viernes, 12 de septiembre de 2008

Maleducados

De nada vale que se impriman millones de libros, y que haya libre acceso a ellos si no hay nadie para leerlos.La industria editorial decide qué cantidad de libros imprimir de acuerdo a lo que calcula que podrá vender. Pero no los venderá si las nuevas generaciones no los leen.
Los escritores famosos tarde o temprano son convocados a ferias , congresos, charlas y conferencias destinadas a estimular la lectura en los jóvenes, a hablar de las bondades de la literatura, a impulsar la compra de libros .Todos aceptan halagados la invitación, sintiendo sin embargo el pudor de saber que hablarán en vano, porque la promoción de la lectura no se hace así.
¿Cómo se crea un lector? ¿Diciéndole que Stephen King y R. L Stine son basura? ¿Desdeñando su gusto por los comics? ¿ Diciéndole “ Tenés que leer”?
El francés Daniel Pennac escribió “Mejor que la vida” basándose en la siguiente pregunta: “¿Que´pasa en la vida de un niño que entra a la escuela deseando aprender a leer, para terminar la escuela odiando leer?” , “¿Cuándo la termina?” Así descubrió que en los años lectivos, tanto padres como maestros hacen todo lo posible para impulsar la antipatía hacia la lectura.
El problema de la incultura está aún más atrás: los mismos a los que le pedimos que lean están privados del lenguaje oral, porque no tienen con quién hablar. Los chicos de clase alta son hijos de padres que trabajan y los dejan conectados a un aparato de televisión o a un videojuego privado de textos, al cuidado de mucamas extranjeras que no conversan con ellos. Los chicos de clases más bajas andan por la calle en bandas donde el lenguaje esta reducido a códigos de reconocimiento interno, donde manejan las formas más elementales de expresión. “Los ámbitos más elevados de comunicación adonde llegan los más humildes son los supermercados”, afirma Pennac “, y allí el único intercambio oral lo tienen con la cajera del supermercado, con quien no hablan más que de cifras.” La atomización de los grupos familiares,- cada vez más recluidos y aislados en casa más pequeñas- han hecho desaparecer las grandes bibliotecas del abuelo, los cuentos cotidianos de la abuela, las tertulias con los vecinos y el hervidero de parientes conversando al unísono, que fue el motor del enamoramiento por el lenguaje y la lectura que llevó a que la mayoria de los entrevistados en este libro sena escritores prolíficos.
Los maestros de escuela, por su propio confort metodólogico, funcionan como usureros con objetivos rentables: “ Este alumno no rinde. Debe rendir más y pronto”. El alumno debe rendir en clase y rendir examen. Su rendimiento lo califica, como si fuera una vaca lechera. Esto tal vez los prepare para su primer empleo en un Mc Donalds. Pero de la lección no quedará nada. ¿ Donde queda el placer de aprender? ¿Quién le explica a un niño que un libro tiene más de recreo que de trabajo?
Los padres y maestros no ven con buenos ojos que un chico lea por placer. Tal vez porque saben que leer es una adicción que sólo se sustituye o se alivia mediante otros libros, como dice Fernando Savater: “Con toda razón los adultos que se encargaron de nuestra educación se inquietaban ante esa afición sin resquicios ni tregua, con temibles precedentes morbosos... también literarios. ¡El síndrome de don Quijote! De vez en cuando se asomaban a nuestra orgía para reconvenirnos: "¡No leas más! ¡Estudia!" Ahora es común la confusión entre leer y estudiar, quizá alentada por bienintencionadas campañas pedagógicas. Cuando el verano pasado recomendé leer algo a unas aburridas jovencitas, protestaron así: "¡Pero si estamos en vacaciones!". Esto es lo contrario que deberían pensar. Como dice la escritora afro amereicana Audre Lorde: “ El gusto por la lectura y por aprender es algo que sólo se puede incentivar como se incentiva a hacer un motín, una revuelta” . No han descubierto la verdad de Baudelaire : “Trabajemos, que es menos aburrido que divertirse”.
El cineasta Steven Spielberg dijo en una entrevista “Solamente una generación de lectores genera una generación de escritores”.Deberían crearse academias de escritores para dar trabajo a tanto escritor desocupado. Parece irónico, pero no lo es: Si se enseña a escribir se acaba creando lectores, y el circuito se retroalimenta : más lectores, para más escritores, para más lectores.
Afortunadamente, pese a lo poco que hace la educación formal por estimular la lectura, hay algo en la sociedad que hace que el más iletrado sienta vergüenza por no haber leído nada, o por no usar las palabras con propiedad.
He escuchado peleas callejeras entre gente de muy bajo nivel cultural, en las que unos se dicen a los otros: “¡Hablá bien!” mientras que el otro se defiende diciendo “¡Yo sí que sé hablar bien! ¡ No como vos, que sos un bruto!” . Ellos saben que “ hablar bien” abre puertas: “ Andá vos, que sabés hablar bien.” Aún para quienes no tienen acceso a una buena educación, “saber hablar”es aún un motivo de orgullo, de prestigio, de preocupación. Eso me maravilla. Pudiendo rendirse a la ignorancia, todos siguen buscando en vano Pigmaliones que los ayuden a salir de la ignorancia para ganarse la autoestima haciendo uso de un buen lenguaje. Esa ayuda viene de los libros. No hay otra manera de aprender a hablar que no sea leyendo. No hay otra manera de aprender a escribir que no sea leer. Es la única manera de atrapar la música del idioma.

2 comentarios:

FranCCø dijo...

Hola Ana, me gustaría contactar contigo. ¿Tienes una direccion?electronica. Desde tu blog "¿Por qué escribimos?" no hay forma de contactar

Sandra D.Roig dijo...

Buenos dias!
Llegue por casualidad a tu blog, buscando a dickens.
Una gran idea, i una gran pregunta.
¿porque escribimos?.
Te he añadido a mi blog,y te leere poco a poco.
Un saludo.