martes, 4 de agosto de 2009

Lanata Lispector

Lanata , Jorge- Argentina
No me gusta escribir . Es fascinante pensar, pero escribir es tortuoso. No soy un escritor profesional . Me cuesta mostrarme , y publicar implica un alto grado de exposición.Escritor y periodista.( "Página 12" 2/8/91
"Se empieza a plantear problemas que son de la especie, no de los argentinos; hay problemas que pasan siempre y son bastante parecidos, hay cuatro o cinco temas...Además es más ingenuo; uno se puede sentar a escribir sobre algo que ya escribieron 52 tipos mejores . Si uno lo ve hacia atrás , nunca diría nada porque ya está todo escrito. Sin embargo, hay alguna compulsión que hace que uno piense que lo que puede decir es algo nuevo, o por lo morenos es personal, y en ese sentido sería distinto. Yo escribí siempre, con independencia de que publicara o no. Afortunadamente no publiqué antes porque era muy malo lo que escribía...pero, si no, uno no publicaría nunca. Creo que "Polaroids" tiene dos cuentos buenos, y el resto...hay algunos que están peor y otros un poco mejor, pero hay que publicarlos, es una manera de desembarazarse de ese tema.La sensación es rara porque le respuesta del diario o de la radio es inmediata, y la de un libro es distinta. La gente está hablando ahora de algo que a mí me pasó hace seis meses. ("Revista "Humor",Noviembre, 1991)
No sé para qué hago esto.Escribo porque no puedo dejar de hacerlo. Escribo por omisión. Escribo porque escribo. Si tuviera que encerrarme en una burbuja térmica , escribiría.Cada vez estoy más convencido de que los distintos géneros literarios son un invento de las profesoras de literatura del colegio. No hay tal diferencia entre novela y nota periodística. Uno escribe lo que siete, y allá va. No está mal integrar cosas de la literatura en notas de investigación.
Hay algo que dice la filosofía zen: cuando uno está intoxicado de información , hay que cerrar los ojos y tirar. Hay que elegir sobre qué avanzar . No se pueden tener abiertas doce hipótesis . Hay que trazarse una línea sobre la cual uno debe avanzar.
¿Para quién escribe uno? Para tres ámbitos distintos: el microclima - que es la gente que nos rodea, los que nos llegan - , para los medios y para la opinión pública , que es una clase media más o menos bienintencionada que multiplica lo que ve.(Conferencia sobre "Investigación Periodística" organizada por la Fundación Sapucay, el 7/10/94)


Landero,Luis -España
El hombre es sobre todo un animal narrativo.Al fin y al cabo, nos opasamos la vida contando historias: es decir, contando lo que nos pasó ayer, lo que esperamos hacer mañana, lo que hemos pensado, imaginado o soñado, contando lo que alguién nos contó, o recordando, que es también una forma de contar.Todos somos Simbad, ese mercader que vive pacíficamente en Bagdad y que un dia se embarca para ir a negociar a lejanas tierras, sufre un naufragio y corre aventuras magníficas. Y esto le sucedió siete veces. Luego, con los años, regresa definitivamente a Bagdad, retoma su vida ociosa y se dedica a contar sus andanzas a un breve auditorio de amigos. Pues eso es lo que más o menos hacemos cada dia. Simbad es Proust, pero también es esa señora que vuelve del mercado y le cuenta a las vecinas lo que acaba de ocurrir en la frutería.No sé por qué, pero nos produce placer narrar, recrear con palabras loo que hemos vivido. Recrear: es decir, que nunca contamos fielmente los hechos, sino que siempre inventamos o modificamos algo: a la experiencia real le añadimos la imaginaria, y eso es sobre todo lo que nos produce placer.De ese modo, vivimos dos vecces el mismo hecho: cuando lo vivimos y cuando lo contamos. A menudo pasa que, en la realidad, hemos representado papeles secundarios enun suceso; al contarlo, sin embargo, nos reservamos el papel de protagonista (aunque solo sea porque loo contamos desde nuestra perspectiva). La realidad nos pone en nuestro sitio; luego, nosotros, por medio de la narración, ponemos a la realidad en el suyo. El mendigo deviene principe, la realidad se roinde ante el deseo, la vida se confunde por un instante con el sueño.


Larkin , Philip -Inglaterra
Escribo porque soy infeliz. Escribir sobre la infelicidad puede explicar mi popularidad, si es que la tengo. Porque la mayoría de la gente es tan infeliz como yo , ¿ no lo cree? ( Obituario para su muerte el 2 /12/ 85)


Lawrence, Katherine- Estados Unidos
Escribo porque las palabras crean realidades.

LeCarre, John- Estados Unidos
Escribir es como caminar por una calle desierta . Y con el polvo de la calle hacés una torta de barro. ("Time," 1/5/1964).

Lessing , Doris- Inglaterra
Hay unos cuantos como nosotros por el mundo , confiamos los unos en los otros , a pesar de que no nos conocemos por los nombres. A pesar de todo , contamos unos con otros , ¿comprendes? Formamos un equipo , somos los que no nos hemos rendido , los que seguiremos luchando . Te lo aseguro , Anna , a veces cojo un libro y digo : "¿Pues lo has escrito tú, eh? Estupendo. Okey , ya no tendré que escribirlo.”
No sólo resulta infantil que un escritor persiga que los lectores vean lo que él ve , y que entiendan la estructura y la intención de una novela, como él las ve. Que el autor desee esto demuestra que no ha entendido el punto más fundamental, a saber: que el libro está vivo y es poderoso, fructificador y capaz de promover el pensamiento y la discusión solamente cuando su forma, intencionalidad y plan no se comprenden , debido a que el momento de captar la forma , la intencionalidad y el plan coincide con el momento en que no queda ya nada por extraer. Y cuando la trama, el modelo y la vida interior de un libro están tan claros para el lector como para el propio auto, quizás haya llegado el momento de echar a un lado el libro , como si ya hubiera pasado su momento , y empezar algo nuevo. (Prefacio de "El cuaderno dorado"(1971) Edhasa , 1986)

Levi, Primo -Italia
¿ Por qué se escribe?
1) Porque se siente el impulso o la necesidad. Es este, en primer término, el motivo más desinteresado. El autor que escribe porque algo o alguien le dicta internamente sin un fin particular; su trabajo le podrá traer fama y gloria, pero serán un extra, un beneficio agregado, no deseado conscientemente: un subproducto, en suma. Sin duda, el caso mencionado es extremo, teórico, asintótico; es raro que haya existido jamás un escritor, o en general un artista, que lo sea de todo corazón. Como tal se veían los románticos; no por casualidad creemos reconocer estos ejemplos entre los grandes de antaño, de los que poco sabemos, y que por tanto es más fácil idealizar. Por el mismo motivo las montañas lejanas nos parecen todas de un solo color, que a menudo se confunde con el color del cielo.
2) Para divertir o divertirse. Afortunadamente, las dos variantes coinciden casi siempre: es raro que quien escribe para divertir a su público no se divierta escribiendo, y es raro que quien encuentra placer en la escritura no transmita al lector al menos una porción de su diversión. A diferencia del caso precedente, existen los animadores puros: a menudo no son escritores de profesión, ajenos a ambiciones literarias o no, carentes de certezas que estorban y de rigideces dogmáticas, ligeros y transparentes como niños, lúcidos y sabios como quien ha vivido largo tiempo y no en vano. El primer nombre que me viene a la mente es el de Lewis Carroll, el tímido decano y matemático de la vida inmaculada, que ha fascinado a seis generaciones con las aventuras de su Alicia, primero en el país de las maravillas y luego tras el espejo. La confirmación de su genio afable se reencuentra en el favor del que gozan sus libros, después de más de un siglo de vida, no sólo entre los niños, a quienes él idealmente los dedicaba, sino entre los lógicos y los psicoanalistas, que no dejan de hallar en sus páginas significados siempre nuevos. Es probable que este éxito nunca interrumpido de sus libros se haya debido justo al hecho de que éstos nos contrabandean nada: ni lecciones de moral ni esfuerzos didácticos.
3) Para enseñar algo a alguien. Hacerlo, y hacerlo bien, puede ser muy valioso para el lector, pero suele ocurrir que los pactos no sean claros. Salvo raras excepciones, como el Virgilio de las Geórgicas, el intento didáctico corroe la tela narrativa desde abajo, la degrada y la contamina: el lector que busca el relato debe encontrar el relato, y no una lección que no desea. Precisamente, hay excepciones, y quien tiene sangre de poeta sabe encontrar y expresar poesía incluso hablando de estrellas, de átomos, de la crianza del ganado y de la apicultura. No quisiera provocar un escándalo citando aquí La ciencia en la cocina y el arte del buen comer de Pellegrino Artusi, otro hombre de corazón, que no esconde la boca tras la mano: no se da ínfulas de literato, ama con pasión el arte de la cocina despreciada por los hipócritas y los dispépticos, intenta enseñarla, lo declara, lo hace con la simpleza y la claridad de quien conoce a fondo su materia, y llega espontáneamente al arte.
4 )Para mejorar el mundo. Como se ve, nos estamos alejando cada vez más del arte, que es fin en sí mismo. Será oportuno observar aquí que las motivaciones de lo que estamos discutiendo tienen muy poca importancia para los fines del valor de la obra a la que pueden dar origen; un libro puede ser bello, serio, duradero y agradable por razones completamente diversas de aquellas por las que fue escrito. Se pueden escribir libros abyectos por razones muy nobles, y también, pero más raras veces, libros nobles por razones abyectas. Sin embargo, personalmente siento cierta desconfianza por quien ``sabe'' cómo mejorar el mundo; no siempre, pero a menudo, es un individuo a tal grado enamorado de su sistema que se vuelve impermeable a la crítica. Es de esperar que no posea una voluntad muy fuerte; de otra forma, estará tentado a mejorar el mundo en los hechos y no sólo en las palabras: es lo que hizo Hitler después de haber escrito Mein Kampf, y con frecuencia he pensado que muchos utopistas, si hubieran tenido la energía suficiente, habrían desencadenado guerras y estragos.
5) Para dar a conocer las ideas propias. Quien escribe por este motivo representa sólo una variante más reducida, y por tanto menos peligrosa, del caso precedente. La categoría coincide de hecho con la de los filósofos, sean éstos geniales, mediocres, presuntuosos, amantes del género humano, diletantes o locos.
6) Para liberarse de una angustia. Con frecuencia, el escribir representa un equivalente de la confesión o del diván de Freud. No tengo nada que objetar a quien escribe motivado por la tensión: le deseo en cambio que se libere de ésta, como me sucedió a mí en años pasados. Pido sin embargo que se esfuerce en filtrar su angustia, que no la arroje así como es, áspera y basta, sobre la cara de quien lee: de otra forma corre el riesgo de contagiarla a los demás sin alejarla de sí.
7) Para volverse famoso. Creo que sólo un loco puede dedicarse a escribir únicamente para volverse famoso; pero también creo que ningún escritor, ni siquiera el más modesto, ni siquiera el menos presuntuoso, ni siquiera el angélico Carroll antes recordado, haya sido inmune a este motivo. Tener fama, leer sobre uno en los periódicos, oír hablar de uno, es dulce, no hay duda; pero pocas entre las glorias que la vida puede dar cuestan tanta fatiga, y pocas fatigas tienen un resultado tan incierto.
8) Para volverse rico. No entiendo por qué algunos se indignan o se asombran cuando se enteran de que Collodi, Balzac y Dostoievski escribían para ganar dinero, o para pagar deudas de juego, o para tapar las pérdidas de empresas comerciales fallidas. Me parece justo que escribir, como cualquier otra actividad útil, sea recompensada. Pero creo que escribir sólo por dinero es peligroso, pues conduce casi siempre a una manera fácil, muy complaciente con el gusto del público más vasto y la moda del momento.
9) Por costumbre. He dejado por último este motivo, que es el más triste. No es bello, pero sucede: sucede que el escritor agote su carburante, su carga narrativa, su deseo de dar vida y forma a las imágenes que ha concebido; que ya no conciba imágenes; que no tenga más deseos, ni siquiera de gloria o de dinero; y que escriba igualmente, por inercia, por costumbre, para ``tener viva la firma''. Que tenga cuidado con lo que hace: por esa ruta no llegará lejos, terminará fatalmente copiándose a sí mismo. Es más digno el silencio, temporal o definitivo.

Levi-Strauss, Claude -Francia
Siento que los libros son escritos a través de mí y luego, cuando terminan de atravesarme , me siento vacío, nada ha quedado en mí. Nunca tuve, y ahora tampoco , la percepción de mi identidad personal. Aparezco como el lugar por cuyo intermedio suceden cosas, pero el yo no existe.( “Radar" , Diciembre '96).
¿Por qué tenemos tanto amor a nuestro archivos?De los archivos, se podría decir -parafraseando a Durkheim- “Después de todo , son pedazos de papel”. Por poco que todos hayan sido publicados , nada cambiaría en nuestro saber y en nuestra convicción si un cataclismo aniquilara las piezas auténticas. Sin embargo, sentiríamos esta pérdida como un daño irreparable, que nos afectaría en lo más profundo de nuestra alma. De igual manera, si perdiésemos nuestros archivos, nuestro pasado no quedaría por ello abolido : se vería privado de lo que nos sentiríamos tentados a llamar su sabor diacrónico. Existiría todavía como pasado; pero preservado solamente en reproducciones, libros , instituciones, una situación inclusive , todos contemporáneos o recientes. Por consiguiente , también él estaría extendido en la sincronía.
La virtud de los archivos es la de ponernos en contacto con la pura historicidad. Su valor no depende de la significación intrínseca de los acontecimientos evocados. Sin embargo,qué precio no tendría la firma de Juan Sebastián Bach , para quien no puede oír tres compases de él sin que comience a palpitarle el corazón! En cuanto a los acontecimientos mismos, son atestiguados por algo que no son los actos auténticos y que , en general, son mejor atestiguados. Los archivos nos aportan , pues , otra cosa : por una parte constituyen el acontecimiento en su contingencia radical ( puesto que sólo la interpretación , que no forma parte , puede fundarlo en la razón) ; por otra parte dan una existencia física a la historia , porque sólo en ellos se supera la contradicción de un pasado remoto y de un presente en el que sobrevive. Los archivos son el ser encarnado de lo"acontecimientado. (Rousseau (2,cap.VIII) lo había presentido con su habitual clarividencia:"Cuando se quiere estudiar a los hombres hay que mirar cerca de sí; pero para aprender a estudiar al hombre hay que aprender a dirigir la vista a lo lejos ; primero hay que observar las diferencias para descubrir las propiedades.(”El pensamiento salvaje" , Fondo de Cultura Económica , 1984)

Lewis , Clive Staples -Inglaterra
Con J.R.R. Tolkien no alentamos mutuamente a escribir libros de ciencia ficción y fantasía : "Tollers (le decía a Tolkien) , existen pocas narraciones como las que nos gustan . Me temo que tendremos que escribir algunas nosotros mismos".Y lo hicimos "( C.S. Lewis por Jorge Urien Berri "La Nación" , Agosto '94)


Lewis, Sinclair Estados Unidos
Escribir es un trabajo sucio.

Libertella, Héctor -Argentina
Quién sabe si la frase no es una onda de mar, y si en esa ondulación no anda náufrago el que escribe, saltando sobre las olasn y sufriendo toda clase de accidentes gramaticales.Si siempre hay más de un verbo que determina al que escribe, entonces él siempre tendría que cumplir más de una peripecia en el mismo lugar.Apoyándose en algo de Roland Barthes, Enrique Pezzoni dice que los lectores no son receptores de un mensje , sino que son una estrategia más entre las muchas utilizadas para que el mensaje les sea dest inado. Sería posible entenderlo así: en el momento en que el escritor escribe , hay un lector que está hablando de antemano en él; que le está programando una parte de su mensaje. Antes de sentarse a escribir, él ya tomó en cuenta esa voz, ya la imita un poco "El escritor se vuelve, aspenas, esa pequeña célula óptica en la que Todo resuena, como letra.
Se hace difícil saber cómo hizo la literatura al comienzo, ni dónde están los bordes entre lo oral y la pintura de una letra. Pero algo de las cuevas de Altamira tiene que recordar la crisis argentina y su relación con la patología de uno cualquiera de sus derivados escritores. Dejar marcas, muecas , señales, deambulando en derredor, aunque el genio del mercado está agotado y nadie tenga el espíritu de su grandeza.¿Jaculatorias, en fin? El arte de lanzar al vacío pequeños dardos verbales.
¿Podré ser ése, precisamente , el placer de escribir? Desplazarse con tinta-sangre por un jeroglífico que ataca personalmente, que invade su propia autonomía. Si alguien es una dispersión , cifrarlo, por fin . Si no es nada, hacerlo aparentar: armarlo como un muñeco tan vacío por dentro que en su interior él pueda agazaparse por el mayor tiempo mposible y, si fuera posible, en posición fetal. Y , desde allí adentro, que escriba , que escriba."
¿Tendrá la literatura algún placer más intenso? : sacarse de encima a sus escritores adolescentes, terminar de una vez con sus literatos maduros, y entrar a punta de cuchillo en una maleza ignorante de palabras. En el territorio salvaje del patógrafo que camina hacia la enfermedad y el morbo de la letra , y que sabe que va a terminar en la corrupción de sus tejidos y en el punto final de su meurte ( Por tejidos habrá que decir textos, claro.Y por muerte, muerte gramática.)"Pathografía: Los juegos desviados de la literatura- Grupo Editor Latinoamericano-Colección Escritura de Hoy, 1991

Lihn, Enrique -Chile
Existe una especie de vocación artística indeterminada que tiende a especializarse y que necesariamente no se especializa. Yo estoy ahora en una perspectiva de “desespecialización” de la poesía. Estoy escribiendo otras cosas, haciendo otro tipo de textos. He escrito novela, cuento, teatro, estoy actuando y dirigiendo mis propias obras; todo durante los últimos cuatro años. De todo esto me interesó la poesía. Bueno, diría, obsesiva y exorcista. Yo le he dado espacio en lo imaginario a la muerte, como una manera aparente o supuesta de mantenerla “a raya”, o de inmiscuirla en la vida, pero ha sido excesivo, por lo que me doy cuenta. Cuando he tenido una experiencia más cercana con la muerte, esa obsesión tanática me parece literaria. Es que en realidad no hay nada comparable a la muerte que, finalmente, como todo el mundo dice, no es una experiencia que se pueda "hacer". Cuando uno está pensando en la muerte, para los psicoanalistas de la escuela freudiana, la obsesión de la muerte es una cuestión erótica. Son otros problemas los que se ventilan con la obsesión de la muerte. A mí me interesa ese punto de vista; no sé qué desarrollo ha tenido, pero la obsesión de la muerte tiene que ver con asuntos que se relacionan con la vida y, bueno, toca la casualidad tanático-erótica que se dan las dos cosas simultáneamente. Si existe alguna diferencia entre experiencia vital y escritura, yo diría que esa diferencia, en mi caso, se cancela de alguna manera, porque hay una correspondencia también entre las dos cosas, la relación tanático-erótica, la dificultad para establecerse en la tierra residencialmente, una dificultad para quedarse allí bien instalados, una cuestión de ruptura en el sentido del desgarro en las relaciones humanas que corresponde, me parece a mí, a la escritura, en ese aspecto. Es decir, no puede aislarse la obsesión de la muerte de lo otro o de otras cosas que, a lo mejor, tienen que ver con ella, pero muchas veces lo que se está diciendo es también un juego consciente, quiero decir que uno está conscientemente bromeando acerca de... sin dejar por ello de creer en lo que se está haciendo, en lo que se está diciendo. Creo que hay una cierta suerte de vitalidad, se la ha llamado euforia en términos técnicos, una cierta euforia del lenguaje que se sobrepone a cualquier experiencia, a cualquier contenido, por negativo que éste sea. También el acto de escribir es una cuestión contradictoria. Cuando se escribe acerca de la muerte, se está haciendo, generando un acto vital; si se escribe “como se debe escribir”, por decirlo así, no sé si entiendes eso, pero hay como una especie de gozo en ese acto, de disfrute y de placer, por lo tanto, si uno está realmente en una situación donde ya no puede disfrutar, difícilmente escribe. Quizás, acercando la escritura al erotismo es como se entiende mejor la cosa: la escritura como una forma de erotismo que, por cierto, incluye, entonces, la percepción de la muerte, o sea el erotismo. (Santiago de Chile, agosto de 1987 Entrevista inédita de Pablo Poblete 1987 Escritores.cl)


Lispector, Clarice -Brasil
Yo nací para escribir. La palabra es mi dominio sobre el mundo . Tuve desde la infancia varias vocaciones que me llamaban ardientemente. Una de las vocaciones era escribir. Y no sé por qué, esta fue la que seguí. Tal vez porque para las otras vocaciones necesitaría un largo aprendizaje, mientras que para escribir el aprendizaje es la propia vida viviéndose en nosotros y alrededor nuestro. Es que no sé estudiar. Y para escribir, el estudio es justamente escribir. Me adiestré desde los siete años para tener un día la lengua en mi poder. Y, no obstante , cada vez que voy a escribir es como si fuera la primera vez. Cada libro mío es un estreno penoso y feliz. Esa capacidad de renovarme toda a medida que el tiempo pasa es lo que yo llamo vivir y escribir.
Dije una vez que escribir es una maldición. No me acuerdo exactamente por qué lo dije , y con sinceridad. Hoy repito : es una maldición, pero una maldición que salva. No me estoy refiriendo a escribir para los diarios. Sino a escribir aquello que eventualmente se puede transformar en un cuento o en una novela. Es una maldición porque obliga y arrastra como un vicio penoso del cual es casi imposible librarse, pues nada lo sustituye. Y es una salvación. Salva el alma presa , salva a la persona que se siente inútil, salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba. Escribir es buscar entender, es buscar reproducir lo irreproducible, y sentir hasta las últimas consecuencias el sentimiento que permanecería apenas vago y sofocante. Escribir es también bendecir una vida que no fue bendecida. Qué pena que sólo puedo escribir cuando la "cosa" viene espontáneamente.Me acuerdo ahora con saudade del dolor de escribir libros.A veces tengo la impresión de que escribo por simple curiosidad intensa. Es que , al escribir, me doy las sorpresas más inesperadas. Es el momento de escribir cuando muchas veces soy consciente de cosas de las cuales, siendo inconsciente , antes yo no sabía que sabía.Como si yo buscara no aprovechar la vida inmediata, pero sí la más profunda, lo que me da modos de ser : en vida , observo mucho , soy activa en las observaciones , tengo sentido del ridículo, del buen humor, de la ironía y tomo partido. . Escribiendo ,tengo observaciones por así decir , "pasivas", tan interiores que se escriben al mismo tiempo que son sentidas, casi sin lo que se denomina proceso.Por eso al escribir no elijo. No puedo multiplicarme en mil, me siento fatal a pesar mío. Entonces escribir es el modo de quien tiene la palabra como carnada: la palabra pescando lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra muerde la carnada , alguna cosa se escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar afuera la palabra.Pero ahí cesa la analogía : la no-palabra , al morder la carnada , la incorporó. Lo que salva entonces es leer "distraídamente".No puedo escribir mientras estoy ansiosa o espero soluciones., porque en tales períodos hago lo posible para que las horas pasen.; y escribir es prolongar el tiempo, es dividirlo en partículas de segundos, dando a cada una de ella una vida insustituible.Tantas veces escribir es recordar lo que nunca existió. Cómo lograré saber lo que ni siquiera sé? Así: como si recordara. Con un esfuerzo de memoria, como si yo nunca hubiera nacido. Nunca nací , nunca viví ,pero recuerdo , y este es un recuerdo en carne viva.Hasta ahora no sabía que se puede no escribir. Gradualmente, gradualmente, hasta que de pronto, el descubrimiento. Muy tímido. Quién sabe, también yo podría no escribir. Qué infinitamente más ambicioso que es.Casi inalcanzable.("Cómo se escribe un cuento"( Leopoldo Brizuela, El Ateneo)
¿Por qué escribo? Ante todo porque he captado el espíritu de la lengua y a veces es la forma la que constituye el continente. Mientras haya preguntas para las cualaes no tengo respuestas, seguiré escribiendo.
Escribir es buscar entender, es buscar reproducir lo irreproducible y sentir hasta las últimas consecuiencias el sentimiento que permanecería apenas vago y sofocante. Escribir es también bendecir una vida que no fue bendecida” ( “A hora das estelas”, 1977)

"Escribir es una maldición que salva. Es una maldición porque obliga y arrastra, como un vicio penoso del cual es imposible librarse. Y es una salvación porque salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba. ¿El proceso de escribir es difícil? Es como llamar difícil al modo extremadamente prolijo y natural con que es hecha una flor. No puedo escribir mientras estoy ansiosa, porque hago todo lo posible para que las horas pasen. Escribir es prolongar el tiempo, dividirlo en partículas de segundos, dando a cada una de ellas una vida insustituible. Escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra, la entrelínea, muerde la carnada, algo se escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar afuera la palabra. "Clarice Lispector

1 comentario:

Isabel Mercadé dijo...

Me parece una idea estupenda, divertida, consoladora. Gracias.
Volveré, seguro.
Saludos.