Ampuero, Fernando -Perú
No sé por qué escribo. Tampoco sé por qué escriben los otros escritores del mundo, no logro dilucidar ni siquiera por qué lo hago yo. Sólo sé, con toda claridad, que el acto de escribir responde a un impulso visceral, y la educación de alguna manera lo convierte en lenguaje cifrado. Más importante para mí es para qué escribo: escribo atendiendo ciertos llamados íntimos de la consciencia, escribo para sentir alivio. La escritura creativa es uno de esos procesos de expansión y desahogo que pueden generar a un tiempo angustia, dolor y placer; todo eso de alguna manera me hace resistir mejor la vida. De otro lado, intento purificarme a través de la expresión. Se dice que el periodista piensa con el dedo. Bueno, yo digo que el escritor en ocasiones también hace lo mismo -pensar con el dedo-, pues uno puede vislumbrar la esencia de un proceso mental una vez que éste comienza a desarrollarse en la escritura. Uno suele vivir en el país de las brumas, y lo que hace la creación literaria es trasladar esas brumas al papel, a las teclas, a la opresión del dedo en las teclas, y luego disiparlas. Escribir, en el fondo, es un pacto con la lluvia, una manera de caer siempre y disolverse, de perderse en una calle yendo aguas abajo... Es un ejercicio para solitarios, pero al mismo tiempo la actividad más intensa que puedo concebir y la más tranquila, tiene una cierta aura mágico-religiosa, ya que estás quieto, solamente mueves las manos en tanto paralelamente vives sentimientos e ideas que te conmocionan. Para mí lo importante de la literatura no es su capacidad de hacerte reflexionar, que no es desdeñable, sino fundamentalmente su capacidad de emocionarte. Quienes hacemos literatura somos más animales emocionales que intelectuales. Una novela es una ficción que sucede, un cuento es una ficción que ha sucedido. Cuando escribo un relato corto me preocupo que las primeras frases salgan como un perro a prender al lector de la basta del pantalón. Y si puedo hacer que éste le muerda la pantorrilla, mejor todavía. Del cuento lo importante para mí es que debo saber al empezarlo cuál es el efecto final que deseo plasmar. Yo escribo narraciones que tienen finales detonantes o finales flotantes, pero respecto a ellos lo relevante es el efecto literario que va a suscitar una resonancia psicológica en el lector, ese efecto tengo que conocerlo. Para que no sobre ni falte una palabra tienes que saber bien hacia dónde te diriges. Ciertamente nada de lo que acabo de decir ocurre en la novela; en la novela uno avanza de manera episódica y dispone de más páginas para convencer al lector; en el cuento requieres ser sintético a fin de que el efecto resulte mucho más contundente, contundente incluso teniendo finales flotantes (el final flotante, como yo lo entiendo, es la expresión de la sugerencia y de lo no dicho. A veces omitir datos o no decir ciertas cosas, es decir más). Una de las tantas definiciones del cuento es que es un texto que puede leerse en una tarde; y en lo que atañe a lo formal, la novela es el exceso, mientras que el cuento es el rigor.
La primera idea que tuve sobre Caramelo Verde, el golpe de inspiración, procede de una mañana que entré al centro de Lima y vi en la calle a un sujeto que se acercaba a la ventanilla de los autos. Aproximadamente quince años atrás, yo había conocido a ese sujeto. Habíamos estudiado juntos en el colegio La Inmaculada, un colegio de gente bien. Iba a saludarlo, pero de pronto me di cuenta de que era un cambista callejero y me desconcerté. No le pasé la voz, pero permanecí un buen rato pensando en él. ¿Por qué estaba mi ex compañero ahora en esa situación?, me pregunté. ¿Qué le había pasado para acabar siendo un cambista callejero? La respuesta, ya lo sabemos, es un lugar común: la vida da muchas vueltas. Pero yo, a partir de aquella experiencia, procuré imaginarme qué es lo que le habría pasado. Así empezó la novela.
Aldiss, Brian ,Estados Unidos
Me hice escritor porque no entro bien en la sociedad, siento que no pertenezco al sistema ("W.O.W. - Writers on Writing," de Jon Winokur, 1990).
Altman , Robert ,Estados Unidos
Raymond Carver hacía de lo prosaico poesía. Un crítico dijo que él revelaba lo extraño que se oculta tras lo banal, pero lo que hacía en realidad era captar las maravillosas idiosincrasias del comportamiento humano, esas idiosincrasias que se dan dentro de lo azaroso de las experiencias de la vida. Y el comportamiento humano, cargado de todo su misterio e inspiración, me ha fascinado siempre. Escribir y dirigir constituyen ambos actos de descubrimiento. ("La Maga", 27/4/94)
Alvarez, Julia -República Dominicana
Creo que si no hubiera sido contadora de historias no hubiera sido tan feliz y equilibrada como soy, ni estaría tan integrada como estoy. Porque para mí, contar historias es una forma de encontrar sentido a lo que no entiendo. Eso no significa que después lo entienda. Al contar una historia, aunque no tenga la conclusión, o aunque intelectualmente n la entienda de modo racional, de alguna forma se tranquilizan un poco los fanatasmas que llevo, como cualquiera, en mi cabeza. Para otra gente, la forma de tranquilizar estos fantasmas tiene que ver con otra cosa: con enamorarase, beber, bailar, cocinar o hasta trabajar en el jardín (Radar Libros, 21 /3/99)
Allen , Steve- Estados Unidos
Escribir una canción es un acto compulsivo, un impulso, una necesidad , un deseo. El talento es necesario, por supuesto. No estoy hablando de mí ahora, porque no conozco mi talento. Pero para un escritor hipotético, claro que tiene que tener algo adentro .talento, cualquiera sea el significado de esa palabra. Un instinto, el sentimiento de un don divino.llamémoslo talento, y partamos de esa base. Sin él, no pasa nada. Tiene que haber una necesidad imperiosa, una dependencia, un quedarse aferrado a ese arte; y debe haber conocimiento, acumulación de aprendizaje.El don de saber escribir no sale de la nada.Si alguien sabe que tiene todo eso, nada puede detenerlo. El que tenga el talento debe explotarlo en todas direcciones. Su tarea es su cruzada. Tiene que trabajar en eso y mostrar su capacidad hasta llegar a la gente que lo necesita.("How to write a song", por Henry Kane, Avon Books,1962)
martes, 4 de agosto de 2009
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