Al escribir, los recuerdos deben venir en un impulso: sólo así están bien. Recogidos con la voluntad se vuelven pedantes.
Escribir significa escapar cada día a los brillantes bordes de la vida (sí, es siempre un escape, un escape de mí mismo): y las etapas de la escritura son: a) pienso en ti; b) te pienso. C) te escribo.
A diferencia de lo que ocurre en la música y en la pintura, en la literatura nadie puede llegar a ser un maestro. En la literatura no existen obras maestras.
El clasicismo no es un ropaje, es precisamente la constante transición hacia la desnudez.
El arte sólo es tal, cuando el “cómo” brilla en la obra.
Peter Handke, “Historia del lápiz” (Península/Ideas
domingo, 23 de octubre de 2011
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