martes, 4 de agosto de 2009

Isabel Allende

Allende Isabel Chile
Cuando escribo no me propongo cambiar el mundo, ni la mentalidad a ninguna persona. Lo único que me propongo es crear puentes, compartir, tratar de que el lector y yo entremos en un campo que pueda ser ficticio, un campo en el cual pueda compartir las leyes humanas. Yo creo que ningún escritor por si solo puede decir por qué escribe ni para quién escribe. Sabe que tiene muy poco poder, el poder de un libro es muy limitado, es poca la gente que lee, poca la gente que tiene acceso a los libros, porque no tiene dinero para comprarlos o no tiene el hábito de la lectura”,
( Discurso en Mexico, Octubre de 2002)
Tengo un gran respeto por los poetas, no por los novelistas. Uno aprende a escribir, pero poeta se nace. Todos sabemos contar historias en forma oral o escrita, pero el poeta nos ofrece una realidad sintetizada desde un punto de vista único . El resto de la literatura es un oficio, como el de carpintero.(”La Nación" , 26/3/94)
"Si hubiera sido varón, sin duda mi carrera habría comenzado antes. A los 19 años habría publicado mis primeras poesías y me habría considerado yo misma/o la nueva promesa de las letras chilenas. Me habrían estimulado desde temprano en talleres literarios, los críticos me habrían mirado con muy buenos ojos.Fijate que cuando pienso en "La casa de los espíritus" me maravilla ver ahora la película, porque es como ver que se cierra un círculo que comenzó en la cocina de mi apartamento en Caracas, en el exilio, trabajando de noche con una pequeña máquina portátil. Después de comer y lavar los platos, me quedaba escribiendo esto que no sabía qué era , pero que no podía dejar de hacerlo. Y siento que fue como un embarazo de elefante , que desde el año 1973 se fue gestando dentro de mí esta criatura. Y cuando llegué al final, se lo mostré a mi mamá y ella opinó: "Bueno, esto es una novela" “¿Tu crees que será realmente una novela?", le pregunté yo. "Yo creo que sí", insistió ella. Y con su ayuda y con la del resto de la familia empezamos a hacer algunos arreglos para material adentro del género novela. Para elegir el título escribimos 15 posibles y no nos poníamos de acuerdo, hubo peleas horrorosas, hasta que se me ocurrió: "Ya está , que lo decida la suerte.", y así salió "la casa de los espíritus" . Después tuve muchísima suerte pero la vida se ha encargado de que yo nunca me olvide del dolor, de manera que tengo los pies bien plantados en la tierra y tengo mucha conciencia de que tedio esto que está pasando con la película sucede en un círculo externo a mí, que no me toca en lo que esencialmente soy: un ser humano común y corriente. (Revista "Humor", Julio '94)
A través de las historias me resulta más fácil expresar una idea. A menudo, en un caso particular, puedo llegar al fondo de algo que si lo trato de entender en la generalización nunca llego al fondo. Tal vez por eso cuento historias, porque me resulta más fácil hablar de las ideas cuando las puedo centrar en un caso particular.Tiene que ver con lo afectivo y con la emoción.Toda persona que tiene una vida pública y un trabajo público tiene la responsabilidad de ser lo más honesto posible con lo que uno es y con lo que uno cree . Ser consecuente con lo que uno dice y hace y con la persona que uno es internamente. Pero hasta allí llega mi responsabilidad. No creo que yo tenga un mensaje o respuestas, lo que tengo son preguntas, las mismas de todo el mundo.Y si a través de esas preguntas que hacemos todos, entre todos logramos alguna partícula de verdad, me voy a sentir muy contenta, pero no creo que tenga la misión de cambiar a nadie ni de iluminar la vida ni las ideas de nadie. Pero si no puedo volver a escribir, no importa:haré empanadas. ("La Maga", 25/1/95)
La escritura me ayudó a plasmar el dolor de la pérdida de Paula, a ponerle límite, a decir "vamos a contener este horror dentro de estos límites. Que no invada, que no contamine lo demás. Dejámoslo aquí , circunscripto.En ese sentido me ayudó la escritura. Y salió este libro.-No me gusta hablar, pero tampoco tengo una idea concreta de lo que voy a escribir. El 8 de Enero trato, honestamente, de sentarme ante la computadora, y que la primer frase nazca del vientre y no de la cabeza. Por eso trato de no prepararme. Ese día trato de estar sola, en mucho silencio, mucha soledad. Ese día nadie llama, nadie molesta ni viene, y me encierro aquí a tratar de entrar dentro de mí, porque la primera frase que escriba abre la puerta a una dimensión que tengo que explorar.(Revista "Viva", 24/12/94 )
Hoy es el 8 de Enero de 1992.En un día como hoy, hace once años, comencé una carta en Caracas para despedirme de mi abuelo, que agonizaba con un siglo de lucha a la espalda. Sus firmes huesos seguían resistiendo, aunque hacía mucho él se preparaba para seguir a la Memé, quien le hacía señas desde el umbral. Yo no podía regresar a Chile, y no era el caso de molestarlo con el teléfono que tanto lo fastidiaba, para decirle que se fuera tranquilo, porque nada se perdería de ese tesoro de anécdotas que me contó a lo largo de nuestra amistad, yo nada había olvidado. Poco después el viejo murió, pero el cuento me había atrapado y no pude detenerme, otras voces hablaban a través de mí, escribía en trance, con la sensación de ir desenredando un ovillo de lana , y con la misma urgencia con que escribo ahora. Al final del año se habían juntado quinientas páginas en una bolsa de lona, y comprendí que eso ya no era una carta, entonces anunció tímidamente a la familia que había escrito un libro. ¿Cómo se titula?, preguntó mi madre. Hicimos una lista de nombres, pero no logramos ponernos de acuerdo con ninguno, y entonces tú, Paula, lanzaste una moneda al aire para decidirlo. Así nació y se bautizó mi primera novela,”La casa de los espíritus”, y yo me inicié en el vicio irrecuperable de contar historias. Ese libro me salvó la vida. La escritura es una larga introspección, es un viaje hacia las cavernas más oscuras de la conciencia , una lenta meditación. Escribo a tientas en el silencio, y por el camino descubro partículas de verdad , pequeños cristales que caben en la palma de una mano y justifican mi paso por este mundo. También un 8 de Enero comencé mi segunda novela y después ya no me atreví a cambiar esa fecha afortunada, en parte por superstición, pero también por disciplina. Me vuelco en estas páginas en un intento irracional de vencer mi terror, se me ocurre que si doy forma a esta devastación podré ayudarte y ayudarme el meticuloso ejercicio de la escritura puede ser nuestra salvación. "Los villanos constituyen la parte más sabrosa de los cuentos "Siempre me sentí diferente, desde que puedo recordarlo he estado marginada; no pertenecía realmente a mi familia, a mi medio social, a un grupo. Supongo que de ese sentimiento de soledad nacen las preguntas que impulsan a escribir, en la búsqueda de respuestas se gestan los libros."Cuando nos fuimos de casa y me despedí del mural, mi madre me dio un cuaderno para registrar lo que antes pintaba: un cuaderno de anotar la vida.Toma, desahógate escribiendo, me dijo. Así lo hice entonces, y así lo hago ahora en estas páginas. ¿Qué otra cosa puedo hacer?"¡La vida es tan larga y difícil! - dijo mi madre- Al menos tú puedes escribir para entenderla.El proceso alegre de engendrar un niño, la paciencia de gestarlo, la fortaleza para traerlo a la vida y el sentimiento de profundo asombro en que culmina , sólo puedo compararlo al de crear un libro. Los hijos, como los libros , son viajes al interior de una misma en los cuales el cuerpo la mente y el alma cambian de dirección , se vuelven hacia el centro mismo de la existencia. "En estos meses he quedado vacía , se me agotó la inspiración, pero también es posible que las historias sean criaturas con vida propia que existen en las sombras de una misteriosa dimensión, y en ese caso todo sea cuestión de abrirme nuevamente para que entren en mí , se organicen a su antojo y salgan convertidas en palabras. No me pertenecen, no son mis creaciones, pero si logro romper los muros de la angustia donde estoy encerrada, puedo volver a servirles de medium. Si eso no ocurre, tendré que cambiar de oficio. Mi cuerpo cumplía funciones como autómata y mi mente estaba perdida en ese mundo que nacía palabra a palabra. Llegaba a casa cuando comenzaba a oscurecer, cenaba con la familia, me daba una ducha y luego me sentaba en la cocina o en el comedor frente a una pequeña máquina portátil, hasta que la fatiga me obligaba a partir a la cama.Escribía sin esfuerzo alguno, sin pensar porque mi abuela clarividente me dictaba. A las seis de la madrugada debía levantarme para ir al trabajo, pero esas pocas horas de sueño eran suficientes; andaba en trance, me sobraba energía, como si llevara una lámpara encendida por dentro. En ese tiempo sin amor encontré evasión en la escritura. "Mediante una ceremonia secreta dispongo la mente y el alma para recibir la primera frase en trance, así se entreabre una puerta que me permite atisbar al otro lado y percibir los borrosos contornos de la historia que espera por mí. En los meses siguientes cruzará el umbral para explorar y poco a poco, si tengo suerte , los personajes cobrarán vida, se harán cada vez más precisos y reales , se me irá revelando el cuento. Ignoro cómo y por qué escribo, mis libros no nacen en la mente, se gestan en el vientre, son criaturas caprichosas con vida propia, siempre dispuestas a traicionarme. No decido el tema, el tema me escoge a mí, mi labor consiste simplemente en dedicarle suficiente tiempo, soledad y disciplina para que se escriba solo.
En el lento y silencioso proceso de la escritura entro en un estado de lucidez, en el cual a veces puedo descorrer los velos y ver lo invisible, tal como hacía mi abuela con su mesa de tres patas.El problema con la ficción es que debe ser creíble, en cambio la realidad rara vez lo es.Cuando entro en un período de dudas me repito que voy a escribir un libro malo, y así se me pasa el pánico. Los Cuentos de Eva Luna” fueron regalos enviados desde otra dimensión, cada uno lo recibí completo como una manzana desde la primera hasta la última frase. La novela es un proyecto de largo aliento en el cual cuentan sobre todo la resistencia y la disciplina, es como bordar una compleja tapicería con hilos de muchos colores, se trabaja por el revés, pacientemente, puntada a puntada, cuidando que no queden nudos visibles, siguiendo un diseño vago que sólo se aprecia al final, cuando se coloca la última hebra y se voltea el tapiz al derecho para ver el dibujo terminado. Con un poco de suerte , el encanto del conjunto disimula los defectos y las torpezas de la tarea. En un cuento, en cambio, todo se ve , no debe sobrar o faltar nada , se dispone del espacio justo y de poco tiempo, si se corrige demasiado se pierde esa ráfaga de aire fresco que el lector necesita para echar a volar . Es como lanzar una flecha, se requieren instinto, práctica y precisión de buen arquero , fuerza para disparar,ojo para medir la distancia y la velocidad , buena suerte para dar en el blanco. La novela se hace con trabajo , el cuento con inspiración ; para mí es un género tan difícil como la poesía, no creo que vuelva a intentarlo a menos que , como esos Cuentos de Eva Luna, me caigan del cielo. Una vez más comprobé que el tiempo a solas con la escritura es mi tiempo mágico, la hora de las brujerías , lo único que me salva cuando todo a mi alrededor amenaza con venirse abajo. ("Paula" - Sudamericana/Plaza &Janés,1996)
Trabajo seriamente, pero no lo tomo en serio. Cocino seriamente, pico muy bien la cebolla y las lechugas, pero no me tomo la cocina en serio. Y lo mismo hago con la literatura. Escribo meticulosa y pacientemente, pero no creo que la literatura en sí sea nada serio ni importante para nadie. Antes iba a congresos de escritores y oía a los escritores hablar de sí mismos, de su trabajo, de su obra, y me daba vergüenza ajena. Me picaba la piel. Eso de darse autobombo, eso de hablar de sí mismo como de creadores y de su trabajo como la obra… me daba vergüenza. Y no soportaba que se analizaran unos a otros y se echaran flores, eso es vergonzoso. No creo que la literatura sea un fin en sí misma. No creo en el arte por el arte. No tengo ningún respeto por la literatura y la trato con la mínima solemnidad. Para mí, la literatura es una manera mágica de atrapar a alguien por el cuello y decirle: "mira, así estamos, esto es lo que existe".
He escrito toda mi vida, diarios, cartas, notitas… después me dediqué años al periodismo, hice teatro… siempre como en la periferia de la literatura, dando vueltas, rondando, como un perro. Y por último, ya vieja, a los cuarenta años, empecé a escribir ficción. Pero siempre he sentido esa necesidad de poner por escrito todo lo que pasa, porque es la única manera de ordenar mi vida, me parece que lo que no escribo lo barre el viento. Es importante, aunque sólo sea la carta que escribo a mi madre todos los días. Es como una necesidad. A veces ella me escribe incluso más de una carta al día y es maravilloso porque llevamos así 35 años. En ese rato de la mañana temprano en que me pongo a escribirla, prendo la computadora, abro lo que llamo el compartimento, un espacio de la mente para la escritura, ordeno lo que pasó el día anterior y al ponerlo por escrito, existe. Sé que aunque se me olvide todo hay un armario en Chile donde están acumulados 35 años de cartas a mi madre. O sea, que mi vida realmente existe. Hasta hace muy poco, las mujeres estaban condenadas al silencio. Las mujeres han escrito, en América, desde sor Juana Inés de la Cruz. Han escrito maravillosos libros e incluso hay una premio Nobel, Gabriela Mistral. Sin embargo, hay una especie de conspiración de silencio en torno a su trabajo. No se espera que sea creativa en un mundo machista. Tenemos que dar el doble de batallas para ganar la mitad de reconocimiento. Cuesta mucho publicar, y cuando se consigue, si tenemos éxito, se nos descalifica. Si no tenemos éxito, los hombres se sienten más seguros, ya no importa y pueden dar una crítica mejor. Pero eso sí, siempre que el libro no se venda. En la última década más y más mujeres están escribiendo, porque los editores han descubierto que más y más mujeres leen, y que len mucha más ficción que los hombres. Ahí hay un mercado que empiezan a explotar, están Ángeles Mastretta, Laura Esquivel y muchas otras. Pero esto sucede por una necesidad comercial de los editores. Bueno, me enorgullece y me complace, pero no tiene nada que ver conmigo. Hay un montón de gente que vive de la literatura sin haber escrito una palabra. Ese es otro oficio: analizar los libros, enseñarlos, promoverlos, publicarlos, criticarlos… Eso no tiene nada que ver con el proceso íntimo y callado de escribir. Esa es la parte que me toca a mí, la que tengo que hacer yo calladamente, sobre esta mesa. Es un oficio modesto que no tiene la grandeza ni la complicación que cree la gente que vive en torno a la literatura. Escribir una novela es como bordar una tapicería con hilos de muchos colores. Es un trabajo artesanal, de cuidado y de disciplina. Creo que existe una perspectiva que la da el sexo, la edad, la raza y las circunstancias en que uno nace. Todo determina una perspectiva para ver la vida que, naturalmente, determina lo que uno escribe. Pero la literatura misma tiene como única materia prima la palabra, y esa no tiene sexo. A nosotras, como mujeres, no nos conviene segregarnos, porque ya nos segregan bastante, así que no creo necesario establecer un género que se llame literatura femenina. Escribir es como hacer el amor. No te preocupes por el orgasmo, preocúpate del proceso
(www.isabel-allende.com)

No hay comentarios: