Baudelaire, la vida es un hospital donde cada enfermo quiere cambiar de cama. Uno piensa que se curaría más deprisa si estuviera al lado de la ventana y otro cree que estaría mejor junto a la calefacción.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Andrés Trapiello</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Lo natural es hablar, incluso cantar, pero no escribir. Poner las palabras por escrito en un libro es, decía Unamuno, una "tragedia del alma", y acaso se escriba por miedo a quedarse uno a solas con su dolor, como si escribir fuese un remedio, y no un veneno. Así lo siento yo también.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Kirmen Uribe</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
En noviembre de 2007 tuve la suerte de asistir como escritor invitado a la clase de escritura creativa de Anthony MacCann, en el CalArts de Los Ángeles. Anthony me contó que los mejores de cada promoción son fichados por las grandes productoras para trabajar como guionistas de series de televisión. Se hacen ricos. Los "peores", por el contrario, se dedican a la poesía. A mí me encanta quedarme solo y escribir. "Un solitario impulso de delicia" me lleva a escribir, como decía Yeats en su poema "Un aviador irlandés prevé su muerte". Disfruto casi tanto como los "peores" de CalArts, que, tumbados en el césped del campus con un libro en las manos, levantaban la mirada para ver pasar las nubes. Yo, en la clase de Anthony, sería, sin duda, del grupo de los poetas.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Mario Vargas Llosa</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque aprendí a leer de niño y la lectura me produjo tanto placer, me hizo vivir experiencias tan ricas, transformó mi vida de una manera tan maravillosa que supongo que mi vocación literaria fue como una transpiración, un desprendimiento de esa enorme felicidad que me daba la lectura. En cierta forma la escritura ha sido como el reverso o el complemento indispensable de esa lectura, que para mí sigue siendo la experiencia máxima, la más enriquecedora, la que más me ayuda a enfrentar cualquier tipo de adversidad o frustración. Por otra parte, escribir, que al principio es una actividad que incorporas a tu vida con otros, con el ejercicio se va convirtiendo en tu manera de vivir, en la actividad central, la que organiza absolutamente tu vida. La famosa frase de Flaubert que siempre cito: "Escribir es una manera de vivir". En mi caso ha sido exactamente eso. Se ha convertido en el centro de todo lo que yo hago, de tal manera que no concebiría una vida sin la escritura y, por supuesto, sin su complemento indispensable, la lectura.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Juan Gabriel Vásquez</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque me irrita y me entristece el desorden del mundo, y descubrí hace mucho tiempo que en la buena ficción el mundo tiene un orden o su desorden tiene un sentido. Escribo porque mi inteligencia es limitada y sólo soy capaz de entender lo que viene en palabras. Escribo, por lo tanto, porque no entiendo o porque ignoro: "escribe sobre lo que conoces" me parece el consejo más idiota del mundo, porque se escribe, precisamente, para conocer.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Manuel Vicent</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Si esta pregunta se me hubiera formulado hace muchos años, cuando empecé a escribir, mi respuesta habría sido más romántica, más literaria, más estúpida. Probablemente habría contestado que escribía para crear un mundo a mi imagen, para poder leer el libro que no encontraba en mi biblioteca, para no suicidarme, para enamorar a una niña, para influir en la sociedad o tal vez cínicamente porque no servía para nada más, ni siquiera para arreglar un enchufe. Sin olvidar lo que este oficio tiene de vanidad y de narcisismo, a estas alturas de la profesión creo que escribo porque es un trabajo que me gusta, que unas veces me sale bien y otras mal, pero en cualquier caso la literatura ya forma parte de un mismo impulso vital que me sirve para sentirme a gusto todavía en este mundo, sin que espere gran cosa de su resultado.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Enrique Vila-Matas</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Ah, ya veo, vuelve la vieja y pérfida pregunta. Pero también podrían ustedes preguntarme por qué acabo de hacer un moño en mis zapatos, y por qué no me he contentado con un nudo que, para el caso, me habría servido igual. En algún tiempo remoto, un antepasado hizo el primer moño. Nosotros no somos más que sus imitadores, un eslabón en la cadena ininterrumpida de la tradición. De modo que a quien habría que preguntarle por qué escribo es a ese antepasado, preguntarle por qué quiso ir más allá del nudo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Juan Eduardo Zúñiga</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
El jardincillo parece envejecido con los fríos de noviembre y el suelo está cubierto de las hojas caídas de una acacia. Dejo de mirarlo desde la ventana, estoy solo en el cuarto vacío donde tengo los juguetes y los cuentos, en las paredes sujetas con chinchetas hay dos láminas referentes a un país extranjero y extranjero es el autor de un libro que cojo, y me aprendo su nombre: Michel Zevaco. Leo el final del segundo capítulo: un hombre busca sin parar en un cofre lleno de joyas y no encuentra lo más importante para él. Me extraña esto ¿más valioso que joyas? Tengo al lado un cuaderno y lápiz, sin pensar escribo: "Él buscaba algo entre las joyas..." y sigo escribiendo, sigo así hasta hoy.<span class="fin" style="background-color: #49bbe3; border: 4px solid rgb(73, 187, 227); color: #49bbe3; font-family: arial; font-size: 4px; font-stretch: normal; line-height: 4px; margin: 0px 0px 0px 4px; outline: 0px; padding: 0px 2px; vertical-align: baseline;">.</span></div>
Por Jesús Ruiz MantillaEL PAIS - GDA</section>Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-28820620210097039722015-03-05T04:14:00.003-08:002015-03-05T04:14:36.054-08:00Perder un libro a medio leer Dia de luto - Perdi un libro. Perdi un amigo, un compañero, un hermano, un consejero.No era tan bueno , pero era la voz que me acompañaba a todas partes en éstos últimos dos meses . Si, iba lenta esa lectura porque no me sobra mucho tiempo para leer y además soy lectora compulsiva y leo cualquier cosa escrita que me caiga en mis manos o ante mis ojos : twits , posts , revistas, volantes, diarios, cuadernos, folletos, boletos, papeles nuevos, papeles viejos, papeles ajenos , la web, carteles en al calle, revistas de golf, nautica y de circulo de abogados en consultorios de dentistas, envoltorios de galletitas , prospectos de remnedios, al etiqueta del acondicionador de pelo, los suplementos Campo y Rural que siempre quedan en Mc Donalds y Starbucks cuando el resto del diario desapareció y que no le interesan a nadie en este planeta, y lo mejor de todo : el papel de diario con que vienen envueltos los huevos, que siempre tiene cosas interesantes ... todo en detrimento de terminar libros. Pero de este libro me faltaba un cuarto de páginas y ya , casi casi, lo terminaba. Es un libro medio tonto, con ejemplos y parábolas gastadas, pero que hace bien. De tanto llevarlo de acá pará allá estaba sucio y ajado, como debe estar un libro bien leído. Y en alguna de las escalas de tantos trámites se me cayó o lo dejé . Y no hay nada peor que un "lectus interrumptus". Siento como que estaba teniendo una linda charla con un amigo cálido e interesante y que cuando estaba en la mitad del relato...¡ZAS! , se lo traga la tierra o lo abduce un ovni ...y yo ahí agitando los brazos al cielo, con los ojos desorbitados, le grito : "¿Pero cómo sigue ? ¡Por favor! ¿CÓMO SIGUE?", sin saber adónde fue, hundiéndome sola en su silencio, mi cerebro hambreado con un relato sin final, que para mi cerebro es el horror mismo.No pienso comprarlo otra vez. Iré a una libreria a leerlo de parada y en diagonal, para descubrir que no era ninguna maravilla, pero para demostrarme a mi misma que me lo leí todo y llegué al final, que es lo que importa. Bueno, un poco como la vida misma. .Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-45260237630248775932014-01-08T09:20:00.004-08:002014-01-08T09:21:10.475-08:00Nora Bär : Cuando el genio literario emerge del sufrimiento-La escritura desde la depresión <div class=" floatFix" style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 12px; line-height: 18px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<span class="fecha" content="Viernes 27 de diciembre de 2013" itemprop="datePublished" style="border: 0px; color: #666666; float: right; line-height: 17px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px 12px 15px 0px; vertical-align: baseline;">Viernes 27 de diciembre de 2013 | Publicado en edición impresa</span></div>
<div class="columnista floatFix" style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 12px; line-height: 18px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline;">
<div class="datos" style="border: 0px; float: right; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; min-height: 130px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 525px;">
<div class="volanta" itemprop="about" style="border: 0px; color: grey; font-size: 14px; line-height: 20px; min-height: 20px; outline: 0px; padding: 0px 12px; vertical-align: baseline;">
</div>
<h1 itemprop="name" style="border: 0px; color: #222222; font-family: TheSansSemi, Arial; font-size: 35px; font-weight: normal; letter-spacing: -0.1px; line-height: 40px; margin: 0px; min-height: 70px; outline: 0px; padding: 5px 12px 10px; vertical-align: baseline;">
Cuando el genio literario emerge del sufrimiento</h1>
</div>
</div>
<span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px;">¿Dónde anida el genio literario? ¿Qué trama singular les da a algunos la posibilidad de descubrir mundos ocultos detrás del mero pragmatismo de la palabra?</span><br />
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
A fines del siglo XIX, el controvertido médico y antropólogo italiano Cesare Lombroso, padre de la criminología, encontró una respuesta tentativa a esta pregunta. En Genio e follia (Genio y locura, Brigola, Milán, 1872 y 1882), planteó que el don artístico es una forma de desequilibrio mental. Para sustentar su hipótesis, se dedicó a coleccionar lo que llamó "arte psiquiátrico" (escritos, dibujos y pinturas realizados por pacientes encerrados en hospitales mentales) y vinculó la creatividad con la esquizofrenia, por el alto índice de pacientes que plasmaban su tormentosa existencia en una obra artística.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
El insidioso vínculo que parece tenderse entre las mentes creativas y la enfermedad es un tópico que reaparece insistentemente cuando se trata de explicar esa cualidad inasible que poseen ciertas personas de ir más allá de la realidad aparente y ver fractales donde la mayoría de los demás apenas percibimos ángulos rectos. "El arte transforma en novedoso lo cotidiano, en original lo repetitivo y ordinario -dice el doctor Facundo Manes, presidente de la Fundación Ineco y director del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro-. La obra de arte permite interpretar con nuevas claves lo conocido y construir nuevos sentidos colectivos. Y es el genio artístico el que tiene la capacidad de generar aquello extraordinario que la sociedad percibe y admira como maravilloso."</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Aunque las neurociencias desmienten que sea imprescindible sufrir demencia o esquizofrenia para ser un genio creativo, explica Manes, mucho de lo que se sabe sobre creatividad y cerebro se conoce por personas que desarrollaron talentos artísticos luego de expresar una disfunción cerebral. "Kandinsky descubrió su problema neurológico, denominado sinestesia, durante un concierto de Wagner, en el que percibió que veía los colores de la música -cuenta-. Diversos estudios sugieren una asociación entre la enfermedad bipolar y la creatividad. Personas con afectación progresiva del lóbulo frontal pueden desarrollar talento creativo luego del comienzo de la enfermedad, más allá de no haber tenido una historia personal de producción artística previa. Una hipótesis es que luego del daño frontal, los sistemas de inhibición se liberan. Algunos proponen que la innovación surge cuando áreas del cerebro que generalmente no están conectadas logran comunicarse y coactivarse."</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Desde el célebre Bobby Fisher hasta el malogrado pianista australiano David Helfgott (el de la película Claroscuro), Beethoven o el matemático ruso Grigori Perelman (que rehusó recibir la medalla Fields y un premio de un millón de dólares para vivir recluido en un modesto departamento junto a su madre), la historia de las grandes mentes sugiere que no se alcanzan las altas cumbres del pensamiento sin una dosis de sufrimiento y desequilibrio.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
La literatura es un capítulo particularmente elocuente de cómo se entretejen las penurias y la creación. En Orwell's Cough (La tos de Orwell, Oneworld Publications, 2012), el médico infectólogo e investigador de la Universidad de Harvard, John Ross, argumenta que, en individuos dotados, períodos juveniles de infelicidad podrían impulsar logros literarios de dos maneras: aumentando el riesgo de desórdenes del ánimo, que se vinculan con la creatividad, y desarrollando la fantasía y la imaginación. "El genio literario emerge más frecuentemente del fracaso y la pena que del confort y la complacencia", dice Ross.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
A la manera de un doctor House histórico, en su obra el especialista pone la lupa sobre una paleta de estrellas del panteón literario occidental, y sigue las huellas que dejaron en sus escritos y en sus biografías para reconstruir las dolencias que no sólo no detuvieron su trabajo creativo, sino que parecen haber contribuido a alimentarlo. Como afirma Faulkner en una de las entrevistas de The Paris Review reunidas en El oficio de escritor (Ediciones Era, 1968):</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe por qué ellos lo escogen y suele estar demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar la obra.</div>
<h2 style="background-color: white; border: 0px; clear: both; color: white; font-family: TheSansBold, Arial; font-size: 17px; font-weight: normal; line-height: 25px; margin: 25px 0px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; text-transform: uppercase; vertical-align: baseline;">
<span style="background-color: #49bbe3; border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 5px 8px 4px 12px; vertical-align: baseline;">LA LETRA DE SHAKESPEARE</span></h2>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Aunque a veces se cree que para llegar a ser un gran escritor se necesita una sólida educación formal y que la tranquilidad económica ampara la creación artística, muchos ejemplos indican lo contrario. Este escenario parece haberse cumplido en el caso de William Shakespeare, quienquiera que haya sido, que habría escrito gran parte de su producción abrumado por la enfermedad.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
El único hecho médico que se conoce acerca del bardo inglés es que su letra se hizo temblorosa hacia el final de su vida y a partir de allí Ross hilvana sus hipótesis. La letra del poeta y dramaturgo empeoró gradualmente desde los 36 años, cuando escribió Hamlet, hasta su muerte, a los 52. Aparentemente, eso podría atribuirse al envenenamiento con mercurio, un indicador de que habría sufrido sífilis, enfermedad venérea que se había transformado en una verdadera plaga a fines del siglo XVI.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Se cree que la sífilis llegó a Europa con la tripulación de Colón. Estudios recientes respaldan esta tradición, ya que no se encontraron trazas de sífilis en varios miles de esqueletos europeos del siglo XV, pero hasta el catorce por ciento de los esqueletos de sitios precolombinos de la hoy República Dominicana tenían signos de daño óseo sifilítico.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
"Las referencias a la sífilis en Shakespeare son más abundantes, intrusivas y clínicamente exactas que en sus contemporáneos", dice Ross. El tratamiento de rutina consistía, precisamente, en vapores de mercurio, que provocan temblor, gingivitis y una constelación de cambios de la personalidad. Casi un siglo más tarde, Newton tuvo un prolongado episodio de paranoia, insomnio y aislamiento social entre cuyas causas se menciona también un posible envenenamiento por mercurio (originado en sus estudios de la alquimia). Análisis de sus cabellos detectaron un contenido de 197 partes por millón, comparado con valores modernos de menos de 1,4 ppm.</div>
<h2 style="background-color: white; border: 0px; clear: both; color: white; font-family: TheSansBold, Arial; font-size: 17px; font-weight: normal; line-height: 25px; margin: 25px 0px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; text-transform: uppercase; vertical-align: baseline;">
<span style="background-color: #49bbe3; border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 5px 8px 4px 12px; vertical-align: baseline;">LA CEGUERA DE BORGES Y DE MILTON</span></h2>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Perder la visión es una de las circunstancias más dolorosas que pueden sobrevenirle a cualquier persona, pero para un escritor es un obstáculo monumental. Sin embargo, después de la figura fundacional de Homero, dos obras insoslayables se deben a escritores ciegos. Uno de ellos es Borges, acosado toda su vida por graves problemas de visión, que culminaron en la ceguera total cuando tenía 55 años.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
"La ceguera de Borges es hereditaria por línea paterna -cuenta su mujer, María Kodama, creadora y directora de la Fundación Internacional que lleva el nombre del escritor-. Su padre murió ciego y su abuela inglesa también. Él fue extremadamente miope desde muy chico y sabía que iba a quedar ciego. Entonces ejercitó su memoria para poder recordar en el futuro lo que pensaba que algún día sería incapaz de leer."</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Según recuerda Kodama, en su juventud Borges tuvo varios desprendimientos de retina y también puede haber padecido glaucoma (inapropiado drenaje del humor acuoso, lo que aumenta la presión intraocular y daña el nervio óptico). "Es una observación mía -aclara-, pero quizás sus problemas estuvieran relacionados además con la diabetes, que sufrió de joven."</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Cuando lo nombraron director de la Biblioteca Nacional, Borges escribió "El poema de los dones":</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Nadie rebaje a lágrima o reproche</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
esta declaración de la maestría</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
de Dios, que con magnífica ironía</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
me dio a la vez los libros y la noche.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
De esta ciudad de libros hizo dueños</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
a unos ojos sin luz, que sólo pueden</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
leer en las bibliotecas de los sueños.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Según cuenta Kodama, la ceguera de Borges no era total, sino que él estaba en una penumbra, una luz azulada. Ése fue el último color que perdió.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Para seguir escribiendo, les dictó a su madre, a amigos y hasta a periodistas que iban a entrevistarlo. Tenía una memoria prodigiosa: "Me acuerdo de una de las primeras veces que me dijo que buscara una nota en un libro -cuenta Kodama-. Lo hojeo y, de pronto, veo algo que decía 'contradicción, ver en la página tal'. Entonces me dice que mire en la portadilla. ¡Era una anotación de cuando tenía 16 años!" Y sigue: "Nunca se quejó, nunca dijo '¿por qué a mí?' . Eso demuestra una entereza de carácter. Hay una foto que tengo en la sala de conferencias en la que Borges está con los ojos cerrados muy apretados. Era la imagen de cuando comenzaba la creación, la ceguera sola no le bastaba. Para mí esa foto tiene un significado muy fuerte. Era el momento de máxima concentración".</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
John Milton también quedó ciego en la mitad de su vida, pero se sobrepuso y escribió nada menos que El paraíso perdido. Ross conjetura en su libro:</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Al parecer, Milton exhibía dificultades interpersonales que sugieren un grado de 'autismo de alto rendimiento' o síndrome de Asperger. La gente con ese trastorno tiene problemas en aspectos de la interacción social que son intuitivos para la mayoría de las personas. Pueden tener grandes capacidades intelectuales, pero el comportamiento común les es misterioso.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Milton comenzó a perder su visión del ojo izquierdo en 1644, a los 36 años, y cinco años más tarde perdería la del ojo derecho. Lo trataron haciéndole heridas cerca de los ojos que se mantuvieron abiertas para que "escaparan los malos humores". En 1652 se volvió totalmente ciego. Aunque no se sabe con precisión, se especula que se debió a enfermedades de la córnea, cataratas (opacificación del cristalino), glaucoma o desprendimiento de la retina causado por una miopía grave.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Pero además de la ceguera, Milton desarrolló fuertes cefaleas y dolorosos trastornos digestivos. También sufrió de artritis gotosa. Ambos cuadros sugieren envenenamiento con plomo, que afecta los riñones, produce aumento de ácido úrico y daña la red nerviosa intestinal. También causa anemia.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Por sus actividades políticas, los libros de Milton fueron quemados y él, encerrado en la Torre de Londres. Abandonado por sus hijas debido a los malos tratos que les dispensaba, para completar El Paraíso perdido debía dictarle entre 10 y 30 líneas diarias a alguno de sus muchos admiradores. Murió a los 65 años, probablemente de una arritmia cardíaca.</div>
<h2 style="background-color: white; border: 0px; clear: both; color: white; font-family: TheSansBold, Arial; font-size: 17px; font-weight: normal; line-height: 25px; margin: 25px 0px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; text-transform: uppercase; vertical-align: baseline;">
<span style="background-color: #49bbe3; border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 5px 8px 4px 12px; vertical-align: baseline;">LA DEMENCIA DE FIJMAN Y DE SWIFT</span></h2>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
</div>
<br />
<figure class="foto-encolumnada" style="background-color: white; border-bottom-color: rgb(218, 218, 218); border-bottom-style: solid; border-right-color: rgb(218, 218, 218); border-right-style: solid; border-top-color: rgb(218, 218, 218); border-top-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 0px; color: #333333; float: left; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 0; margin: 15px 15px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline; width: 300px;"><a href="https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=3935183915136692887" style="border: 0px; color: #335577; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><img src="http://bucket3.clanacion.com.ar/anexos/fotos/28/1818228w300.jpg" style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 300px;" /><span class="ampliar-foto" style="background-color: transparent; background-image: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/fdos8.png); background-position: -15px -608px; background-repeat: no-repeat no-repeat; border: 0px; cursor: pointer; display: block; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; height: 23px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: 5px; top: 5px; vertical-align: baseline; width: 28px;" title="Ampliar imagen"> </span></a><figcaption class="epigrafe-columna" id="epigrafe_1818228" style="background-color: #f8f8f8; border: 0px; color: #464646; font-size: 12px; line-height: 17px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 8px; vertical-align: baseline;">Jonathan Swift sufría depresión desde la adolescencia. Foto: María Elina</figcaption></figure><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px;">Desde siempre, se cree que locura y creación tienen algo en común. Uno de los casos más sobrecogedores que ilustran la connivencia de literatura y psicosis es el del poeta Jacobo Fijman. Nacido en 1898, sus crisis empezaron en 1921. Se volvió místico y se convirtió al catolicismo. En 1942 lo internaron definitivamente por psicosis delirante hasta su muerte. En su notable Fijman, un poeta entre dos vidas, (Ediciones de la Flor, 1992), Juan Jacobo Bajarlía describe el viaje del escritor al fin de la noche:</span><br />
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
La vida de Fijman fue una dispersión [...] donde la realidad no estaba en la cosa sino en la palabra. En ella residía su magnitud y su delirio [...]. Sólo fue coherente en su poesía, allí donde las tinieblas y la realidad dejan de combatirse.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Fijman murió en lo que es hoy el Hospital Borda, el 1° de diciembre de 1970. En la morgue, escribe Bajarlía, "tenía un cartel sujeto con un piolín a uno de los dedos del pie en el que se leía: 'Jacobo Fijman, 72 años, muerto de edema pulmonar'".</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Jonathan Swift, el creador de Los viajes de Gulliver, novela cuyo protagonista enloquece por contemplar tan de cerca los defectos de la naturaleza humana, sufrió de depresión desde la adolescencia y en 1689 padeció el primer ataque de una extraña enfermedad que lo perseguiría el resto de su vida. Le causaba vértigo, tinnitus (percepción de sonidos que no provienen de ninguna causa externa) y pérdida de la audición. Probablemente, sufrió la enfermedad de Menière, un trastorno progresivo que daña el oído interno, y que le causó problemas de concentración y de memoria.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Además, también padecía trastorno obsesivo compulsivo. Era higiénico hasta un grado extraordinario para el siglo XVIII, "cuando se lavaba la ropa pero raramente el cuerpo -cuenta Ross-. Era puntual y de hábitos monótonos, hacía listas y contaba sus pasos cuando caminaba. Se ejercitaba obsesivamente y caminaba entre seis y dieciséis kilómetros por día. Vivía pendiente del reloj. En sus cenas, nadie podía hablar más de un minuto por vez, incluido él".</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Los viajes de Gulliver se publicó en 1726 y tuvo un éxito inmediato. Swift pasó a ser famoso pero miserable. Deseaba la muerte. Sus biógrafos mencionan que padecía alucinaciones. Horrorizado por la senilidad, en una carta de 1735 a su amigo Alexander Pope le confiesa que su "memoria lo está abandonando rápidamente". Un año más tarde todas sus facultades habían decaído y sus pasiones estaban fueran de control, lo que lo convertía en "un tormento para sí mismo y para todos los que lo rodeaban".</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Se hizo más grosero y maltrataba a las mujeres, signos característicos de demencia frontal o enfermedad de Pick. Pero a pesar de sus penurias físicas y mentales, su pico creativo fue tardío: gran parte de su obra se conoció después de que cumplió 50 años, incluyendo sus poemas escatológicos, lo que permite preguntarse si su originalidad fue un subproducto de la demencia.</div>
<h2 style="background-color: white; border: 0px; clear: both; color: white; font-family: TheSansBold, Arial; font-size: 17px; font-weight: normal; line-height: 25px; margin: 25px 0px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; text-transform: uppercase; vertical-align: baseline;">
<span style="background-color: #49bbe3; border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 5px 8px 4px 12px; vertical-align: baseline;">LA TOS DE LAS HERMANAS BRONTË</span></h2>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Si hay una patología asociada con la literatura es la tuberculosis. "El mito de la tuberculosis ofrecía algo más que una explicación de la creatividad -escribe Susan Sontag en La enfermedad y sus metáforas (Random House Mondadori, 2012)-. Daba un modelo importante de la vida bohemia, vivida con o sin la vocación artística."</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Un artículo de la edición de marzo de 1964 de la revista para médicos MD, dedicado a Alejandro Dumas padre, confirma que la tisis era la enfermedad de moda. Tanto que éste, afirma el autor de la nota,</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
se vio obligado a contagiar a una de sus heroínas con el bacilo de Koch . Cuando la novela Amaury se publicaba por entregas, Dumas tuvo noticias de que la hija de un noble y el yerno de éste, ambos tuberculosos, esperaban ansiosos la publicación de los diferentes capítulos como si quisieran averiguar cuál sería su propio destino. Interrumpió la publicación de la obra y le envió a la romántica pareja un desenlace falso, pero feliz; sólo después de muertos los dos permitió que siguiera la serie.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
También se cuenta que, cuando ambos la padecían, Keats consolaba a Shelley diciéndole que era "una enfermedad particularmente amiga de la gente que escribe versos". La sufrieron Bécquer, Kafka y Chejov, entre muchos otros. Pero las hermanas Brontë representan, sin duda, un caso especial. Charlotte, que escribió Jane Eyre; su hemana menor, Emily, autora de Cumbres borrascosas; así como sus dos hermanas mayores, María y Elizabeth, contrajeron la tuberculosis al igual que otras 36 alumnas de una clase de 53 chicas que estudiaban en la Clergy Daughter's School, donde dormían hacinadas y se levantaban a las cinco de la madrugada para tomar un desayuno lamentable y lavarse con agua congelada. María y Elizabeth murieron a los once y diez años, respectivamente. Charlotte y Emily seguirían ese camino varios años después.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Emily Brontë era una personalidad extraña. Sus biógrafos dicen que nunca mostró interés por un humano; todo su amor estuvo reservado a los animales y hay quienes atribuyen sus peculiaridades al síndrome de Asperger (son adictos al trabajo, tienen excelente memoria y retención de los detalles, frecuentemente poseen grandes habilidades verbales y pueden encontrar un aspecto terapéutico en la creación artística). Hacia fines de 1848, y después de meses de toses, debilidad y falta de aire, fue languideciendo cada vez más y murió en diciembre de 1848.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Charlotte, sumida en la depresión, se refugió en la escritura. Casada a los 38 años, a los seis meses se embarazó, desarrolló hiperemesis gravídica (náuseas y vómitos continuos, un trastorno que afecta al uno por ciento de las embarazadas) y fiebre, un cóctel que inclinó la balanza a favor de la malnutrición, la tuberculosis y, finalmente, la muerte.</div>
<h2 style="background-color: white; border: 0px; clear: both; color: white; font-family: TheSansBold, Arial; font-size: 17px; font-weight: normal; line-height: 25px; margin: 25px 0px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; text-transform: uppercase; vertical-align: baseline;">
<span style="background-color: #49bbe3; border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 5px 8px 4px 12px; vertical-align: baseline;">LA BIPOLARIDAD DE HERMAN MELVILLE</span></h2>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Uno de los ocho hijos de un importador de bienes de lujo franceses, Herman Melville, parece haber heredado la vulnerabilidad al desorden bipolar de su padre que, tras huir de Manhattan por un quebranto comercial, cayó en el delirio. Según afirma Ross, su desorden habría impulsado la carrera literaria del creador de Moby Dick, pero también aceleró su caída.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
A los doce años, Herman debió emplearse en un banco para sostener a su familia. Sin educación formal, pero voraz lector, se embarcó por primera vez cuando tenía 19 años, en enero de 1841. Después de viajar a ese Edén de los marinos que era la Polinesia, se transformó en escritor. Produjo toda su obra acosado por la bipolaridad, la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo y los problemas con el alcohol. Existen indicios de que habría maltratado a su mujer y a sus hijos. En sus escritos abundan las referencias a la locura y a la depresión.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Pero dado que también sufrió ataques de dolor ocular y fotofobia, reumatismo y otros males, en su libro Ross sugiere que habría padecido una enfermedad autoimmune, espondilitis anquilosante, que conduce a la inflamación y endurecimiento de articulaciones vertebrales, sacroilíacas y de los ojos. Además, tuvo artritis en ambas manos, gota, y erisipela, una infección de la piel causada por estreptococos, que sin embargo no le impidió escribir la nouvelle Billy Budd. Murió a los 72, en 1891, aparentemente por fallas de una válvula cardíaca.</div>
<h2 style="background-color: white; border: 0px; clear: both; color: white; font-family: TheSansBold, Arial; font-size: 17px; font-weight: normal; line-height: 25px; margin: 25px 0px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; text-transform: uppercase; vertical-align: baseline;">
<span style="background-color: #49bbe3; border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 5px 8px 4px 12px; vertical-align: baseline;">CERVANTES Y JACK LONDON</span></h2>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Para comprender cómo las incomodidades y la enfermedad pueden alumbrar obras maestras basta con pensar en el Quijote. Es sabido que Cervantes lo escribió en sus últimos años y en medio de todo tipo de sufrimientos. Aquejado de una sed constante, probablemente a causa de una diabetes avanzada, en esos días su organismo ya se encontraba en un estado calamitoso. Según se lee en el prólogo de las Novelas ejemplares, el escritor confiesa:</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y nariz corva, [...] los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis y ésos mal acondicionados y peor puestos [...] es el rostro del autor de la Galatea y de Don Quijote [...]. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo; herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Un caso no tan conocido es el de Jack London. A los 21, cuando se convirtió en escritor, ya había sido marinero, cazador de focas, boxeador y buscador de oro, entre otras actividades. La llamada de la selva lo catapultó a la fama y la riqueza. Fue el primer escritor en ganar un millón de dólares (aunque su madre lo había sacado de la escuela a los trece años para mandarlo a trabajar 14 horas por día a 10 centavos la hora.).</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Durante sus viajes sufrió escorbuto y gonorrea. En las islas Solomon, una enfermedad provocada por la misma bacteria que la sífilis, pero transmitida por la picadura de insectos le causó sufrimientos horrorosos. También tuvo impresionantes inflamaciones en sus manos y uñas, tal vez a causa del envenenamiento por mercurio.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Luego, cuando viajó a México para informar sobre la revolución mexicana, cayó enfermo de disentería. Quiso combatirla con estricnina, belladona, heroína, opio y morfina. Pero a pesar de todo, produjo 49 libros en 19 años. Escribía 15 horas por día y raramente dormía más de cinco horas por noche. A los 40, tenía cálculos renales y la dentadura arruinada. El 22 de noviembre de 1916 su valet lo encontró azul. En el suelo, había una jeringa y dos viales de morfina.</div>
<h2 style="background-color: white; border: 0px; clear: both; color: white; font-family: TheSansBold, Arial; font-size: 17px; font-weight: normal; line-height: 25px; margin: 25px 0px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; text-transform: uppercase; vertical-align: baseline;">
<span style="background-color: #49bbe3; border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 5px 8px 4px 12px; vertical-align: baseline;">LOS OJOS DE JOYCE</span></h2>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
James fue uno de los diez hijos de Stanislaus Joyce. Iba a ser médico pero un desastre comercial de su padre le impidió graduarse. Sus trastornos de salud empezarían con los problemas venéreos, pero no terminarían allí.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Aunque fue un escritor disciplinado, que subordinaba todo a su trabajo (completó Dublinenses en 1907 y Retrato de un artista adolescente en 1914), al finalizar su primera obra tuvo un ataque de poliartritis e iritis, o inflamación del iris. Se sospecha que en realidad la enfermedad de Joyce fue una artritis reactiva, enfermedad autoinmune desencadenada por una infección genital o por diarrea ocasionada por ciertas bacterias. Terminaría perdiendo casi totalmente la visión debido a la inflamación, las operaciones y las complicaciones.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
En 1917, mientras escribía Ulises, tuvo varios ataques de glaucoma y uno particularmente grave que obligó a su oftalmólogo a removerle parte del iris para aliviar la presión. En 1920, ya instalado en París, pasó cinco semanas en un cuarto oscuro y recibiendo gotas de cocaína como anestésico, lo que puede haber empeorado el cuadro y agravado su glaucoma. Entre septiembre de 1922 y junio de 1926 tuvo nueve operaciones oculares. Al cabo de las cirugías, casi no veía con el ojo izquierdo.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Durante la última década de su vida, la esquizofrenia de su hija, Lucía, lo precipitó en la depresión mientras padecía dolorosas úlceras pépticas y una peritonitis que resultó fatal.</div>
<h2 style="background-color: white; border: 0px; clear: both; color: white; font-family: TheSansBold, Arial; font-size: 17px; font-weight: normal; line-height: 25px; margin: 25px 0px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; text-transform: uppercase; vertical-align: baseline;">
<span style="background-color: #49bbe3; border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 5px 8px 4px 12px; vertical-align: baseline;">LOS PULMONES DE ORWELL</span></h2>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
</div>
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<figure class="foto-encolumnada" style="background-color: white; border-bottom-color: rgb(218, 218, 218); border-bottom-style: solid; border-right-color: rgb(218, 218, 218); border-right-style: solid; border-top-color: rgb(218, 218, 218); border-top-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 0px; color: #333333; float: left; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 0; margin: 15px 15px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline; width: 300px;"><a href="https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=3935183915136692887" style="border: 0px; color: #335577; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><img src="http://bucket1.clanacion.com.ar/anexos/fotos/30/1818230w300.jpg" style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 300px;" /><span class="ampliar-foto" style="background-color: transparent; background-image: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/fdos8.png); background-position: -15px -608px; background-repeat: no-repeat no-repeat; border: 0px; cursor: pointer; display: block; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; height: 23px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: 5px; top: 5px; vertical-align: baseline; width: 28px;" title="Ampliar imagen"> </span></a><figcaption class="epigrafe-columna" id="epigrafe_1818230" style="background-color: #f8f8f8; border: 0px; color: #464646; font-size: 12px; line-height: 17px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 8px; vertical-align: baseline;">George Orwell tuvo tos crónica desde chico. Foto: María Elina</figcaption></figure><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px;">Nacido como Eric Blair en la India, en 1903, George Orwell tuvo tos crónica desde chico y contrajo el dengue en Birmania. Sufrió la pobreza y trabajó como lavaplatos en París. Tenía episodios de tos todos los inviernos, sin embargo, los tests para detectar tuberculosis siempre arrojaban resultados negativos.</span><br />
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Mientras participaba en la guerra civil española, una bala de Mauser le atravesó el cuello. pero no lo mató. Luego de recuperarse, escribió Homenaje a Cataluña en cuatro meses, no obstante, en marzo de 1938 empezó a toser grandes cantidades de sangre. Estaba muy delgado y con sus pulmones en un estado lamentable. Lo internaron y lo sometieron a una batería de tests. Los análisis volvieron a arrojar resultados negativos. El diagnóstico fue bronquiectasia crónica del pulmón izquierdo, una complicación de neumonía o bronquitis mal curadas en la niñez, en una época en que no existían los antibióticos.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
En un período de buena salud escribió Rebelión en la granja. Este libro y el posterior, 1984, le trajeron la fama, pero ya no podría disfrutarla. Después de la muerte de su mujer en una cirugía por tumores uterinos, y de quedar a cargo de un hijo recientemente adoptado, pasó los últimos 18 meses de su vida en la isla escocesa de Jura, sin electricidad ni agua caliente. Murió de tuberculosis en 1950, poco después de que 1984 se transformó en un éxito editorial.</div>
<h2 style="background-color: white; border: 0px; clear: both; color: white; font-family: TheSansBold, Arial; font-size: 17px; font-weight: normal; line-height: 25px; margin: 25px 0px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; text-transform: uppercase; vertical-align: baseline;">
<span style="background-color: #49bbe3; border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 5px 8px 4px 12px; vertical-align: baseline;">LA EPILEPSIA DE DOSTOIEVSKI</span></h2>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Hubo muchos escritores que padecieron epilepsia -como Flaubert, Poe, Dickens y Agatha Christie- pero sin duda Dostoievski es el más famoso de todos. Hijo de un cirujano militar retirado, desde 1860 registró meticulosamente sus ataques en una libreta. Documentó 102 convulsiones "de todos tipos" en 20 años, con largas épocas en las que sufría un episodio cada tres semanas.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Son numerosos los estudios neurológicos que intentan develar de qué tipo era la epilepsia que aquejaba al escritor. En uno de ellos, publicado en la revista Seizure, se destaca que la enfermedad influyó en su escritura y su estilo. Christian Baumann, Vladimir Novikov, Marianne Regard y Adrian Siege explican:</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Su lenguaje es nervioso, tenso e impulsivo. Sus frases son frecuentemente largas y complicadas, contienen una colorida aglomeración de palabras y expresiones, términos oficiales, periodísticos y científicos, palabras extranjeras, nombres y citas. [.] Muchos eventos de las novelas de Dostoievski comienzan súbitamente, sin preparación o explicación -como las convulsiones-. [.] Escribía de manera minuciosa, usando cada espacio vacío de la página. Mostró una tendencia hacia la escritura compulsiva y sus escritos a menudo estaban vinculados con problemas morales, éticos o religiosos, lo que podría reflejar cambios de comportamiento dscriptos en la epilepsia temporal.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
No es difícil entender por qué el vínculo entre enfermedad y creación apasiona a los científicos. "Observar la incidencia de enfermedades en los procesos creativos nos permite modificar nuestros pareceres sobre las enfermedades, pero también sobre los procesos creativos -afirma Manes-. El interés en una tarea artística lleva a un alto estado de motivación que produce una atención sostenida, necesaria para mejorar el rendimiento en otros dominios cognitivos. La creatividad puede ser entrenada, pero también hay una carga genética que la predispone. En el estudio de la producción artística de personas con enfermedades mentales hay mucho para aprender sobre el cerebro, sobre las enfermedades en sí mismas y, por qué no, sobre la historia del arte y la cultura. Pero también, y de manera más inquietante, está la posibilidad de interpelarnos sobre la idea de lo normal, de lo establecido, de los prejuicios negativos que muchas veces surgen sobre aquello que se manifiesta como diferente en la sociedad. De esa diferencia, muchas veces, ha surgido la maravilla."</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
</div>
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<figure class="foto-encolumnada" style="background-color: white; border-bottom-color: rgb(218, 218, 218); border-bottom-style: solid; border-right-color: rgb(218, 218, 218); border-right-style: solid; border-top-color: rgb(218, 218, 218); border-top-style: solid; border-width: 1px 1px 1px 0px; color: #333333; float: left; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 0; margin: 15px 15px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline; width: 300px;"><a href="https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=3935183915136692887" style="border: 0px; color: #335577; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><img src="http://bucket2.clanacion.com.ar/anexos/fotos/31/1818231w300.jpg" style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 300px;" /><span class="ampliar-foto" style="background-color: transparent; background-image: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/fdos8.png); background-position: -15px -608px; background-repeat: no-repeat no-repeat; border: 0px; cursor: pointer; display: block; font-family: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; height: 23px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: 5px; top: 5px; vertical-align: baseline; width: 28px;" title="Ampliar imagen"> </span></a><figcaption class="epigrafe-columna" id="epigrafe_1818231" style="background-color: #f8f8f8; border: 0px; color: #464646; font-size: 12px; line-height: 17px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 8px; vertical-align: baseline;">Julio Cortázar vivió una niñez enfermiza. Foto: María Elina</figcaption></figure><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px;">Las fórmulas creativas están siempre veladas por el misterio. El mausoleo de la posteridad lima muchas de las posibles interpretaciones, como en el caso del novelista y dramaturgo japonés Yukio Mishima, nacido en una familia de fortuna y con aspiraciones aristocráticas, que sufrió tuberculosis en su juventud para luego sumirse en un extraño culto del cuerpo, y delirios que lo llevaron a formar una milicia privada y a ejecutar un tenebroso suicidio ritual. O, entre los más cercanos, Alejandra Pizarnik, poeta de culto entre las nuevas generaciones de escritores, cuya turbulenta y desesperada voz poética la llevó a borrar los límites entre la literatura y la realidad, y terminar sucidándose a los 36 años con 50 pastillas de un barbitúrico, durante una salida de fin de semana del hospital psiquiátrico en el que estaba internada. O el de Julio Cortázar, al que un padre ausente y una niñez enfermiza convirtieron en lector y escritor precoz y, ya en París, a ser una estrella fulgurante del boom latinoamericano de los años sesenta.</span><br />
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Por supuesto, este breve catálogo no pretende agotar los innumerables recorridos que sigue la literatura. Como en todos los órdenes de la vida, hay escritores ricos y pobres, estudiosos e intuitivos, enfermizos y longevos. Faulkner lo explica sin vueltas:</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
El artista es responsable sólo ante su obra. [...] Tiene un sueño, y ese sueño lo angustia tanto que debe liberarse de él. Hasta entonces no tiene paz. Lo echa todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad, todo, con tal de escribir el libro.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 16px; line-height: 23px; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Y más adelante agrega: "Nada puede destruir al buen escritor. Lo único que puede alterar al buen escritor es la muerte".<span class="fin" style="background-color: #49bbe3; border: 4px solid rgb(73, 187, 227); color: #49bbe3; font-family: arial; font-size: 4px; line-height: 4px; margin: 0px 0px 0px 4px; outline: 0px; padding: 0px 2px; vertical-align: baseline;">.</span></div>
Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-2579969677015535292014-01-08T09:19:00.003-08:002014-01-08T09:19:43.406-08:00Varios autores célebres que nos cuentan por que escriben Escribir según Alfred Capus
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Alfred CAPUS<br />
En la literatura, como en la vida, hay que ser claro, pero no transparente.<br />
Los clásicos son sobrevivientes, pero en forma temporaria y siempre revocable.<br />
¿Una buena receta literaria? Tengo dos: no decir nunca las cosas que podría decir otro; no usar jamás expresiones con las que otro se contentaría.<br />
La mitad de lo que escribimos es dañino; la otra mitad, inútil.<br />
Alfred Capus, Pensées (Pensamientos recogidos por Robert Chouard)
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Escribir según Jean Rostand<br />
Jean ROSTAND
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Un gran escritor es alguien que sabe sorprendernos diciendo lo que sabemos desde siempre.<br />
Literatura : proclamar delante de todos lo que hemos escondido a los seres más cercanos.<br />
Existen obras de arte tan fastidiosas que nos asombra que haya existido alguien para escribirlas.<br />
Jean Rostand (1894– 1977), biólogo y filósofo fraccés. Gran parte de sus aforismos y reflexiones están compilados en libros como "Pages d'un moraliste", "Carnet d'un biologiste"o "Journal d'un caractère".<br />
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Escribir según Peter Handke<br />
Al escribir, los recuerdos deben venir en un impulso: sólo así están bien. Recogidos con la voluntad se vuelven pedantes.
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Escribir significa escapar cada día a los brillantes bordes de la vida (sí, es siempre un escape, un escape de mí mismo): y las etapas de la escritura son: a) pienso en ti; b) te pienso. C) te escribo.<br />
A diferencia de lo que ocurre en la música y en la pintura, en la literatura nadie puede llegar a ser un maestro. En la literatura no existen obras maestras.<br />
El clasicismo no es un ropaje, es precisamente la constante transición hacia la desnudez.<br />
El arte sólo es tal, cuando el “cómo” brilla en la obra.<br />
Peter Handke, “Historia del lápiz” (Península/Ideas)<br />
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Escribir según George Orwell<br />
George ORWELL
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Dejando aparte la necesidad de ganarse la vida, creo que hay cuatro grandes motivos para escribir, por lo menos para escribir prosa. Existen en diverso grado en cada escritor, y concretamente en cada uno de ellos varían las proporciones de vez en cuando, según el ambiente en que vive. Son estos motivos:<br />
1. El egoísmo agudo. Deseo de parecer listo, de que hablen de uno, de ser recordado después de la muerte, resarcirse de los mayores que le despreciaron a uno en la infancia, etc., etc. Es una falsedad pretender que no es éste un motivo de gran importancia. Los escritores comparten esta característica con los científicos, artistas, políticos, abogados, militares, negociantes de gran éxito, o sea con la capa superior de la humanidad. La gran masa de los seres humanos no es intensamente egoísta. Después de los treinta años de edad abandonan la ambición individual -muchos casi pierden incluso la impresión de ser individuos y viven principalmente para otros, o sencillamente los ahoga el trabajo. Pero también está la minoría de los bien dotados, los voluntariosos decididos a vivir su propia vida hasta el final, y los escritores pertenecen a esta clase. Habría que decir los escritores serios, que suelen ser más vanos y egoístas que los periodistas, aunque menos interesados por el dinero.
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2. Entusiasmo estético. Percepción de la belleza en el mundo externo o, por otra parte. en las palabras y su acertada combinación. Placer en el impacto de un sonido sobre otro, en la firmeza de la buena prosa o el ritmo de un buen relato. Deseo de compartir una experiencia que uno cree valiosa y que no debería perderse. El motivo estético es muy débil en muchísimos escritores, pero incluso un panfletario o el autor de libros de texto tendrá palabras y frases mimadas que le atraerán por razones no utilitarias; o puede darle especial importancia a la tipografía, la anchura de los márgenes, etc. Ningún libro que esté por encima del nivel de una guía de ferrocarriles estará completamente libre de consideraciones estéticas.<br />
3. Impulso histórico. Deseo de ver las cosas como son para hallar los hechos verdaderos y almacenarlos para la posteridad.<br />
4. Propósito político, y empleo la palabra "político" en el sentido más amplio posible. Deseo de empujar al mundo en cierta dirección, de alterar la idea que tienen los demás sobre la clase de sociedad que deberían esforzarse en conseguir. Insisto en que ningún libro está libre de matiz político. La opinión de que el arte no debe tener nada que ver con la política ya es en sí misma una actitud política.<br />
Puede verse ahora cómo estos varios impulsos luchan unos contra otros y cómo fluctúan de una persona a otra y de una a otra época. Por naturaleza -tomando "naturaleza" como el estado al que se llega cuando se empieza a ser adulto- soy una persona en la que los tres primeros motivos pesan más que el cuarto. En una época pacífica podría haber escrito libros ornamentales o simplemente descriptivos v casi no habría tenido en cuenta mis lealtades políticas. Pero me he visto obligado a convertirme en una especie de panfletista.<br />
George Orwell, Por qué escribo. Traducción de Rafael Vázquez Zamora. Texto incluido en A mi manera (editorial Destino, 1976)<br />
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Escribir según Edmond Jabès<br />
Creo que un escritor es responsable incluso de lo que no escribe.<br />
El texto se abre al texto a través de la pregunta que se hace y que nos hace.<br />
Responde –o intenta responder– a nustra espera respondiendo de sí.<br />
La práctica del texto es práctica del ser.<br />
Ahondar en la palabra es ahondar en uno.<br />
Soy aquel que escribo –que se escribe con las palabras que me escriben.<br />
Soy lenguaje– de la lengua su bagaje.<br />
Soy la palabra que me expresa expresándose.<br />
Escribir es responder a todas las voces insistentes del pasado y a la de uno mismo; voz profunda, íntima, que interpela al porvenir.<br />
Edmond Jabès, "El libro de los márgenes III. Construir en el día a día" (Arena libros, traducción de Begoña Díez Zearsolo)<br />
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Escribir según Gao Xingjian<br />
Considero que el escritor sólo es responsable ante su lenguaje.<br />
Sólo me rijo por un principio: soy el que se sirve de la lengua y no la lengua la que se sirve de mí. Si busco un lenguaje propio es para expresar con mayor precisión mis sensaciones y no para permitir que el lenguaje juegue conmigo.<br />
La lengua literaria debería poder leerse en voz alta, es decir, tendría que depender no sólo de la letra, sino del oído, pues el sonido es el alma de la lengua: aquí radica la diferencia entre el arte del lenguaje y el oficio de la composición literaria.<br />
No creo que para innovar haya que negar la tradición; la tradición está ahí, y todo depende de cómo se entienda, de cómo se emplee.<br />
La literatura no es una simple copia de la realidad, pues atraviesa las capas superficiales para penetrar hasta su mismo fondo; revela lo que es falsa apariencia y, remontándose a las alturas, navega por encima de las ideas comunes para mostrar, con visión macroscópica, las particularidades y pormenores de la situación.<br />
La literatura no intenta en absoluto subvertir, sino descubrir y revelar la verdad de un mundo que el hombre o bien raramente puede conocer, o bien apenas conoce, o bien cree conocer y en realidad no conoce.<br />
Gao Xingjian: "En torno a la literatura" (El Cobre, 2003). Traducción de Laureano Ramírez.<br />
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Escribir según P. D. James<br />
Una de las funciones del contexto es aportar verosimilitud al relato, una función de especial importancia en la narrativa de misterio donde suelen acontecer sucesos extraños, dramáticos o terroríficos que deben situarse en lugares muy tangibles donde el lector pueda entrar como entraría a una estancia conocida. Si nos creemos el lugar, podremos creernos los personajes. Además, el contexto puede establecer desde el primer capítulo la atmósfera de la novela, ya sea de suspense, terror, miedo, amenaza o misterio.<br />
Una de las primeras decisiones que tiene que tomar un novelista, tan importante como la elección del lugar, es el punto de vista. De quién será la mente, los ojos y los oídos a través de los que nosotros, los lectores, participamos en la trama.<br />
El narrador en primera persona tiene la ventaja de la cercanía y de la identificación y la empatía del lector con aquel cuya voz está oyendo. También puede contribuir a la verosimilitud del relato, dado que es más probable que el lector suspenda su incredulidad en los giros más inverosímiles de la trama si escucha la explicación de boca de la persona más implicada. (...) Sin embargo, la desventaja del narrador en primera persona es que el lector sólo sabe lo que se sabe el narrador, sólo ve a través de sus ojos y sólo experimenta sus vivencias; por eso, por lo general, su uso es más apropiado en los thrillers de acción que en la narrativa detectivesca.<br />
P. D. James: "Todo lo que sé sobre novela negra" (Ediciones B)<br />
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Escribir según Theodor Adorno<br />
Theodor ADORNO<br />
Primera medida precautoria del escritor: observar en cada texto, en cada pasaje, en cada párrafo si el motivo central aparece suficientemente claro. El que quiere expresar algo se halla tan embargado por el motivo, que se deja llevar sin reflexionar sobre él. Se está "con el pensamiento" demasiado cerca de la intención y se ovida decir lo que se quiere decir.<br />
Ninguna corrección es tan pequeña o baladí como para no realizarla. Entre cien cambios, cada uno aisladamente podrá parecer pueril o pedante, pero juntos pueden determinar un nuevo nivel del texto.<br />
Cuando muchas frases parecen variaciones de la misma idea, a menudo simplemente significan diferentes tentativas de plasmar algo de lo que el autor aún no es dueño. En cuyo caso debe elegirse la mejor formulación y con ella seguir trabajando.<br />
El escritor no puede aceptar la distinción entre expresión bella y expresión exacta. Ni debe creerla en el receoso crítico ni tolerarla en sí mismo. Si consigue decir lo que piensa, en ello hay ya belleza.<br />
El fárrago no es ningún bosque sagrado. Siempre es un deber eliminar las dificultades, que sólo surgen de la comodidad en la autocomprensión.<br />
Theodor W. Adorno, "Minima moralia"<br />
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Escribir según Joseph Joubert<br />
Escribiendo demasiado arruinamos nuestro espíritu; no escribiendo, lo oxidamos.<br />
Cuando se escribe con facilidad siempre se cree contar con más talento del que se tiene.
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Sólo se debe emplear en un libro la dosis de ingenio que se requiere, pero en la conversación se puede emplear más de la que se requiere.<br />
Para escribir bien se necesita una facilidad natural y una dificultad adquirida.<br />
Hay que ser profundos en términos claros y no en términos oscuros.<br />
Lo que acarrea todos los males a nuestra literatura se halla en que nuestros sabios tienen poco ingenio y nuestros hombres de ingenio no son sabios.<br />
Sólo buscando las palabras se encuentran los pensamientos<br />
Las palabras son como el vidrio; oscurecen todo aquello que no ayudan a ver mejor<br />
Antes de emplear una palabra hermosa hazle un sitio.<br />
Ciertos escritores se crean noches artificiales para dar un aspecto de profundidad a su superficie y más reumbre a sus luces mortecinas<br />
Son buenas obras sólo aquellas que han sido durante mucho tiempo, si no trabajadas, al menos soñadas.<br />
Joseph Joubert (1754-1824 ), “Sobre arte y literatura” (Periférica, 2007), traducción de Luis E. Rivera a partir de la selección y edición póstuma que hiciera Chateaubriand , amigo de Joubert.<br />
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Escribir según Walt Whitman
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Un escritor no puede hacer nada más necesario ni más satisfactorio por los hombres que revelarles las posibilidades infinitas de sus almas.<br />
Casi todas las obras de arte cansan. Sólo las grandes obras maestras no cansan nunca y jamás deslumbran de entrada.<br />
Cuando uno escribe, nada confunde más que los consejos. Si alguien desea tener en claro lo que está haciendo debe, ante todo, jurar que nunca seguirá ningún consejo.<br />
Frases de Walt Whitman, recogidas por Horace Traubel en su libro "With Walt Whitman in Camden" (conversaciones con el poeta).<br />
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Guillermo SAMPERIO
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Escribo de manera irreflexiva porque entiendo que los textos se prefiguran dentro de uno y lo importante es hacer contacto con ellos. El escritor cubano José Lezama Lima decía que el escritor anda vagando en silencio, sin escribir, hasta que en un momento dado se topa con lo que él llamó "dinámica oscura", la cual se encuentra dentro del escritor. La ventaja de esta dinámica oscura, según Lezama, es que cuando entras en contacto con ella, encuentras ya un universo de lenguaje, las imágenes y las formas literarias, todo prefigurado. Al momento de la escritura en sentido estricto yo le llamo figuración. En cuanto tengo la primera versión del texto, lo leo y veo sus fallas, y lo rescribo de inmediato. Luego lo dejo descansar un par de meses, con lo cual tomo distancia emotiva de él y lo vuelvo a rescribir. Hay textos que requieren más de tres rescrituras.<br />
Quien quiere escribir cuentos necesita conocer las bases fundamentales de la escritura de los mismos; sin embargo, soy de la idea de que en el momento de la escritura el cuentista tiene que olvidarse de la teoría y dejar fluir el texto porque lo que ha aprendido sobre la cuentística irá incorporándose mientras el autor va escribiendo. Asímismo la teoría le va a ser de mucha utilidad para las inevitables varias correcciones que hará del cuento.<br />
El buen cuentista nunca entrega los datos de la historia totalmente, con el fin de que el lector participe en la creación del cuento; sin embargo, no puede estar falto de acciones.<br />
El escritor de cuentos no sólo debe tener un laboratorio de poesía sino ser un gran lector de la misma pues la poesía es el género más cercano a la cuentística. Un verso es sintético, tiene musicalidad y contiene una idea en tan sólo siete silabas, por ejemplo; el cuento, en la práctica, una vez reelaborado varias veces y escuchado por el autor por alguien que se lo lee en voz alta para detectar las fallas musicales lo que entrega al editor es una partitura que contiene una historia a la cual llamamos cuento. Los poemas que el cuentista escribe en su laboratorio no es necesario que los publique, ya que son ejercicios.<br />
No escribo para nadie en específico, pero entiendo bien que cuando el texto se va escribiendo él ya va buscando a sus lectores. Soy consciente de que cuando escribo no debo meterme en el territorio del lector; es decir, entre texto y lector existe una frontera invisible que el escritor debe respetar. Me refiero a no escribir cosas que el lector va a deducir por sí mismo, sin ayuda del texto.<br />
Conceptos vertidos en una entrevista realizada por Joseph B. Macgregor y en otra realizada por Yolanda Sassoon, en ocasión de la edición de "Cómo se escribe un cuento. 500 tips para nuevos cuentistas del siglo XXI", de Guillermo Samperio (México, 1948), editorial Berenice, 2008.<br />
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Escribir según Julio Ramón Ribeyro<br />
Julio Ramón RIBEYRO
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Una nueva forma de narrar no implica necesariamente innovaciones espectaculares de carácter técnico o verbal sino un simple desplazamiento de la óptica. El asunto consiste en encontrar el ángulo novedoso que nos permita una aprehensión inédita de la realiad. Pienso particularmente en el caso de Kafka –por oposición a Joyce.<br />
Yo establezco una diferencia muy nítida entre escribir y publicar. Escribir es para mí un asunto personal, una tarea que me impongo porque me agrada o me distrae o me impulsa a seguir viviendo. Publicar, en cambio, es un fenómeno diferente, una gestión que encomiendo a otra parte de mi ser, el administrador, bueno o mal, que todos tenemos dentro.<br />
Escribir es inventar un autor a la medida de nuestro gusto.<br />
Textos correspondientes al magnífico y muy recomendable diario personal del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro: “La tentación del fracaso” (diario 1950-1978), Seix Barral, 2003.<br />
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Escribir según La Bruyère<br />
Todo autor, para escribir con claridad, debe ponerse en el lugar de sus lectores, examinar su propia obra como algo que le fuera extraño, como algo que lee por primera vez, como si le resultara ajeno y se lo enviara otro autor para someterlo a juicio ; y persuadirse después de que se le comprende no porque él se entiende a sí mismo, sino porque en verdad es inteligible.<br />
Todo el ingenio de un autor consiste en definir y en pintar bien. Homero, Platón, Virgilio y Horacio no aventajan a otros escritores más que por sus expresiones e imágenes. Es necesario expresar lo verdadero para escribir natural, intensa, delicadamente.<br />
Jean de la Bruyère (1645-1696) : « Los caracteres o Las costumbres de este siglo »<br />
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Escribir según Somerset Maugham<br />
El lector de una novela debe querer saber qué le va a pasar enseguida a los personajes en los que el autor lo ha interesado y, si no lo hace, no hay razón ninguna para que lea la novela del todo. Porque la novela, no me cansaré de repetirlo, no debe ser considerada un medio de instrucción o de enseñanza, sino una fuente de diversion inteligente.
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No se debe escribir, por supuesto, como se habla; tampoco hablar como se escribe. No obstante, la lengua escrita sólo tiene vida y vitalidad en la medida en que se base con firmeza en el lenguaje corriente.<br />
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Somerset Maugham retratado por Graham Sutherland, 1949 (©Tate)
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Así como en una novela no se pueden reproducir las conversaciones exactamente como tienen lugar en la vida real, sino que tienen que ser comprendidas de modo que sólo se den los puntos esenciales, concisa y claramente, de igual modo los hechos tienen que estar sujetos a cierta deformación para que estén de acuerdo con el plan del autor y mantegan así la atención de lector. Deben omitirse los incidentes no pertinentes; deben evitarse las repeticiones (y Dios sabe que la vida está llena de repeticiones); las ocurrencias y los acontecimientos que en la vida real estarían separados por un lapso de tiempo tienen, a menudo, que ser aproximados. Ninguna novela está enteramente libre de improbabilidades y los lectores se han acostumbrado tanto a las más usuales que las aceptan como cosas rutinarias. El novelista no puede hacer una transcripción real de la vida, nos pinta un cuadro que, si es un realista, trata de hacer parecido a la vida; y si creemos en él, es que él ha tenido éxito.
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William Somerset Maugham, Diez novelas y sus autores
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(Traducción de Nicolás Suescún, Grupo editorial Norma)<br />
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Escribir según Karl Kraus<br />
Hay dos clases de escritores: los que lo son y los que no lo son. En el caso de los primeros, el fondo y la forma van de la mano como el cuerpo y el alma; en el caso de los segundos, el fondo y la forma van de la mano como el cuerpo y un traje.
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Imposible imitar o plagiar a un escritor cuyo arte reside en las palabras. Habría que tomarse el trabajo de copiar su obra entera.<br />
Hay que leer dos veces a todos los escritores, a los buenos y a los malos. A unos se los reconoce de este modo; a los otros se los desenmascara.<br />
La suma de las ideas de un texto literario debe ser el fruto de una multiplicación, no de una adición.<br />
Un signo de falta de talento literario es decir todas las cosas con la misma entonación y la misma distancia.<br />
Entre los que ya no se entienden y los que se entienden demasiado por ser obvios, raros son los viejos libros que conservan un contenido vital.<br />
Habría que escribir siempre como si fuese la primera y la última vez. Decir tanto como si uno se estuviera despidiendo, pero decirlo tan bien como si uno estuviera dando sus primeros pasos.<br />
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Extractos de los Aforismos de Karl Kraus (1874-1936).
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Escribir según Samuel Butler<br />
Desde el momento en que una cosa ha sido escrita, o puede escribirse y razonarse acerca de ella, ha cambiado de naturaleza para volverse tangible.
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La palabras son pensamientos organizados, así como las formas vivas son acciones organizadas.<br />
Hubo un tiempo en que el lenguaje era una proeza tan rara como la escritura en los tiempos en que ésta se inventó. Probablemente hablar estaba en un principio reservado a unos pocos sabios, tal como escribir en la Edad Media, y se fue generalizando de modo gradual.<br />
Queremos que las palabras hagan más de lo que pueden hacer.<br />
Las palabras son como el dinero; no hay nada más inútil, salvo cuando le damos uso.<br />
Un joven autor suele estar tentado a dejar todo lo que ha escrito, por miedo a no haber dicho lo suficiente en caso de ponerse a cortar. Pero es más fácil ser extenso que ser breve.<br />
El mayor secreto de las buenas obras musicales, literarias o pictóricas reside en que no ambicionan demasiado; si se nos pregunta “¿qué es demasiado?”, la respuesta es: “todo lo que nos parece arduo o poco placentero”. Si apreciar o entender una obra se vuelve una labor y no un placer, la dificultad es excesiva.<br />
No hay que andar a la caza de los temas. Hay que dejar que estos nos elijan a nosotros.<br />
Mis libros, yo no los hago. Crecen. Vienen y me piden con insistencia que los escriba.<br />
El estilo, en cualquier disciplina artística, debería ser como la ropa y llamar la atención lo menos posible.~<br />
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Samuel Butler (1835-1902). Extractos de The Note-Books of Samuel Butler. Selección y traducción de Eduardo Berti.<br />
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Escribir según Julian Barnes<br />
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La literatura incluye a la política, pero no ocurre lo mismo al revés. No es una opinión que esté muy de moda, ni entre escritores ni tampoco entre políticos, de modo que tendrá que disculparme. Los novelistas que piensan que sus escritos son un instrumento político degradan, me parece, la literatura y exaltan neciamente la política. No, no estoy diciendo que debería prohibírseles que tuvieran opiniones políticas ni que hicieran declaraciones políticas. Sólo digo que a esa parte de su trabajo deberían llamarle periodismo. El escritor que imagina que la novela es la forma más eficaz de participar en política suele ser un mal novelista, un mal periodista y un mal politico.
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Cuando los lectores se quejan de la vida de los escritores: que por qué no hizo esto; que por qué no mandó cartas de protesta a la prensa acerca de aquello; que por qué no vivió más a fondo; ¿no están haciendo en realidad una pregunta mucho más simple y mucho más vana? A saber, ¿por qué no se nos parece más? Sin embargo, si el escritor se pareciese más al lector, no sería escritor, sino lector: así de sencillo.<br />
Es tan imposible imaginar una Idea sin Forma como una Forma sin Idea. En arte todo depende de la ejecución: la historia de un piojo puede ser más bella que la historia de Alejandro.~<br />
Julian Barnes, El loro de Flaubert (traducción de Antonio Mauri, Anagrama ediciones)<br />
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Escribir según Clarice Lispector<br />
No es fácil escribir. Es duro como partir rocas.
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Consigo la simplicididad con mucho esfuerzo.<br />
La forma de defenderse es escribir.<br />
Lo que voy a escribir ya debe estar, sin duda y de algún modo, escrito en mí. Tengo que copiarme.<br />
Escribo porque no tengo nada que hacer en el mundo : estoy de sobra y no hay lugar para mí en el mundo de los hombres.<br />
Escribo por mi desesperación y mi cansancio, ya no soporto la rutina de ser yo, y si no existiese la novedad continua que es escribir, me moriría simbólicamente todos los días.<br />
Pasajes de « La hora de la estrella », novela de Clarice Lispector publicada en castellano por Ediciones Siruela, traducción de Ana Poljak.Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-11748621625292331862013-11-08T10:41:00.001-08:002013-11-08T10:41:52.779-08:00¿Por qué escribimos?<section id="encabezado" style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 12px; line-height: 18px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline;"><div class="floatFix" style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<span class="fecha" content="Viernes 21 de enero de 2011" itemprop="datePublished" style="border: 0px; color: #666666; float: right; line-height: 17px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px 12px 15px 0px; vertical-align: baseline;">Viernes 21 de enero de 2011 | <b>Publicado en edición impresa</b></span></div>
<div class="volanta" itemprop="about" style="border: 0px; color: grey; font-size: 14px; line-height: 20px; outline: 0px; padding: 0px 12px; vertical-align: baseline;">
</div>
<h1 itemprop="name" style="border: 0px; color: #222222; font-family: TheSans, Arial; font-size: 35px; font-weight: normal; line-height: 40px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 5px 12px 10px; vertical-align: baseline;">
¿Por qué escribimos?</h1>
<div class="bajada" itemprop="description" style="border: 0px; color: #222222; font-size: 16px; line-height: 22px; outline: 0px; padding: 0px 12px 5px; vertical-align: baseline;">
Para entender. Para amar. Para que nos quieran. Para saber. Por necesidad. Por dinero. Por costumbre. Para vivir otras vidas y revivir la propia. Para dar testimonio. Cincuenta escritores tratan de contestar esta pregunta incómoda</div>
</section><section class="floatFix" id="herramientas" style="background-color: white; border-bottom-color: rgb(218, 218, 218); border-bottom-style: solid; border-top-color: rgb(218, 218, 218); border-top-style: solid; border-width: 1px 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 12px; line-height: 17px; margin: 10px 0px 20px; outline: 0px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline;"><div class="ver" style="background-color: #f8f8f8; border-right-color: rgb(218, 218, 218); border-right-style: solid; border-width: 0px 1px 0px 0px; float: left; font-size: 13px; font-weight: bold; height: 36px; line-height: normal; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 120px;">
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<span class="IN-widget" style="border: 0px; display: inline-block; font-family: inherit; font-style: inherit; line-height: 1; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: center; vertical-align: baseline;"><span style="border: 0px; display: inline-block !important; font-family: inherit; font-size: 1px !important; font-style: inherit; margin: 0px !important; outline: 0px; padding: 0px !important; vertical-align: baseline !important;"><span id="li_ui_li_gen_1383935732405_0" style="border: 0px; display: block !important; font-family: inherit; font-style: inherit; margin: 0px; outline: 0px; overflow: visible !important; padding: 0px; position: relative !important; vertical-align: baseline;"><a href="" id="li_ui_li_gen_1383935732405_0-link" style="border: 0px !important; color: #335577; display: block; float: left; font-family: inherit; font-style: inherit; height: 20px !important; margin: 0px !important; outline: 0px; padding: 0px !important; vertical-align: baseline;"><span id="li_ui_li_gen_1383935732405_0-logo" style="background-image: url(http://s.c.lnkd.licdn.com/scds/common/u/img/sprite/sprite_connect_v13.png) !important; background-position: 0px -276px !important; background-repeat: no-repeat no-repeat !important; border: 0px !important; cursor: pointer !important; display: block !important; float: right !important; font-family: inherit; font-style: inherit; height: 20px !important; left: 0px !important; margin: 0px !important; outline: 0px; overflow: hidden !important; padding: 0px !important; position: absolute !important; text-indent: -9999em !important; top: 0px !important; vertical-align: baseline; width: 20px !important;">in</span><span id="li_ui_li_gen_1383935732405_0-title" style="background-color: rgb(236, 236, 236) !important; background-image: -webkit-linear-gradient(top, rgb(254, 254, 254) 0%, rgb(236, 236, 236) 100%) !important; border-bottom-color: rgb(185, 185, 185) !important; border-bottom-left-radius: 0px !important; border-bottom-right-radius: 2px !important; border-bottom-style: solid !important; border-right-color: rgb(191, 191, 191) !important; border-right-style: solid !important; border-top-color: rgb(226, 226, 226) !important; border-top-left-radius: 0px !important; border-top-right-radius: 2px !important; border-top-style: solid !important; border-width: 1px 1px 1px 0px !important; color: rgb(51, 51, 51) !important; cursor: pointer !important; display: block !important; float: left !important; font-family: inherit; font-style: inherit; height: 18px !important; line-height: 20px !important; margin-bottom: 0px; margin-left: 1px !important; margin-right: 0px; margin-top: 0px; outline: 0px; overflow: hidden !important; padding: 0px 4px 0px 23px !important; text-shadow: rgb(255, 255, 255) -1px 1px 0px !important; vertical-align: top !important; white-space: nowrap !important;"><span id="li_ui_li_gen_1383935732405_0-mark" style="border: 0px; display: inline-block !important; font-family: inherit; font-style: inherit; margin: 0px; outline: 0px; overflow: hidden !important; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 0px !important;"></span><span id="li_ui_li_gen_1383935732405_0-title-text" style="background-color: transparent !important; background-image: none !important; border: 0px; display: inline-block !important; float: none !important; font-family: Arial, sans-serif !important; font-size: 11px !important; font-weight: bold !important; height: 18px !important; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: top !important;">Share</span></span></a></span></span></span></div>
<div class="google" style="border: 0px; float: left; font-family: inherit; font-style: inherit; margin: 0px 12px 0px 0px; max-width: 70px !important; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
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<div class="herramientasFuncion" style="border-left-color: rgb(218, 218, 218); border-left-style: solid; border-width: 0px 0px 0px 1px; float: right; font-family: inherit; font-style: inherit; height: 36px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 133px;">
<a class="imprimir" href="" style="background-color: transparent; background-image: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/fdos8.png); background-position: -60px -585px; background-repeat: no-repeat no-repeat; border: 0px; color: #335577; display: block; float: left; font-family: inherit; font-style: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: 98px; top: 11px; vertical-align: baseline; width: 19px;" title="Imprimir"> </a><a class="enviar" href="" style="background-color: transparent; background-image: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/fdos8.png); background-position: -60px -621px; background-repeat: no-repeat no-repeat; border: 0px; color: #335577; display: block; float: left; font-family: inherit; font-style: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: 64px; top: 14px; vertical-align: baseline; width: 19px;" title="Enviar"> </a><a class="aumentar" href="" style="background-color: transparent; background-image: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/fdos8.png); background-position: -60px -654px; background-repeat: no-repeat no-repeat; border: 0px; color: #335577; display: block; float: left; font-family: inherit; font-style: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: 32px; top: 13px; vertical-align: baseline; width: 19px;" title="Aumentar"> </a><a class="reducir" href="" style="background-color: transparent; background-image: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/fdos8.png); background-position: -60px -688px; background-repeat: no-repeat no-repeat; border: 0px; color: #335577; display: block; float: left; font-family: inherit; font-style: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: 9px; top: 13px; vertical-align: baseline; width: 19px;" title="Reducir"> </a></div>
</section><section class="floatFix" id="cuerpo" itemprop="articleBody" style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 15px; line-height: 21px; margin: 0px 0px 35px; outline: 0px; overflow: hidden; padding: 0px 12px; vertical-align: baseline;"><aside class="archivos-relacionados" style="border-right-color: rgb(218, 218, 218); border-right-style: solid; border-top-color: rgb(218, 218, 218); border-top-style: solid; border-width: 1px 1px 0px 0px; clear: both; float: left !important; font-size: 12px; line-height: 17px; margin: 0px 15px 15px -12px; outline: 0px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline; width: 300px !important;"><section id="ampliar" style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 12px 12px 8px; vertical-align: baseline;"><b style="color: #31b6a3; display: block; margin-bottom: 10px;">Más notas para entender este tema</b><article style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><a href="http://www.lanacion.com.ar/1342527-una-pregunta-muy-complicada" style="background-attachment: scroll; background-color: transparent; background-image: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/bullet-verde.gif); background-position: 0px 6px; background-repeat: no-repeat no-repeat; border: 0px; color: #335577; display: block; font-family: inherit; font-style: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px 0px 0px 10px; text-decoration: none; vertical-align: baseline;" target="_blank"><h3 style="border: 0px; font-family: inherit; font-size: 12px; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px 0px 8px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Una pregunta muy complicada</h3>
</a></article></section><div class="fin" style="background-color: transparent; background-image: url(http://www.lanacion.com.ar/_ui/desktop/imgs/layout/fondos/fdos8.png); background-position: 0% -560px; background-repeat: no-repeat no-repeat; border: 0px; bottom: -1px; font-family: inherit; font-style: inherit; height: 11px; left: -1px; line-height: 0; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; position: absolute; vertical-align: baseline; width: 302px;">
</div>
</aside><div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
</div>
<div class="primero" style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Algunos llegaron a la literatura por vocación, por el placer de la lectura y para emular a los autores que admiraban. Ahora crean por necesidad vital, o simplemente lo hacen por dinero. Autores de renombre revelan los motivos por los que dedican sus vidas a la escritura.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
En el principio fue el verbo... Así lo recoge San Juan en su Evangelio. La palabra que conforma el mundo, el nombre que lo explica todo. Puede que no fuera tal, puede que antes del verbo existieran cielos, mares, noche, día, estrellas, firmamento. Pero si nadie sabía cómo nombrarlos, no eran nada, absolutamente nada. Así que al principio fue el verbo, como bien dejó escrito Juan. Y a ese verbo bíblico lo siguieron la épica de Homero, la intemperie y el poder de los dioses, el amor y la guerra que nos relata la <i>Ilíada </i>y, después, el delirio del Quijote, y luego, la soledad de Macondo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Puede que después de episodios narrados como aquéllos no hiciera falta nada más. Pero a los clásicos, que montaron todos los cimientos del templo, siguieron más generaciones -"el eslabón en la cadena ininterrumpida de la tradición", de la que alerta Enrique Vila-Matas-, algunas nuevas preguntas para cada era, nuevos problemas y, por lo tanto, conceptos nuevos, palabras nuevas. Detrás de su registro se escondía un escritor. ¿Por qué?</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
¿Por qué escribir? ¿Para qué nombrar? ¿Para qué contar? Para entender. Para amar y que te amen. Para saber, para conocer. Por miedo, por necesidad, por dinero. Para sobrevivir, porque no todo el mundo sabe bailar el tango, ni jugar bien al fútbol. Por costumbre, para matar la costumbre, por vivir otras vidas y revivir la propia. Por dar testimonio, porque no se sabe escribir bien, confiesa John Banville. Porque leyeron, padecieron y miraron cara a cara a la muerte.</div>
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Porque el verbo provoca desasosiego en Nélida Piñón; porque no se elige, como un amor, añade Amélie Nothomb. Por ser el masoquista que uno lleva dentro, aduce Wole Soyinka; por los arroyos y los torrentes de los libros leídos, cuenta Fernando Iwasaki; como forma de existencia, según Elvira Lindo. "Una manera de vivir", dice Vargas Llosa, parafraseando a Flaubert. Para sentirse vivo y muerto, proclama Fernando Royuela. Igual que uno respira, suelta entre interrogaciones Carlos Fuentes. O para sobrevivir a ese fin, "a la necesaria muerte que me nombra cada día", testimonia Jorge Semprún.</div>
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La escritura es dolor y placer. Como el cuento, como la retórica aristotélica, se arma, se aprende. Principio y fin. Antes que nada vino el verbo, lo deja claro San Juan. También lo sabía Kafka. Pero el escritor checo pregunta: "¿Y al final?". Quizás silencio, como interpreta sobre su obra George Steiner, con buen tino, oliéndose el apocalipsis de la destrucción europea.</div>
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Como testimonio también se mete uno entre papeles. Se escribe por el mismo motivo por el que Ana Frank comenzó a organizar su diario. O por el que la poeta rusa Anna Ajmatova, cuando se pasó 17 meses en las filas de las cárceles de Leningrado para ver a su hijo, respondió a una mujer que la reconoció y le preguntó si podría describir aquello que sí, que lo haría. "Entonces -dice Anna en <i>Réquiem </i>-, una especie de sonrisa se deslizó por lo que alguna vez había sido su rostro." Eso fue suficiente motivo. La emoción de la verdad, la justicia de dejar constancia. Para que otros quizás lo aplicaran a su presente, para que no se repitiera.</div>
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Pero Anna Ajmatova confesó, además, que escribía por sentir un vínculo con el tiempo. También se lo hizo por amor, por miedo al amor, por desgarro. En honor a las musas, como Shakespeare, "ese goloso de las palabras", a juicio de Steiner, en sus sonetos: "Mi musa por educación se muerde la lengua y calla mientras se compilan/ elogios que te visten de oropeles/ y frases que las otras musas liman". Una pieza que termina con toda una declaración de intenciones y una respuesta al gran asunto de la escritura: "Si a otros por sus dichos los respetas/ a mí, por lo que pienso, que es mi letra".</div>
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Al principio fue el verbo. Pero Cervantes y Shakespeare lo enaltecieron, lo igualaron a la medida de Dios. Porque exploraron todos los delirios y las pasiones de sus criaturas. ¿Por qué escribir? Para emularlos, sin más. Podría ser. "Para parecerme a Espronceda", como suelta Caballero Bonald. Escribir porque se medita, como Descartes, como Chesterton, cuya obra nos envuelve en una paradoja sin fin. Para adentrarse en los laberintos y no necesariamente querer salir de ellos, como Borges. "Porque estamos aquí, pero querríamos estar allí", dice Antonio Tabucchi. Por emular la infancia, cuando la niña Almudena Grandes enmendaba la plana a los finales que no le gustaban. Por volver a inventar historias de indios, vaqueros y pitufos, dice David Safier. Porque a la hora de hacerlo, "disfrutar es una palabra que se queda corta", confiesa Ken Follet.</div>
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Para fijar la memoria, una forma de "hacer surgir los recuerdos y las imágenes", cuenta Álvaro Pombo. Para volver a vidas anteriores, a las lecturas y los tumbos que cada uno lleva en la mochila, según Arturo Pérez-Reverte. Como vicio solitario, describe Héctor Abad Faciolince. Porque uno no se encuentra bien, asegura Juan José Millás. Por afición o por aflicción, dice Gonzalo Hidalgo Bayal. O porque le gustaban las redacciones en el colegio, como descubrió Antonio Muñoz Molina. Y hasta hoy.</div>
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La palabra es agua y cada historia, el río que las lleva. El escritor es quien domina la corriente, como hicieron Balzac, Dostoyevski, Dickens, Galdós, Clarín, Flaubert, Tolstoi, que siguió la estela épica de Homero como nadie. O el que va contra la corriente, como Marcel Proust, James Joyce, Valle-Inclán. Sin dudas, hay que enfrentarse a ello, como dice Josep Pla en su <i>Diccionario de Literatura </i>, "con temperamento". O con el empeño de conocerse, a la manera de Montaigne y los grandes memorialistas posteriores del siglo XVIII. Entre la verdad y la exageración, pero con talento, como Casanova.</div>
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El juego, la tortura de la palabra, también es lícito. Pero eso es más cometido de los poetas, como admitía Jaime Gil de Biedma. Para él, escribir era "erosionar el idioma en la forma en que el idioma lo admite". Es decir, maltratar el verbo, fustigarlo, estrangularlo. Pero para resucitarlo después, como el Evangelio. A lo largo de la historia, el escritor ha visto crecer Babel y ha contribuido a entenderla. Pero hubo también un tiempo, en el siglo XX, que lo aniquiló, que se arrojó al apocalipsis, con la Segunda Guerra Mundial. Disfrutemos en esta nueva era. Todos los motivos, todas las respuestas que se les ocurran a quienes deben contar nuestra historia son válidos.</div>
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<b>Héctor Abad Faciolince</b></div>
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Porque mi cerebro se comunica mejor con mis manos que con la lengua. Porque me odio menos escribiendo que hablando. Por un ameno vicio solitario.</div>
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<b>John Banville</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque no sé escribir. Un periodista le preguntó a Gore Vidal por qué había escrito <i>Myra Breckinridge </i>, a lo que contestó: "´Porque no estaba ahí"´. Fue una buena respuesta. Poner algo nuevo en el mundo es un privilegio que no se le concede a mucha gente.</div>
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<b>Felipe Benítez Reyes</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
No sé por qué escribo, ni tampoco tengo demasiado interés en saberlo. En este caso, me preocupa más el cómo que el porqué. La pregunta me parece ociosa, de modo que cualquier respuesta posible no pasaría de ser una pirueta truculenta en el vacío. Aunque -quién sabe- a lo mejor escribe uno para eso: para obtener respuestas sin el requisito de una pregunta previa y, sobre todo, para ensayar piruetas truculentas en el vacío, que es un territorio literario bastante fértil.</div>
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<b>John Boyne</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque las historias entran en mi mente y me niego a irme hasta que no escribo 26 letras en el teclado y las envío a una pantalla ante mis ojos. Escribo por Charles Dickens. Y por George Orwell. Y John Irving. Y Colm Tóibín. Escribo porque me encanta la sensación de tener un libro en mis manos y un libro en mi cabeza. Escribo porque me encantan las palabras. Escribo porque leo. Escribo porque siempre quiero saber qué ocurrirá a continuación.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>José Manuel Caballero Bonald</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Empecé a escribir porque quería parecerme a Espronceda. Un día encontré en mi casa familiar una biografía del poeta y quedé fascinado por alguien que murió con 33 años y había vivido grandes aventuras: fundó una sociedad secreta, sufrió persecuciones y cárceles, anduvo exiliado en Lisboa y Londres, combatió en las barricadas de París, fue diputado, vivió amores difíciles, luchó heroicamente contra el absolutismo, etcétera. Pues bien: como yo no podía emular a Espronceda en tantas y tan singulares hazañas, elegí lo que me resultaba más factible: ejercer de insumiso y escribir poesía.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Andrea Camilleri</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque siempre es mejor que descargar cajas en el mercado central. Escribo porque no sé hacer otra cosa. Escribo porque después puedo dedicar los libros a mis nietos. Escribo porque así me acuerdo de todas las personas a las que tanto he querido. Escribo porque me gusta contarme historias. Escribo porque me gusta contar historias. Escribo porque al final puedo tomarme mi cerveza. Escribo para devolver algo de todo lo que he leído.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Luisa Castro</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
La escritura para mí es una rendición. Escribo para conocer relatos que me cuento a mí misma. No me siento dueña de mis relatos, tienen vida propia, son autónomos y más poderosos que yo. No me identifico con ellos, no comparto sus ideas, ni su visión del mundo. Se producen en mi cabeza sin mi permiso, y cuando los suelto, es porque me han vencido.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Lucía Etxebarria</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Para que me quieran más. Porque cada vez que alguien me dice: "Tus libros me han ayudado mucho, por favor sigue escribiendo", me da una razón para hacerlo. Porque al colocar a personajes en situaciones que simbólicamente pueden representar aspectos de mi vida y conseguir que salgan airosos de ellas, de alguna forma me salvo a mí. Porque siempre lo he hecho, porque es natural en mí, y porque es de las cosas que mejor hago, amén de dibujar, cocinar, hacer el amor y organizar fiestas. Escribo por amor, publico por dinero. Por esa razón, no publico ni la mitad de lo que escribo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Umberto Eco</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Porque me gusta.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Ken Follet</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Disfruto escribiendo, pero "disfrutar" es una palabra que se queda corta. El acto de escribir me apasiona. Todo forma parte del reto de hechizar a mis lectores. Mi trabajo me absorbe de forma total.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Carlos Fuentes</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
¿Por qué respiro?</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Almudena Grandes</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Cuando era pequeña y leía un libro que me gustaba mucho, me inventaba a solas, para mí sola, otro final, la continuación que su autor no había querido escribir. Todavía ahora, cuando no puedo dormir, me cuento historias, las pienso, las repaso, las describo en silencio, con los ojos cerrados, hasta que me quedo dormida.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Mark Haddon</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Ficción, poesía, teatro, pintura, dibujo, fotografía... en realidad eso no importa. Un día que no consigo hacer alguna cosa, por pequeña que sea, me parece un día desperdiciado. A veces puede parecer una bendición ser así, saber con tanta certeza lo que quiero hacer, pero a menudo es un sufrimiento, porque saber lo que quieres no es lo mismo que saber cómo hacerlo. ¿Por qué escribo? La única respuesta es "porque no puedo hacer otra cosa".</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Gonzalo Hidalgo Bayal</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
"Por afición, por aflicción", escribí alguna vez. Por afición, porque es inclinación, necesidad, perseverancia y distracción. Por aflicción, porque sólo el dolor y sus numerosas circunstancias proporcionan suficiente materia literaria. En la afición se centra la relación con el lenguaje, que es, cuanto más intensa, más grata y divertida. La aflicción obliga, en cambio, a la búsqueda del sentido, si es que algún sentido tienen las desventuras de los hombres.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Fernando Iwasaki</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque es el más poderoso acto libertario que conozco. Escribo porque el hechizo de la literatura es fulminante y a mí me hace ilusión ser aprendiz de aquellas magias. Escribo porque mis padres y mis hijos se alegran cada vez que alguien les cuenta que ha leído algo mío. Escribo porque contar historias es el oficio más antiguo del mundo. Escribo porque dedico todos los libros de ficción a mi mujer y así -mientras siga escribiendo- ella sabrá que la sigo queriendo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Use Lahoz</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo para reflexionar y pensar y darle vueltas a la vida de personajes siempre más interesantes que la mía. Y disfrutar del placer de la ficción, que es adictivo y que, como la realidad, no tiene límites. Escribo por supuesto para combatir el aburrimiento y pasarlo en grande. Para un escritor vivir, fundamentalmente, es escribir. Escribo para estar en paz conmigo mismo, por aquello que decía Machado de "yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas". Escribo porque conmueve y perdura, cada novela es la primera. Además es bastante barato. En fin: escribo porque aprendo, y así, a veces, parece que sigo estudiando.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Donna Leon</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Al principio escribía para ver si podía hacerlo. Resultó que escribir un libro era muy divertido. Y por eso ahora, después de 20 años y de 20 libros, lo hago porque es divertido. Los personajes hacen lo que les digo que hagan; la realidad se puede cambiar para adaptarla a mis necesidades; si alguien muere, lo puedo resucitar al día siguiente. Supongo que también hay un elemento de vanidad. En una cena, todos queremos que presten atención a nuestras ideas, ¿no es cierto? Pero los buenos modales mandan que compartamos la conversación con los demás. Pero en un libro, nuestro libro, nosotros los escritores podemos seguir -bla, bla, bla- sin parar, y nunca tenemos que interrumpirnos para dejar hablar a nadie más.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Elvira Lindo</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo desde los nueve años. Desde muy joven empezaron a pagarme en la radio por guiones, cuentos y <i>sketches </i>. A los 31 años comencé a escribir libros. Pensé que escribir era mi oficio hasta que me di cuenta de que se trataba de algo más. Es un oficio pero también una forma de vida. No sabría vivir sin escribir. Todo lo que hago al cabo del día, lo que veo y escucho, lo que me provoca asombro, alegría o desdicha es material para ser contado. Y esa actitud vital, la de formar parte de la comedia humana pero la de ser también espectadora de ella, ese estar fuera y dentro a la vez, me ayuda a asimilar la experiencia de una manera enriquecedora. Escribo todos los días. Cuando no escribo, me siento una inútil, así que he llegado a una conclusión radical: nunca podré dejarlo. No sé hacer otra cosa, no sabría vivir de otra manera.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Alberto Manguel</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Porque no sé bailar el tango, tocar un instrumento musical como la celesta o el glockenspiel, resolver problemas de matemáticas superiores, correr una maratón en Nueva York, trazar las órbitas de los planetas, escalar montañas, jugar al fútbol, jugar al rugby, excavar ruinas arqueológicas en Guatemala, descifrar códigos secretos, rezar como un monje tibetano, cruzar el Atlántico en solitario, hacer carpintería, construir una cabaña en Algonquin Park, conducir un avión a reacción, hacer surf, jugar a complejos videojuegos, resolver crucigramas, jugar al ajedrez, hacer costura, traducir del árabe y del griego, realizar la ceremonia del té, descuartizar un cerdo, ser corredor de Bolsa en Hong Kong, plantar orquídeas, cosechar cebada, hacer la danza del vientre, patinar, conversar en el lenguaje de los sordomudos, recitar el Corán de memoria, actuar en un teatro, volar en dirigible, ser cineasta y hacer una película en blanco y negro, absolutamente realista, de <i>Alicia en el País de las Maravillas </i>, hacerme pasar por un banquero respetable y estafar a miles de personas, deleitarme con un plato de tripas <i>à la mode de Caën </i>, hacer vino, ser médico y viajar a un lugar devastado por la guerra y tratar con gente que ha perdido un brazo, una pierna, una casa, un hijo, organizar una misión diplomática para resolver el problema del Medio Oriente, salvar náufragos, dedicar treinta años al estudio de la paleografía sánscrita, restaurar cuadros venecianos, ser orfebre, dar saltos mortales con o sin red, silbar, decir por qué escribo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Javier Marías</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo para no tener jefe ni verme obligado a madrugar. También porque no hay muchas más cosas que sepa hacer, y lo prefiero y me divierte más que traducir o dar clases, que al parecer sí sé hacer. O sabía, son actividades del pasado. También escribo para no deberle casi nada a casi nadie ni tener que saludar a quienes no deseo saludar. Porque creo que pienso mejor mientras estoy ante la máquina que en cualquier otro lugar y circunstancia. Escribo novelas porque la ficción tiene la facultad de enseñarnos lo que no conocemos y lo que no se da, como dice un personaje de la novela que acabo de terminar. Y porque lo imaginario ayuda mucho a comprender lo que sí nos ocurre, eso que suele llamarse "lo real". Lo que no hago es escribir por necesidad. Podría pasarme años tan tranquilo, sin escribir una línea. Pero en algo hay que ocupar el tiempo, y algún dinero hay que ganar. También escribo para eso.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Luisgé Martín</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Cuando escucho a algún escritor explicar las razones por las que escribe, pienso que yo también comparto esas razones. Todas. Me siento como un compendio, como uno de esos hipocondríacos que encuentran en sí mismos todos los síntomas de los que oyen hablar. Escribo como terapia psíquica, para ordenar el mundo y comprenderlo, para vivir vidas que no he podido vivir. Pero hace poco, leyendo el discurso de Pamuk en la Academia Sueca cuando recibió el Nobel, encontré una razón que nunca había escuchado así formulada y que me parece formidable: "Escribo porque puede que así comprenda la razón por la que estoy tan, tan enfadado con ustedes, con todo el mundo".</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Luis Mateo Díez</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo para disimular la incapacidad de hacer cualquier otra cosa. Escribir no sólo me entretiene, también me apasiona y me hace sentir dueño de algo que se contrapone en mi existencia a una cierta inclinación de inutilidad. Los días en que me quedo satisfecho con lo que acabo de escribir tengo la convicción de no haber perdido el tiempo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Eduardo Mendicutti</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
También a mí, como a Vargas Llosa, me dicen montones de veces que lo único que sé hacer es escribir. A lo mejor por eso acabarán dándome el Nobel. Para todo lo demás, estoy convencido, soy un desastre: para poner ladrillos, para cultivar tomates, para imponer el orden, para correr a pie o en bicicleta, aunque sea dopado, para condenar a delincuentes -con lo que a mí me gustan algunos delincuentes- sin que se me parta el corazón, o para defenderlos sin contagiarme... Cierto que, desde hace 30 años, soy bastante bueno como secretario general de una patronal de empresas consultoras, pero con algo tengo que redimirme. Claro que, según algún crítico y algunos colegas, puede que también para escribir sea una calamidad, pero de eso aún no he llegado a convencerme.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Eduardo Mendoza</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Sinceramente, no lo sé. No es una respuesta bonita, pero es la que más se aproxima a la verdad.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Ricardo Menéndez Salmón</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo por insatisfacción. Si estuviera satisfecho, me limitaría a "vivir la vida", no a intentar comprenderla mediante la escritura. Claro que al intentar comprenderla, es decir, al escribirla, me doy cuenta de que en realidad la vida resulta incomprensible. Lo cual genera una nueva insatisfacción, la de comprobar que el intento por comprender la vida mediante la literatura lo único que ilumina es la imposibilidad de alcanzar esa comprensión. Pero entonces sucede algo curioso, y es que el hecho de descubrir esa imposibilidad me conmueve, admira e impulsa a escribir más y más.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Juan José Millás</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo por las mismas razones por las que leo: porque no me encuentro bien.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Rosa Montero</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque no puedo detener el constante torbellino de imágenes que me cruza la cabeza, y algunas de esas imágenes me emocionan tanto que siento la imperiosa necesidad de compartirlas. Escribo para tener algo en qué pensar cuando, en la soledad tenebrosa de la duermevela, por la noche, en la cama, antes de dormir, me asaltan los miedos y las angustias. Escribo porque mientras lo hago estoy tan llena de vida que mi muerte no existe: mientras escribo, soy intocable y eterna. Y, sobre todo, escribo para intentar otorgar al Mal y al dolor un sentido que en realidad sé que no tienen.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Luis Muñoz</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Creo que puedo distinguir razones de tipo general y razones particulares. Entre las particulares: por darle forma a una emoción concreta, por hacerle un hogar de palabras a uno de esos pensamientos que uno cree que pueden ser salvadores, por ser vulnerable al contagio de otro poema que creo admirable y hacerme la ilusión de que puedo responderle, conversar con él o seguir alguno de sus hilos sueltos. Entre las generales, por querer sentir mi tiempo, el rabioso presente, en el lenguaje; por estar enamorado de la capacidad de las palabras para volver a decir la verdad, por el sentimiento de libertad que produce, por darles forma a seres informes: embriones de voces, sentimientos, sensaciones, ideas...</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Antonio Muñoz Molina</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Creo que nunca he pensado mucho en por qué escribo, salvo cuando me han hecho esa pregunta y he tenido que improvisar una respuesta que sonara convincente. Escribo, sobre todo, porque me gusta mucho hacerlo, y me ha gustado casi desde que tengo recuerdos. Me gustaba inventar cuentos, escribirlos y dibujarlos cuando era niño. Me gustaba escribir redacciones en la escuela. Luego empecé a leer novelas de aventuras y me enteré de que todas ellas tenían un autor, que solía ser Julio Verne, y por primera vez me imaginé practicando ese oficio. Después me aficioné a leer poesía y por imitación me puse a escribir versos, siempre muy malos. Cuando tuve una máquina de escribir, se me iban las tardes improvisando lo que fuera, por el puro gusto de golpear las teclas: diarios, poemas, obras de teatro. Escribo por gusto y porque me gano la vida escribiendo. Algunas veces disfruto mucho y otras preferiría estar haciendo cualquier otra cosa. Pero en ocasiones en que me he puesto a escribir contra mi voluntad y casi a la fuerza he encontrado cosas que de otra manera no se me habrían ocurrido. También escribo por quitarme la mala conciencia de no haber escrito, o para tener el alivio de haberlo hecho. Me puedo imaginar no publicando, al menos durante largos períodos, pero no me imagino no escribiendo. En el fondo es un vicio, un hábito cotidiano, o una manera de estar en el mundo, como tener afición por la lectura o por la música.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Julia Navarro</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Para mí, escribir es una oportunidad de vivir otras vidas, pero también de asumir compromisos, aunque a veces vayan envueltos con el papel del entretenimiento.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Andrés Neuman</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque de niño sentí que la escritura era una forma de curiosidad e ignorancia. Escribo porque la infancia es una actitud. Escribo porque no sé, y no sé por qué escribo. Escribo porque sólo así puedo pensar.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Amélie Nothomb</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Me preguntan por qué elegí escribir. Yo no lo elegí. Es igual que enamorarse. Se sabe que no es una buena idea y uno no sabe cómo ha llegado ahí, pero al menos hay que intentarlo. Se le dedica toda la energía, todos los pensamientos, todo el tiempo. Escribir es un acto y al igual que el amor, es algo que se hace. Se desconoce su modo de empleo, así que se inventa porque necesariamente hay que encontrar un medio para hacerlo, un medio para conseguirlo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Arturo Pérez-Reverte</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque hace 25 años que soy novelista profesional, y vivo de esto. Es mi trabajo. Igual que otros pasan en la oficina ocho horas diarias, yo las paso en mi biblioteca, rodeado de libros y cuadernos de notas, imaginando historias que expliquen el mundo como yo lo veo, y llevándolas al papel a golpe de tecla. Procuro hacerlo de la manera más disciplinada y eficaz posible. En cuanto a la materia que manejo, cada cual escribe con lo que es, supongo. Con lo que tiene en los ojos y la memoria. Muchas cosas no necesito inventarlas: me limito a recordar. Fui un escritor tardío porque hasta los 35 años estuve ocupado viviendo y leyendo; pateando el mundo, los libros y la vida. Ahora, con lo que eché en la mochila durante aquellos años, narro mis propias historias. Reescribo los libros que amé a la luz de la vida que viví. Nadie me ha contado lo que cuento.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Nélida Piñón</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Yo escribo porque el verbo provoca en mí desasosiego, afila los mil instrumentos de la vida. Y porque, para narrar, dependo de mi creencia en la mortalidad. Con la fe en que una historia bien contada me arrebate las lágrimas. Sobre todo cuando, en medio de la exaltación narrativa, menciona amores contrariados, despedidas hirientes, sentimientos ambiguos, despojados de lógica. Escribo, en conclusión, para ganar un salvoconducto con el que deambular por el laberinto humano.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Álvaro Pombo</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Pienso en el pequeño cementerio de Londres, a unos diez minutos a pie de Paddington Green, donde robé un perro feo, de cemento, del sepulcro de una dama ahí enterrada. Al venir a Madrid, abandoné ese perro a su suerte. Escribir esto, ¿es escribir, o no? Es, desde luego, un modo de hacer surgir los recuerdos y las imágenes distinto del modo normal: un modo prefabricado, que desea causar un efecto imborrable al menos en mi alma y luego en la de un lector o un millón, si es posible. Y también es un intento de expresar el ser, el Dios, en la claridad del ser-ahí que era yo en aquel entonces, al borde de la nada.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Benjamín Prado</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Yo escribo para divertirme, para entretenerlos, para aprender, para enseñarles, para que sea cierto que "escribir es soñar y que otros lo recuerden al despertar", para que no me olviden, para que no nos callen y, en primer lugar, porque no podría no hacerlo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Soledad Puértolas</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Las alegrías de la vida te desbordan. El dolor y la pérdida te superan y hunden. El tedio y la monotonía pueden resultar aniquiladores. Cuando escribo, estoy fuera de esa realidad. He entrado en otra donde sí es posible buscar un sentido, incluso vislumbrarlo. La soledad, que tantas veces se ha hecho insoportable, se hace ligera y deseable. El estado perfecto. Hay metas, humanidad, sentidos. Hasta cabe la risa, el gran regalo.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Santiago Roncagliolo</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Debería decir que escribo porque no sé hacer nada más, pero intentaré una respuesta más profunda: creo que la realidad no tiene ningún sentido. Las cosas pasan a tu alrededor de una manera errática, a menudo contradictoria, y un día te mueres. Las cosas en que creías dejan de ser ciertas de un momento a otro. En cambio, las novelas tienen un principio, un medio y un desenlace. Los personajes se dirigen hacia algún lugar, la gloria, la autodestrucción o la nada, y sus acciones tienen consecuencias en ese camino. Escribo historias para inventar algo que tenga sentido.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Fernando Royuela</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo para seducir, para subvertir, para sentirme vivo y muerto, para llorar, amar y maldecir. Escribo para no tener que aguantarme, para negar el mundo, para huir. Escribo porque me da la gana y me lo puedo permitir.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>David Safier</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
¿Se acuerda de cuando era niño y jugaba, inventando historias disparatadas con figuritas de indios, vaqueros o pitufos? ¿O simplemente imaginando en la bañera que era el capitán de un barco pirata que buscaba un tesoro en medio de la tormenta? ¿Se acuerda de cómo se sentía cuando jugaba con otros niños en la calle y vivían increíbles aventuras haciendo de exploradores, cazadores o agentes secretos; luchando contra dinosaurios, monstruos o supermalos que querían destruir la tierra con rayos mortales? Pues bien, todo eso es lo que yo hago todavía. Jugar con mi imaginación. Cada día de mi vida. Y lo seguiré haciendo hasta que me muera. O me vuelva loco.</div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b>Jorge Semprún</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Si lo supiera, tal vez no escribiría. Quiero decir, si lo supiera con certeza, si a cada momento pudiese proclamar taxativamente, sin vacilar, por qué escribo, y para qué, para quién o quiénes; si así fuera, tal vez no escribiría. O sea que escribo, en cierta medida, para encontrar respuestas al porqué. Escribir no es un acto reflejo, ni una función natural. No se escribe como se come o se ama. No se agota en el hecho de escribir el portentoso, o doloroso, o lo uno y lo otro, milagro de la escritura. No se agota, al escribir, el deseo inagotable de la escritura. Tal vez porque sea ésta la mejor forma de sobrevivir. ¿Por qué escribo? Tal vez para sobrevivir a la muerte, la necesaria muerte que me nombra cada día.</div>
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<b>Wole Soyinka</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Hace varios años, participé en esta misma experiencia con el periódico francés <i>Libération </i>. En aquella ocasión contesté: "Supongo que por el ser masoquista que llevo dentro de mí". Desde entonces, no he tenido ningún motivo para cambiar mi respuesta.</div>
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<b>Antonio Tabucchi</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Preferiría formular la pregunta así: ¿Por qué se escribe? Hace tiempo, cuando era joven, escuché a Samuel Beckett responder: "No me queda otra". Las respuestas posibles son todas plausibles pero con signo de interrogación. ¿Escribimos porque tememos a la muerte? ¿Porque tenemos miedo de vivir, porque tenemos nostalgia de la infancia, porque el tiempo pasado corrió deprisa o porque queremos detenerlo? ¿Escribimos porque a causa de la añoranza sentimos nostalgia, arrepentimiento? ¿Porque querríamos haber hecho una cosa y no la hicimos o porque no deberíamos haber hecho algo que hicimos? ¿Por qué estamos aquí y queremos estar allá y si estuviéramos allá nos hubiese resultado mejor quedarnos aquí? Como decía Baudelaire, la vida es un hospital donde cada enfermo quiere cambiar de cama. Uno piensa que se curaría más deprisa si estuviera al lado de la ventana y otro cree que estaría mejor junto a la calefacción.</div>
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<b>Andrés Trapiello</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Lo natural es hablar, incluso cantar, pero no escribir. Poner las palabras por escrito en un libro es, decía Unamuno, una "tragedia del alma", y acaso se escriba por miedo a quedarse uno a solas con su dolor, como si escribir fuese un remedio, y no un veneno. Así lo siento yo también.</div>
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<b>Kirmen Uribe</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
En noviembre de 2007 tuve la suerte de asistir como escritor invitado a la clase de escritura creativa de Anthony MacCann, en el CalArts de Los Ángeles. Anthony me contó que los mejores de cada promoción son fichados por las grandes productoras para trabajar como guionistas de series de televisión. Se hacen ricos. Los "peores", por el contrario, se dedican a la poesía. A mí me encanta quedarme solo y escribir. "Un solitario impulso de delicia" me lleva a escribir, como decía Yeats en su poema "Un aviador irlandés prevé su muerte". Disfruto casi tanto como los "peores" de CalArts, que, tumbados en el césped del campus con un libro en las manos, levantaban la mirada para ver pasar las nubes. Yo, en la clase de Anthony, sería, sin duda, del grupo de los poetas.</div>
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<b>Mario Vargas Llosa</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque aprendí a leer de niño y la lectura me produjo tanto placer, me hizo vivir experiencias tan ricas, transformó mi vida de una manera tan maravillosa que supongo que mi vocación literaria fue como una transpiración, un desprendimiento de esa enorme felicidad que me daba la lectura. En cierta forma la escritura ha sido como el reverso o el complemento indispensable de esa lectura, que para mí sigue siendo la experiencia máxima, la más enriquecedora, la que más me ayuda a enfrentar cualquier tipo de adversidad o frustración. Por otra parte, escribir, que al principio es una actividad que incorporas a tu vida con otros, con el ejercicio se va convirtiendo en tu manera de vivir, en la actividad central, la que organiza absolutamente tu vida. La famosa frase de Flaubert que siempre cito: "Escribir es una manera de vivir". En mi caso ha sido exactamente eso. Se ha convertido en el centro de todo lo que yo hago, de tal manera que no concebiría una vida sin la escritura y, por supuesto, sin su complemento indispensable, la lectura.</div>
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<b>Juan Gabriel Vásquez</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Escribo porque me irrita y me entristece el desorden del mundo, y descubrí hace mucho tiempo que en la buena ficción el mundo tiene un orden o su desorden tiene un sentido. Escribo porque mi inteligencia es limitada y sólo soy capaz de entender lo que viene en palabras. Escribo, por lo tanto, porque no entiendo o porque ignoro: "escribe sobre lo que conoces" me parece el consejo más idiota del mundo, porque se escribe, precisamente, para conocer.</div>
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<b>Manuel Vicent</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Si esta pregunta se me hubiera formulado hace muchos años, cuando empecé a escribir, mi respuesta habría sido más romántica, más literaria, más estúpida. Probablemente habría contestado que escribía para crear un mundo a mi imagen, para poder leer el libro que no encontraba en mi biblioteca, para no suicidarme, para enamorar a una niña, para influir en la sociedad o tal vez cínicamente porque no servía para nada más, ni siquiera para arreglar un enchufe. Sin olvidar lo que este oficio tiene de vanidad y de narcisismo, a estas alturas de la profesión creo que escribo porque es un trabajo que me gusta, que unas veces me sale bien y otras mal, pero en cualquier caso la literatura ya forma parte de un mismo impulso vital que me sirve para sentirme a gusto todavía en este mundo, sin que espere gran cosa de su resultado.</div>
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<b>Enrique Vila-Matas</b></div>
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Ah, ya veo, vuelve la vieja y pérfida pregunta. Pero también podrían ustedes preguntarme por qué acabo de hacer un moño en mis zapatos, y por qué no me he contentado con un nudo que, para el caso, me habría servido igual. En algún tiempo remoto, un antepasado hizo el primer moño. Nosotros no somos más que sus imitadores, un eslabón en la cadena ininterrumpida de la tradición. De modo que a quien habría que preguntarle por qué escribo es a ese antepasado, preguntarle por qué quiso ir más allá del nudo.</div>
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<b>Juan Eduardo Zúñiga</b></div>
<div style="border: 0px; font-family: inherit; font-style: inherit; margin-bottom: 21px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
El jardincillo parece envejecido con los fríos de noviembre y el suelo está cubierto de las hojas caídas de una acacia. Dejo de mirarlo desde la ventana, estoy solo en el cuarto vacío donde tengo los juguetes y los cuentos, en las paredes sujetas con chinchetas hay dos láminas referentes a un país extranjero y extranjero es el autor de un libro que cojo, y me aprendo su nombre: Michel Zevaco. Leo el final del segundo capítulo: un hombre busca sin parar en un cofre lleno de joyas y no encuentra lo más importante para él. Me extraña esto ¿más valioso que joyas? Tengo al lado un cuaderno y lápiz, sin pensar escribo: "Él buscaba algo entre las joyas..." y sigo escribiendo, sigo así hasta hoy.<span class="fin" style="background-color: #49bbe3; border: 4px solid rgb(73, 187, 227); color: #49bbe3; font-family: arial; font-size: 4px; line-height: 4px; margin: 0px 0px 0px 4px; outline: 0px; padding: 0px 2px; vertical-align: baseline;">.</span></div>
Por Jesús Ruiz MantillaEL PAIS - GDA</section>Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-50644642387854805762013-08-13T20:12:00.004-07:002013-08-13T20:12:44.257-07:00Para ser novelista, John Gardner
Vale mucho la pena leer el libro “Para ser novelista” de John Gardner. Este fin de semana releí el prólogo, escrito por un alumno suyo que luego se convirtió en un GRAN escritor. ¿Saben quién es? Fijense. No tiene desperdicio.
Prólogo
Hace mucho tiempo —era el verano de 1958—, mi mujer, nuestros dos niños y yo abandonamos Yakima, Washington, para trasladamos a un pueblecito de las afueras de Chico, California. Allí encontramos una casa antigua por veinticinco dólares al mes. A fin de poder pagar este traslado había tenido que pedir prestados ciento veinticinco dólares a un farmacéutico para el que había trabajado de repartidor, un hombre llamado Bill Barton.
Con esto vengo a decir que en aquella época mi mujer y yo estábamos sin blanca. Nos ganábamos la vida a duras penas, pero el plan era que yo estudiara en lo que entonces se llamaba Chico State College. Pero desde mis primeros recuerdos, desde mucho antes de que nos trasladáramos a California en busca de una vida distinta y de nuestro pedazo del pastel americano, yo había querido ser escritor. Quería escribir, escribir lo que fuera —ficción, naturalmente, pero también poesía, obras de teatro, guiones cinematográficos y artículos para Sports Afield, True, Argosy y Rogue (algunas de las revistas que leía entonces), y para el periódico local—, cualquier cosa que requiriera juntar palabras y crear algo coherente e interesante para alguien aparte de mí mismo. Pero en la época en que nos trasladamos, yo sentía en lo más profundo que para llegar a ser escritor tenía que estudiar. Entonces tenía muy buen concepto de los estudios —mejor del que tengo ahora, seguro, pero eso es porque soy mayor y tengo estudios—. Téngase en cuenta que nadie de mi familia había ido a la universidad ni pasado siquiera del obligatorio octavo curso de segunda enseñanza. Yo no sabía nada, pero sabía que no sabía nada.
Así pues, junto con el deseo de estudiar, tenía también un deseo muy fuerte de escribir; era un deseo tan fuerte que, con el aliento que recibí en la universidad y el criterio que adquirí, seguí escribiendo durante mucho tiempo a pesar de que el «sentido común» y la «cruda realidad» me aconsejaban una y otra vez que desistiera, que dejara de soñar, que siguiera adelante discretamente y me dedicara a otra cosa.
Aquel primer otoño en la universidad de Chico me matriculé de las asignaturas obligatorias para la mayoría de los alumnos de primer curso, pero también me matriculé de algo que se llamaba Literatura Creativa 101. Esta clase la iba a dar un nuevo miembro del cuerpo docente de la facultad llamado John Gardner, que llegaba rodeado de cierto misterio y de un aire novelesco. Se decía que anteriormente había enseñado en Oberlin College, pero que se había ido de allí por alguna razón que no quedaba clara. Un estudiante decía que a Gardner lo habían echado —a los estudiantes, como a todo el mundo, les encantan los rumores y la intriga— y otro decía que Gardner simplemente se había ido a causa de algún lío. Alguien más decía que en Oberlin tenía que dar demasiadas clases, cuatro o cinco de Lengua de primer curso cada semestre, y que no le quedaba tiempo para escribir. Y es que se decía que Gardner era un escritor de verdad, es decir, en ejercicio, que había escrito novelas y relatos cortos. De cualquier modo, iba a dar Literatura Creativa 101 en Chico y yo me apunté.
Me emocionaba asistir a las clases de un verdadero escritor. No había visto un escritor en mi vida y la idea me imponía mucho. Pero lo que yo quería saber era dónde estaban esas novelas y esos relatos cortos. Pues bien, todavía no se había publicado nada. Se decía que no había conseguido que le publicaran sus obras y que las llevaba consigo en cajas. (Siendo ya alumno suyo, yo vería esas cajas de manuscritos. Gardner se había enterado de mis dificultades para encontrar un sitio donde trabajar. Sabía que tenía familia y que en mi casa no había sitio. Me ofreció la llave de su despacho. Ahora veo que aquel ofrecimiento fue decisivo. No fue un ofrecimiento casual, y yo me lo tomé, creo, como una orden —pues de eso se trataba— Todos los sábados y domingos me pasaba parte del día en su despacho, que era donde tenía las cajas de manuscritos. Estaban apiladas en el suelo junto a la mesa. Nickel Mountain, escrito en una de las cajas con lápiz de cera, es el único título que recuerdo. Pero fue en su despacho, a la vista de sus libros inéditos, donde llevé a cabo mis primeros intentos serios de escribir.)
Cuando conocí a Gardner, él estaba detrás de una de las mesas instaladas en el gimnasio femenino durante el período de matriculación. Firmé la hoja de matrícula y me entregó el programa de la asignatura. Su aspecto no se acercaba ni de lejos al que yo imaginaba que debía tener un escritor. La verdad es que en aquella época parecía un ministro presbiteriano o un agente del FBI. Vestía siempre traje negro, camisa blanca y corbata. Y tenía el pelo cortado al cepillo. (La mayoría de los jóvenes de mi edad llevaban el pelo al estilo DA[1], es decir, peinado hacia atrás por los lados y fijado con gomina). Lo que digo es que Gardner tenía un aspecto muy normal. Y para completar el cuadro, conducía un Chevrolet cuatro puertas negro con neumáticos completamente negros, sin banda blanca, un coche tan desprovisto de lujos o comodidades que ni siquiera tenía radio. Después de haberlo conocido y de que me hubiera dado la llave, cuando estaba utilizando su despacho de forma regular como lugar de trabajo, me pasaba las mañanas de los domingos sentado en su mesa, delante de la ventana, tecleando en su máquina de escribir. Pero miraba por la ventana esperando ver su coche detenerse y aparcar en la calle de enfrente, como cada domingo. Después Gardner y su mujer, Joan, salían y, vestidos completa y severamente de negro, caminaban por la acera hacia la iglesia, para entrar en ella y asistir al servicio. Una hora y media después los veía salir, volver caminando por la acera hasta el coche, subir a él y marcharse.
Gardner llevaba el pelo cortado al cepillo, vestía como un ministro presbiteriano o un agente del FBI e iba a la iglesia los domingos. Pero en otros aspectos no era convencional. Comenzó a saltarse las normas el primer día de curso; en clase fumaba un cigarrillo detrás de otro, continuamente, y empleaba una papelera de metal como cenicero. Y cuando otro profesor que utilizaba la misma aula se quejó de ello a sus superiores, Gardner se limitó a hacernos un comentario acerca de la mezquindad y la estrechez de miras de aquel hombre, abrió las ventanas y siguió fumando.
A los escritores de relatos cortos que tenía en clase les exigía que escribieran uno de entre diez y quince páginas de extensión. Y a los que querían escribir novela —creo que habría uno o dos—, un capítulo de unas veinte páginas, junto con un esbozo del resto. Lo malo era que el cuento o el capítulo de la novela podían llegar a revisarse hasta diez veces durante el curso semestral, para que Gardner se quedara satisfecho. Tenía por principio básico el de que el escritor encontraba lo que quería decir en el continuo proceso de ver lo que había dicho. Y a ver de esta forma, o a ver con mayor claridad, se llegaba por medio de la revisión. Creía en la revisión, la revisión interminable; era algo muy serio para él y que consideraba vital para el escritor en cualquier etapa de su desarrollo como tal. Y nunca perdía la paciencia al releer la narración de un alumno, aunque la hubiera visto en cinco encarnaciones anteriores.
Creo que la idea que tenía en 1958 acerca lo que era un relato corto seguía siendo esencialmente la que tenía en 1982; un relato corto era algo que tenía un principio, una parte intermedia y un final distinguibles. A veces iba hasta la pizarra y hacía un diagrama para ilustrar algún comentario que quería hacer sobre el aumento o el descenso de la emoción de una historia: cumbres, valles, mesetas, resolución, denouement y cosas así. Yo, por más que lo intentaba, no conseguía interesarme mucho o entender realmente este aspecto de las cosas, todo eso que ponía en la pizarra. Pero lo que sí entendía eran las observaciones que hacía sobre la historia de algún alumno cuando ésta se comentaba en clase. En estos casos Gardner podía comenzar a interrogarse en voz alta acerca de las razones que tenía el autor para escribir, pongamos, un relato acerca de una persona inválida y dejar de lado la invalidez del personaje hasta el mismísimo final de la historia. «Así, ¿crees que es buena idea dejar que el lector se quede hasta la última frase sin saber que este hombre está inválido?» El tono de su voz traslucía su desaprobación, y la clase entera, incluido el autor, no tardaba más de un instante en ver que no era una buena estrategia. Emplear una estrategia que ocultara al lector información necesaria e importante, con la esperanza de cogerlo por sorpresa al final de la historia, era engañarlo.
En clase siempre hacía referencia a escritores cuyos nombres yo no conocía. O si los conocía, no había leído obras suyas. Conrad, Céline, Katherine Anne Porter, Isaac Babel, Walter van Tilburg Clark, Chejov, Hortense Calisher, Curt Harnack, Robert Penn Warren… (Leímos una historia de Warren llamada «Blackberry Winter» que por la razón que fuera a mí no me gustó, y se lo dije a Gardner. «Pues vuélvela a leer», me dijo, y hablaba en serio.) William Gass era otro de los que nombraba. Gardner acababa de lanzar una revista, MSS, y estaba a punto de publicar «The Pedersen Kid» en elprimer número. Empecé a leer la historia en manuscrito, pero no la entendía y volví a quejarme a Gardner. Esta vez no me dijo que lo volviera a intentar, simplemente me la quitó. Hablaba de Henry James, Flaubert e Isaak Dinesen como si vivieran un poco más abajo siguiendo la carretera, en Yuba City. «Estoy aquí tanto para enseñaros a escribir como para deciros qué leer», decía. Yo salía de clase aturdido y me iba directamente a la biblioteca a buscar libros de los escritores de que hablaba.
Los autores que estaban en boga en aquella época eran Hemingway y Faulkner. Pero en total yo había leído como máximo dos o tres libros suyos. De todos modos, eran tan conocidos y se hablaba tanto de ellos que no podían ser tan buenos, ¿no? Recuerdo que Gardner me dijo; «Lee todo el Faulkner que encuentres y luego lee todo lo de Hemingway para limpiar de Faulkner tu manera de escribir.»
Nos dio a conocer las publicaciones «de poca tirada» o literarias trayendo un día a clase una caja de dichas revistas y distribuyéndolas para que pudiéramos aprendernos sus nombres, ver cómo eran y qué sensación producía tenerlas en la mano. Nos dijo que allí aparecía la mejor ficción y casi toda la poesía que se escribía en el país. Ficción, poesía, ensayos literarios, críticas de libros recientes y de autores vivos a cargo de autores vivos. Yo estaba como loco de tantos descubrimientos como hacía.
Pidió para los siete u ocho de nosotros que estábamos en su clase unas carpetas negras y grandes y nos dijo que guardáramos en ellas nuestros escritos. Él mismo guardaba sus trabajos en carpetas de aquéllas, decía, y eso, naturalmente, fue definitivo para nosotros. Llevábamos nuestros relatos en aquellas carpetas y nos sentíamos especiales, exclusivos, distintos de los demás. Y lo éramos.
No sé cómo sería Gardner con sus otros alumnos cuando llegaba el momento de entrevistarse con ellos para comentar lo que habían escrito. Supongo que demostraría un considerable interés con todos. Pero yo tenía y sigo teniendo la impresión de que durante aquel período se tomaba mis relatos con mayor seriedad y ponía al leerlos más atención de la que yo tenía derecho a esperar. Yo no estaba en absoluto preparado para el tipo de crítica que recibía de él. Antes de nuestra entrevista había corregido el relato y tachado oraciones, frases o palabras inaceptables, incluso algo de la puntuación; y me daba a entender que aquellas supresiones no eran negociables. En otros casos encerraba las oraciones, frases o palabras entre paréntesis, y ésos eran los puntos a tratar, esos casos sí eran negociables. Y no vacilaba en añadir algo a lo que yo había escrito, una o varias palabras aquí y allá y quizá hasta una frase que aclaraba lo que yo pretendía decir. Hablábamos de las comas que había en mi historia como si nada en el mundo pudiera importar más en aquel momento; y, en efecto, así era. Siempre buscaba algo que alabar. Si había una frase, una intervención en el diálogo o un pasaje narrativo que le gustaba, algo que le parecía «trabajado» y que hacía que la historia avanzara de forma agradable o inesperada, escribía al margen: «Muy acertado»; o si no: «¡Bien!» Y el ver estos comentarios me infundía ánimos.
Me hacía una crítica concienzuda, línea por línea, y me explicaba los porqués de que algo tuviera que ser de tal forma y no de otra; y me prestó una ayuda inapreciable en mi desarrollo como escritor. Después de esta primera y minuciosa charla sobre el texto, hablábamos de cuestiones más profundas relativas a la historia, del «problema» sobre el que yo intentaba arrojar luz, del conflicto que pretendía abordar, y de la forma en que mi relato podía encajar o no en el esquema general de la narrativa. Estaba convencido de que emplear palabras poco precisas, por falta de sensibilidad, por negligencia o sentimentalismo, constituía un tremendo inconveniente para el relato. Pero había algo aún peor y que había que evitar a toda costa: si en las palabras y en los sentimientos no había honradez, si el autor escribía sobre cosas que no le importaban o en las que no creía, tampoco a nadie iban a importarle nunca.
Valores morales y oficio, esto es lo que enseñaba y lo que defendía, y esto es lo que yo nunca he dejado de tener en cuenta a lo largo de los años desde aquel breve pero trascendental período.
Este libro de Gardner me parece a mí que es una exposición honrada y sensata de lo que supone convertirse en escritor y empeñarse en seguir siéndolo. Está inspirada por el sentido común, la magnanimidad y una serie de valores que no son negociables. A cualquiera que lo lea le impresionará la absoluta e inquebrantable honradez de su autor, así como su buen humor y su nobleza. El autor, si se fijan, dice continuamente: «Sé por experiencia…» Sabía por experiencia —y lo sé yo, por ser profesor de literatura creativa— que ciertos aspectos del arte de escribir pueden enseñarse y transmitirse a otros escritores, en general más jóvenes. Esta idea no debería sorprender a nadie que se interese de verdad por la enseñanza y el hecho creativo. La mayoría de los buenos e incluso grandes directores de orquesta, compositores, micro-biólogos, bailarinas, matemáticos, artistas visuales, astrónomos o pilotos de caza aprenden de personas mayores que ellos y más versadas en el oficio. Por el mero hecho de asistir a clases de literatura creativa, igual que si se trata de clases de cerámica o de medicina, no se convierte cualquiera en un gran escritor, ceramista o médico; puede que ni siquiera llegue a ser bueno. Pero Gardner estaba convencido de que tampoco era perjudicial.
Uno de los peligros de dar o recibir clases de literatura creativa radica –y hablo otra vez por experiencia– en animar en exceso a los jóvenes escritores. Pero de Gardner aprendí a correr ese riesgo antes que tomar el otro camino. Gardner daba y seguía dando aun cuando los signos vitales fluctuaran alocadamente, como cuando se es joven y se está aprendiendo. El joven escritor necesita sin duda tanto aliento como quien pretende iniciarse en otras profesiones, e incluso diría que más. Y ni que decir tendría que hay que alentar siempre con sinceridad y nunca para escurrir el bulto. Lo que hace que este libro sea especialmente bueno es la calidad de la manera en que anima.
El fracaso y las esperanzas frustradas son comunes a todos nosotros. La sospecha de que estamos naufragando y de que las cosas no nos salen como habíamos planeado aparece en un momento u otro de nuestra vida. Cuando se tienen diecinueve años se suele saber bastante bien qué es lo que no se va a ser; pero es más frecuente que a este conocimiento de las propias limitaciones, a la auténtica comprensión de éstas, se llegue cuando termina la juventud y comienza la madurez. Si alguien de entrada no tiene facultades para convertirse en escritor, no llegará a serlo por más enseñanzas que reciba o por buenos que sean sus maestros. Pero cualquiera dispuesto a emprender una carrera o a seguir su vocación se arriesga a sufrir un revés o a fracasar. Hay policías, políticos, generales, interioristas, ingenieros, conductores de autobús, editores, agentes literarios, hombres de negocios y cesteros fracasados. También hay profesores de literatura creativa fracasados y desilusionados y escritores fracasados y desilusionados. John Gardner no era ni lo uno ni lo otro, y las razones de que no lo fuera hay que buscarlas en este maravilloso libro.
Mi deuda con él es grande y en tan breve contexto sólo puedo hacer mención de ello. No tengo palabras para expresar lo mucho que le echo en falta. Pero me considero el más afortunado de los hombres por haber recibido sus consejos y su generoso aliento.
RAYMOND CARVER
Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-15638434473108135882013-03-21T06:47:00.001-07:002013-03-21T06:47:06.386-07:00Locura por escribir , por Julio Cortázar<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR5s4iQ3OZn0ubFd_o_fZyJhapNnWNePJQGKFcsL8LISCTjka-NZMtcXgHXQAunne7qQAjWR5PSAbQ4FlJ-didSKefjZqcLm_7_jvJzn7N8hbkYFb3rB9uj_QwCZjKGMiyTzPLC990L9tM/s1600/biblio.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="247" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR5s4iQ3OZn0ubFd_o_fZyJhapNnWNePJQGKFcsL8LISCTjka-NZMtcXgHXQAunne7qQAjWR5PSAbQ4FlJ-didSKefjZqcLm_7_jvJzn7N8hbkYFb3rB9uj_QwCZjKGMiyTzPLC990L9tM/s320/biblio.jpg" width="320" /></a></div>
<span class="pt" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-weight: bold;">Fin del mundo fin</span><br /><br /><img alt="" height="1" width="1" /><img alt="" height="1" width="1" />por Julio Cortázar<br /><br /><table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" cols="1" style="color: black; width: 80%px;"><tbody>
<tr><td class="nt" style="font-family: Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 10pt;"><div class="nt" style="font-size: 10pt;">
Como los escribas continuarán, los pocos lectores que en el mundo había van a cambiar de oficio y se pondrán también de escribas. Cada vez más los países serán de escribas y de fábricas de papel y tinta, los escribas de día y las máquinas de noche para imprimir el trabajo de los escribas. Primero las bibliotecas desbordarán de las casas, entonces las municipalidades deciden (ya estamos en la cosa) sacrificar los terrenos de juegos infantiles para ampliar las bibliotecas. Después ceden los teatros, las maternidades, los mataderos, las cantinas, los hospitales. Los pobres aprovechan los libros como ladrillos, los pegan con cemento y hacen paredes de libros y viven en cabañas de libros. Entonces pasa que los libros rebasan las ciudades y entran en los campos, van aplastando los trigales y los campos de girasol, apenas si la dirección de vialidad consigue que las rutas queden despejadas entre dos altísimas paredes de libros. A veces una pared cede y hay espantosas catástrofes automovilísticas. Los escribas trabajan sin tregua porque la humanidad respeta las vocaciones, y los impresores llegan ya a orillas del mar. El presidente de la república habla por teléfono con los presidentes de las repúblicas, y propone inteligentemente precipitar al mar el sobrante de libros, lo cual se cumple al mismo tiempo en todas las costas del mundo. Así los escribas siberianos ven sus impresos precipitados al mar glacial, y los escribas indonesios etcétera. Esto permite a los escribas aumentar su producción, porque en la tierra vuelve a haber espacio para almacenar sus libros. No piensan que el mar tiene fondo, y que en el fondo del mar empiezan a amontonarse los impresos, primero en forma de pasta aglutinante, después en forma de pasta consolidante, y por fin como un piso resistente aunque viscoso que sube diariamente algunos metros y que terminar por llegar a la superficie. Entonces muchas aguas invaden muchas tierras, se produce una nueva distribución de continentes y océanos, y presidentes de diversas repúblicas son sustituídos por lagos y penínsulas, presidentes de otras repúblicas ven abrirse inmensos territorios a sus ambiciones etcétera. El agua marina, puesta con tanta violencia a expandirse, se evapora más que antes, o busca reposo mesclándose con los impresos para formar la pasta aglutinante, al punto que un día los capitanes de los barcos de las grandes rutas advierten que los barcos avanzan lentamente, de treinta nudos bajan a veinte, a quince, y los motores jadean y las hélices se deforman. Por fin todos los barcos se detienen en distintos puntos de los mares, atrapados por la pasta, y los escribas del mundo entero escriben millares de impresos explicando el fenómeno y llenos de una gran alegría. Los presidentes y los capitanes deciden convertir los barcos en islas y casinos, el público va a pie sobre los mares de cartón a las islas y casinos donde orquestas típicas y características amenizan el ambiente climatizado y se baila hasta avanzadas horas de la madrugada. Nuevos impresos se amontonan a orillas del mar, pero es imposible meterlos en la pasta, y así crecen murallas de impresos y nacen montañas a orillas de los antiguos mares. Los escribas comprenden que las fábricas de papel y tinta van a quebrar, y escriben con letra cada vez más menuda, aprovechando hasta los rincones más imperceptibles de cada papel. Cuando se termina la tinta escriben con lápiz etcétera; al terminarse el papel escriben en tablas y baldosas etcétera. Empieza a difundirse la costumbre de intercalar un texto en otro para aprovechar las entrelíneas, o se borra con hojas de afeitar las letras impresas para usar de nuevo el papel. Los escribas trabajan lentamente, pero su número es tan inmenso que los impresos separan ya por completo las tierras de los lechos de los antiguos mares. En la tierra vive precariamente la raza de los escribas, condenada a extinguirse, y en el mar están las islas y los casinos o sea los transatlánticos donde se han refugiado los presidentes de las repúblicas, y donde se celebran grandes fiestas y se cambian mensajes de isla a isla, de presidente a presidente, y de capitán a capitán.</div>
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Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-17439619997625574512013-03-08T04:56:00.004-08:002013-03-08T04:56:51.575-08:00Natalia Ginzburg, sobre escribir <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 19.5px;">Juan Forn nos cuenta : "Años después, en un librito monumental llamado Las pequeñas virtudes, confesó: “A veces pienso que no he sido desgraciada en mi vida, que soy injusta cuando acuso al destino de haber tenido tan escasa benevolencia conmigo, porque me ha dado mi oficio. No podría imaginar mi vida sin él. Ha estado siempre ahí, no me ha dejado nunca, cuando lo creía dormido su mirada vigilante estaba puesta en mí. Nunca fue un consuelo, una distracción, una compañía. Es un amo. Hay que tragar saliva y lágrimas, apretar los dientes y servirlo, cuando él nos lo pide. Entonces nos ayuda a mantenernos en pie, a vencer la locura, la desesperación y la fiebre. Pero debe ser él quien manda, debemos saber que se negará a prestarnos atención si se la pedimos. Sé muy bien que soy una escritora pequeña. Si me pregunto ¿escritora pequeña como quién?, me entristece pensar en otros nombres, así que prefiero creer que nadie ha sido nunca como yo, por pequeña que sea, aunque como escritora sea una pulga o un mosquito”.</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;"><span style="line-height: 19.5px;">http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-215311-2013-03-08.html</span></span>Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-48740091999287062292011-10-23T15:39:00.000-07:002011-10-23T15:40:36.590-07:00Escribir según Samuel Butler ( aportes del blog de Eduardo Berti, eduardoberti.blogspot.com)Desde el momento en que una cosa ha sido escrita, o puede escribirse y razonarse acerca de ella, ha cambiado de naturaleza para volverse tangible.<br />Las palabras son pensamientos organizados, así como las formas vivas son acciones organizadas.<br />Hubo un tiempo en que el lenguaje era una proeza tan rara como la escritura en los tiempos en que ésta se inventó. Probablemente hablar estaba en un principio reservado a unos pocos sabios, tal como escribir en la Edad Media, y se fue generalizando de modo gradual.<br />Queremos que las palabras hagan más de lo que pueden hacer.<br />La palabras son como el dinero; no hay nada más inútil, salvo cuando le damos uso.<br />Un joven autor suele estar tentado a dejar todo lo que ha escrito, por miedo a no haber dicho lo suficiente en caso de ponerse a cortar. Pero es más fácil ser extenso que ser breve.<br />El mayor secreto de las buenas obras musicales, literarias o pictóricas reside en que no ambicionan demasiado; si se nos pregunta “¿qué es demasiado?”, la respuesta es: “todo lo que nos parece arduo o poco placentero”. Si apreciar o entender una obra se vuelve una labor y no un placer, la dificultad es excesiva.<br />No hay que andar a la caza de los temas. Hay que dejar que estos nos elijan a nosotros.<br />Mis libros, yo no los hago. Crecen. Vienen y me piden con insistencia que los escriba.<br />El estilo, en cualquier disciplina artística, debería ser como la ropa y llamar la atención lo menos posible.~<br /><br />Samuel Butler (1835-1902). Extractos de The Note-Books of Samuel Butler. Selección y traducción de Eduardo Berti.Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-65951356067322141172011-10-23T15:38:00.001-07:002011-10-23T15:38:40.755-07:00Escribir según Karl KrausHay dos clases de escritores: los que lo son y los que no lo son. En el caso de los primeros, el fondo y la forma van de la mano como el cuerpo y el alma; en el caso de los segundos, el fondo y la forma van de la mano como el cuerpo y un traje.<br />Imposible imitar o plagiar a un escritor cuyo arte reside en las palabras. Habría que tomarse el trabajo de copiar su obra entera.<br />Hay que leer dos veces a todos los escritores, a los buenos y a los malos. A unos se los reconoce de este modo; a los otros se los desenmascara.<br />La suma de las ideas de un texto literario debe ser el fruto de una multiplicación, no de una adición.<br />Un signo de falta de talento literario es decir todas las cosas con la misma entonación y la misma distancia.<br />Entre los que ya no se entienden y los que se entienden demasiado por ser obvios, raros son los viejos libros que conservan un contenido vital.<br />Habría que escribir siempre como si fuese la primera y la última vez. Decir tanto como si uno se estuviera despidiendo, pero decirlo tan bien como si uno estuviera dando sus primeros pasos.<br /><br />Extractos de los Aforismos de Karl Kraus (1874-1936).Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-6956470635172213632011-10-23T15:37:00.000-07:002011-10-23T15:38:02.323-07:00Escribir según Somerset MaughamEl lector de una novela debe querer saber qué le va a pasar enseguida a los personajes en los que el autor lo ha interesado y, si no lo hace, no hay razón ninguna para que lea la novela del todo. Porque la novela, no me cansaré de repetirlo, no debe ser considerada un medio de instrucción o de enseñanza, sino una fuente de diversion inteligente.<br />No se debe escribir, por supuesto, como se habla; tampoco hablar como se escribe. No obstante, la lengua escrita sólo tiene vida y vitalidad en la medida en que se base con firmeza en el lenguaje corriente.<br /><br />Somerset Maugham retratado por Graham Sutherland, 1949 (©Tate)<br /><br />Así como en una novela no se pueden reproducir las conversaciones exactamente como tienen lugar en la vida real, sino que tienen que ser comprendidas de modo que sólo se den los puntos esenciales, concisa y claramente, de igual modo los hechos tienen que estar sujetos a cierta deformación para que estén de acuerdo con el plan del autor y mantegan así la atención de lector. Deben omitirse los incidentes no pertinentes; deben evitarse las repeticiones (y Dios sabe que la vida está llena de repeticiones); las ocurrencias y los acontecimientos que en la vida real estarían separados por un lapso de tiempo tienen, a menudo, que ser aproximados. Ninguna novela está enteramente libre de improbabilidades y los lectores se han acostumbrado tanto a las más usuales que las aceptan como cosas rutinarias. El novelista no puede hacer una transcripción real de la vida, nos pinta un cuadro que, si es un realista, trata de hacer parecido a la vida; y si creemos en él, es que él ha tenido éxito.<br /><br /><br />William Somerset Maugham, Diez novelas y sus autores <br />(Traducción de Nicolás Suescún, Grupo editorial Norma)Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-29392939366172937282011-10-23T15:36:00.002-07:002011-10-23T15:37:06.770-07:00Escribir según La BruyèreTodo autor, para escribir con claridad, debe ponerse en el lugar de sus lectores, examinar su propia obra como algo que le fuera extraño, como algo que lee por primera vez, como si le resultara ajeno y se lo enviara otro autor para someterlo a juicio ; y persuadirse después de que se le comprende no porque él se entiende a sí mismo, sino porque en verdad es inteligible.<br />Todo el ingenio de un autor consiste en definir y en pintar bien. Homero, Platón, Virgilio y Horacio no aventajan a otros escritores más que por sus expresiones e imágenes. Es necesario expresar lo verdadero para escribir natural, intensa, delicadamente.<br /><br />Jean de la Bruyère (1645-1696) : « Los caracteres o Las costumbres de este siglo »Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-45330723948689896712011-10-23T15:36:00.001-07:002011-10-23T15:36:31.236-07:00Escribir según Julio Ramón RibeyroUna nueva forma de narrar no implica necesariamente innovaciones espectaculares de carácter técnico o verbal sino un simple desplazamiento de la óptica. El asunto consiste en encontrar el ángulo novedoso que nos permita una aprehensión inédita de la realiad. Pienso particularmente en el caso de Kafka –por oposición a Joyce. <br /><br />Yo establezco una diferencia muy nítida entre escribir y publicar. Escribir es para mí un asunto personal, una tarea que me impongo porque me agrada o me distrae o me impulsa a seguir viviendo. Publicar, en cambio, es un fenómeno diferente, una gestión que encomiendo a otra parte de mi ser, el administrador, bueno o mal, que todos tenemos dentro. <br /><br />Escribir es inventar un autor a la medida de nuestro gusto. <br /><br />Textos correspondientes al magnífico y muy recomendable diario personal del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro: “La tentación del fracaso” (diario 1950-1978), Seix Barral, 2003.Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-13970129108945438842011-10-23T15:35:00.001-07:002011-10-23T15:35:57.839-07:00Escribir segun Guillermo SAMPERIOEscribo de manera irreflexiva porque entiendo que los textos se prefiguran dentro de uno y lo importante es hacer contacto con ellos. El escritor cubano José Lezama Lima decía que el escritor anda vagando en silencio, sin escribir, hasta que en un momento dado se topa con lo que él llamó "dinámica oscura", la cual se encuentra dentro del escritor. La ventaja de esta dinámica oscura, según Lezama, es que cuando entras en contacto con ella, encuentras ya un universo de lenguaje, las imágenes y las formas literarias, todo prefigurado. Al momento de la escritura en sentido estricto yo le llamo figuración. En cuanto tengo la primera versión del texto, lo leo y veo sus fallas, y lo rescribo de inmediato. Luego lo dejo descansar un par de meses, con lo cual tomo distancia emotiva de él y lo vuelvo a rescribir. Hay textos que requieren más de tres rescrituras.<br /><br />Quien quiere escribir cuentos necesita conocer las bases fundamentales de la escritura de los mismos; sin embargo, soy de la idea de que en el momento de la escritura el cuentista tiene que olvidarse de la teoría y dejar fluir el texto porque lo que ha aprendido sobre la cuentística irá incorporándose mientras el autor va escribiendo. Asímismo la teoría le va a ser de mucha utilidad para las inevitables varias correcciones que hará del cuento. <br /><br />El buen cuentista nunca entrega los datos de la historia totalmente, con el fin de que el lector participe en la creación del cuento; sin embargo, no puede estar falto de acciones. <br /><br />El escritor de cuentos no sólo debe tener un laboratorio de poesía sino ser un gran lector de la misma pues la poesía es el género más cercano a la cuentística. Un verso es sintético, tiene musicalidad y contiene una idea en tan sólo siete silabas, por ejemplo; el cuento, en la práctica, una vez reelaborado varias veces y escuchado por el autor por alguien que se lo lee en voz alta para detectar las fallas musicales lo que entrega al editor es una partitura que contiene una historia a la cual llamamos cuento. Los poemas que el cuentista escribe en su laboratorio no es necesario que los publique, ya que son ejercicios. <br /><br />No escribo para nadie en específico, pero entiendo bien que cuando el texto se va escribiendo él ya va buscando a sus lectores. Soy consciente de que cuando escribo no debo meterme en el territorio del lector; es decir, entre texto y lector existe una frontera invisible que el escritor debe respetar. Me refiero a no escribir cosas que el lector va a deducir por sí mismo, sin ayuda del texto.<br /><br />Conceptos vertidos en una entrevista realizada por Joseph B. Macgregor y en otra realizada por Yolanda Sassoon, en ocasión de la edición de "Cómo se escribe un cuento. 500 tips para nuevos cuentistas del siglo XXI", de Guillermo Samperio (México, 1948), editorial Berenice, 2008.Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-1717619530952242812011-10-23T15:34:00.002-07:002011-10-23T15:35:15.648-07:00Escribir según Walt WhitmanUn escritor no puede hacer nada más necesario ni más satisfactorio por los hombres que revelarles las posibilidades infinitas de sus almas.<br /><br />Casi todas las obras de arte cansan. Sólo las grandes obras maestras no cansan nunca y jamás deslumbran de entrada. <br /><br />Cuando uno escribe, nada confunde más que los consejos. Si alguien desea tener en claro lo que está haciendo debe, ante todo, jurar que nunca seguirá ningún consejo.<br /><br />Frases de Walt Whitman, recogidas por Horace Traubel en su libro "With Walt Whitman in Camden" (conversaciones con el poeta).Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-9288012999599043792011-10-23T15:34:00.001-07:002011-10-23T15:34:30.437-07:00Escribir según Joseph JoubertEscribiendo demasiado arruinamos nuestro espíritu; no escribiendo, lo oxidamos. <br />Cuando se escribe con facilidad siempre se cree contar con más talento del que se tiene.<br />Sólo se debe emplear en un libro la dosis de ingenio que se requiere, pero en la conversación se puede emplear más de la que se requiere.<br />Para escribir bien se necesita una facilidad natural y una dificultad adquirida.<br />Hay que ser profundos en términos claros y no en términos oscuros.<br />Lo que acarrea todos los males a nuestra literatura se halla en que nuestros sabios tienen poco ingenio y nuestros hombres de ingenio no son sabios.<br />Sólo buscando las palabras se encuentran los pensamientos<br />Las palabras son como el vidrio; oscurecen todo aquello que no ayudan a ver mejor<br />Antes de emplear una palabra hermosa hazle un sitio.<br />Ciertos escritores se crean noches artificiales para dar un aspecto de profundidad a su superficie y más relumbre a sus luces mortecinas<br />Son buenas obras sólo aquellas que han sido durante mucho tiempo, si no trabajadas, al menos soñadas.<br /><br />Joseph Joubert (1754-1824 ), “Sobre arte y literatura” (Periférica, 2007), traducción de Luis E. Rivera a partir de la selección y edición póstuma que hiciera Chateaubriand , amigo de Joubert.Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-39665429675415056052011-10-23T15:32:00.000-07:002011-10-23T15:33:30.934-07:00Escribir según Theodor AdornoPrimera medida precautoria del escritor: observar en cada texto, en cada pasaje, en cada párrafo si el motivo central aparece suficientemente claro. El que quiere expresar algo se halla tan embargado por el motivo, que se deja llevar sin reflexionar sobre él. Se está "con el pensamiento" demasiado cerca de la intención y se ovida decir lo que se quiere decir.<br />Ninguna corrección es tan pequeña o baladí como para no realizarla. Entre cien cambios, cada uno aisladamente podrá parecer pueril o pedante, pero juntos pueden determinar un nuevo nivel del texto.<br />Cuando muchas frases parecen variaciones de la misma idea, a menudo simplemente significan diferentes tentativas de plasmar algo de lo que el autor aún no es dueño. En cuyo caso debe elegirse la mejor formulación y con ella seguir trabajando.<br />El escritor no puede aceptar la distinción entre expresión bella y expresión exacta. Ni debe creerla en el receloso crítico ni tolerarla en sí mismo. Si consigue decir lo que piensa, en ello hay ya belleza.<br />El fárrago no es ningún bosque sagrado. Siempre es un deber eliminar las dificultades, que sólo surgen de la comodidad en la autocomprensión.<br /><br /><br />Theodor W. Adorno, "Minima moralia"Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-67851077165310771252011-10-23T15:10:00.000-07:002011-10-23T15:32:31.249-07:00Escribir según P. D. JamesUna de las funciones del contexto es aportar verosimilitud al relato, una función de especial importancia en la narrativa de misterio donde suelen acontecer sucesos extraños, dramáticos o terroríficos que deben situarse en lugares muy tangibles donde el lector pueda entrar como entraría a una estancia conocida. Si nos creemos el lugar, podremos creernos los personajes. Además, el contexto puede establecer desde el primer capítulo la atmósfera de la novela, ya sea de suspense, terror, miedo, amenaza o misterio.<br />Una de las primeras decisiones que tiene que tomar un novelista, tan importante como la elección del lugar, es el punto de vista. De quién será la mente, los ojos y los oídos a través de los que nosotros, los lectores, participamos en la trama.<br />El narrador en primera persona tiene la ventaja de la cercanía y de la identificación y la empatía del lector con aquel cuya voz está oyendo. También puede contribuir a la verosimilitud del relato, dado que es más probable que el lector suspenda su incredulidad en los giros más inverosímiles de la trama si escucha la explicación de boca de la persona más implicada. (...) Sin embargo, la desventaja del narrador en primera persona es que el lector sólo sabe lo que se sabe el narrador, sólo ve a través de sus ojos y sólo experimenta sus vivencias; por eso, por lo general, su uso es más apropiado en los thrillers de acción que en la narrativa detectivesca. <br /><br />P. D. James: "Todo lo que sé sobre novela negra" (Ediciones B)Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-62146419722568153652011-10-23T15:09:00.001-07:002011-10-23T15:09:39.886-07:00Escribir según Gao XingjianConsidero que el escritor sólo es responsable ante su lenguaje.<br />Sólo me rijo por un principio: soy el que se sirve de la lengua y no la lengua la que se sirve de mí. Si busco un lenguaje propio es para expresar con mayor precisión mis sensaciones y no para permitir que el lenguaje juegue conmigo.<br />La lengua literaria debería poder leerse en voz alta, es decir, tendría que depender no sólo de la letra, sino del oído, pues el sonido es el alma de la lengua: aquí radica la diferencia entre el arte del lenguaje y el oficio de la composición literaria.<br />No creo que para innovar haya que negar la tradición; la tradición está ahí, y todo depende de cómo se entienda, de cómo se emplee.<br />La literatura no es una simple copia de la realidad, pues atraviesa las capas superficiales para penetrar hasta su mismo fondo; revela lo que es falsa apariencia y, remontándose a las alturas, navega por encima de las ideas comunes para mostrar, con visión macroscópica, las particularidades y pormenores de la situación.<br />La literatura no intenta en absoluto subvertir, sino descubrir y revelar la verdad de un mundo que el hombre o bien raramente puede conocer, o bien apenas conoce, o bien cree conocer y en realidad no conoce.<br /><br />Gao Xingjian: "En torno a la literatura" (El Cobre, 2003). Traducción de Laureano Ramírez.Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-32213604788984320522011-10-23T15:08:00.001-07:002011-10-23T15:08:42.888-07:00Escribir según Edmond JabèsCreo que un escritor es responsable incluso de lo que no escribe.<br />El texto se abre al texto a través de la pregunta que se hace y que nos hace.<br />Responde –o intenta responder– a nustra espera respondiendo de sí.<br />La práctica del texto es práctica del ser.<br />Ahondar en la palabra es ahondar en uno.<br />Soy aquel que escribo –que se escribe con las palabras que me escriben.<br />Soy lenguaje– de la lengua su bagaje.<br />Soy la palabra que me expresa expresándose.<br />Escribir es responder a todas las voces insistentes del pasado y a la de uno mismo; voz profunda, íntima, que interpela al porvenir.<br /><br />Edmond Jabès, "El libro de los márgenes III. Construir en el día a día" (Arena libros, traducción de Begoña Díez Zearsolo)Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-45854418710967187732011-10-23T15:07:00.001-07:002011-10-23T15:07:48.637-07:00Escribir según George OrwellDejando aparte la necesidad de ganarse la vida, creo que hay cuatro grandes motivos para escribir, por lo menos para escribir prosa. Existen en diverso grado en cada escritor, y concretamente en cada uno de ellos varían las proporciones de vez en cuando, según el ambiente en que vive. Son estos motivos: <br /><br />1. El egoísmo agudo. Deseo de parecer listo, de que hablen de uno, de ser recordado después de la muerte, resarcirse de los mayores que le despreciaron a uno en la infancia, etc., etc. Es una falsedad pretender que no es éste un motivo de gran importancia. Los escritores comparten esta característica con los científicos, artistas, políticos, abogados, militares, negociantes de gran éxito, o sea con la capa superior de la humanidad. La gran masa de los seres humanos no es intensamente egoísta. Después de los treinta años de edad abandonan la ambición individual -muchos casi pierden incluso la impresión de ser individuos y viven principalmente para otros, o sencillamente los ahoga el trabajo. Pero también está la minoría de los bien dotados, los voluntariosos decididos a vivir su propia vida hasta el final, y los escritores pertenecen a esta clase. Habría que decir los escritores serios, que suelen ser más vanos y egoístas que los periodistas, aunque menos interesados por el dinero. <br /><br />2. Entusiasmo estético. Percepción de la belleza en el mundo externo o, por otra parte. en las palabras y su acertada combinación. Placer en el impacto de un sonido sobre otro, en la firmeza de la buena prosa o el ritmo de un buen relato. Deseo de compartir una experiencia que uno cree valiosa y que no debería perderse. El motivo estético es muy débil en muchísimos escritores, pero incluso un panfletario o el autor de libros de texto tendrá palabras y frases mimadas que le atraerán por razones no utilitarias; o puede darle especial importancia a la tipografía, la anchura de los márgenes, etc. Ningún libro que esté por encima del nivel de una guía de ferrocarriles estará completamente libre de consideraciones estéticas. <br /><br />3. Impulso histórico. Deseo de ver las cosas como son para hallar los hechos verdaderos y almacenarlos para la posteridad. <br /><br />4. Propósito político, y empleo la palabra "político" en el sentido más amplio posible. Deseo de empujar al mundo en cierta dirección, de alterar la idea que tienen los demás sobre la clase de sociedad que deberían esforzarse en conseguir. Insisto en que ningún libro está libre de matiz político. La opinión de que el arte no debe tener nada que ver con la política ya es en sí misma una actitud política. <br /><br />Puede verse ahora cómo estos varios impulsos luchan unos contra otros y cómo fluctúan de una persona a otra y de una a otra época. Por naturaleza -tomando "naturaleza" como el estado al que se llega cuando se empieza a ser adulto- soy una persona en la que los tres primeros motivos pesan más que el cuarto. En una época pacífica podría haber escrito libros ornamentales o simplemente descriptivos v casi no habría tenido en cuenta mis lealtades políticas. Pero me he visto obligado a convertirme en una especie de panfletista.<br /><br />George Orwell, Por qué escribo. Traducción de Rafael Vázquez Zamora. Texto incluido en A mi manera (editorial Destino, 1976)Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-9760318429254411412011-10-23T15:05:00.000-07:002011-10-23T15:06:37.797-07:00Escribir según Peter HandkeAl escribir, los recuerdos deben venir en un impulso: sólo así están bien. Recogidos con la voluntad se vuelven pedantes.<br />Escribir significa escapar cada día a los brillantes bordes de la vida (sí, es siempre un escape, un escape de mí mismo): y las etapas de la escritura son: a) pienso en ti; b) te pienso. C) te escribo.<br />A diferencia de lo que ocurre en la música y en la pintura, en la literatura nadie puede llegar a ser un maestro. En la literatura no existen obras maestras.<br />El clasicismo no es un ropaje, es precisamente la constante transición hacia la desnudez.<br />El arte sólo es tal, cuando el “cómo” brilla en la obra.<br /><br /><br />Peter Handke, “Historia del lápiz” (Península/IdeasAna von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-9808929918600725712011-10-23T15:04:00.001-07:002011-10-23T15:04:19.074-07:00Escribir según Jean RostandUn gran escritor es alguien que sabe sorprendernos diciendo lo que sabemos desde siempre. <br />Literatura : proclamar delante de todos lo que hemos escondido a los seres más cercanos. <br />Existen obras de arte tan fastidiosas que nos asombra que haya existido alguien para escribirlas. <br /><br />Jean Rostand (1894– 1977), biólogo y filósofo fraccés.Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3935183915136692887.post-12631441832545553632011-10-23T14:56:00.000-07:002011-10-23T14:57:13.768-07:00Escribir, segun Alfred CapusEn la literatura, como en la vida, hay que ser claro, pero no transparente.<br />Los clásicos son sobrevivientes, pero en forma temporaria y siempre revocable.<br />¿Una buena receta literaria? Tengo dos: no decir nunca las cosas que podría decir otro; no usar jamás expresiones con las que otro se contentaría.<br />La mitad de lo que escribimos es dañino; la otra mitad, inútil.<br /><br />Alfred Capus, Pensées (Pensamientos recogidos por Robert Chouard)Ana von Rebeurhttp://www.blogger.com/profile/11421027425811885985noreply@blogger.com0